
El 27 de enero se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, una jornada para recordar a los millones de personas que perdieron la vida bajo el régimen nazi. Más allá del horror evidente, hay una pregunta que se repite: ¿Cómo se llegó a masificar la muerte?




Un proceso gradual, no instantáneo
El Holocausto no ocurrió de la noche a la mañana. Los nazis llegaron al poder en 1933, pero no fue hasta 1942 que se puso en marcha la llamada “Solución Final“, un plan sistemático de exterminio masivo. Antes de los campos de exterminio, existieron los campos de concentración, donde las condiciones eran inhumanas, pero aún no se había industrializado la muerte.

En los primeros años, las matanzas eran realizadas de forma directa por los soldados. Los Einsatzgruppen, una unidad especial de las SS, tenían la tarea de ir de pueblo en pueblo ejecutando a familias enteras, mayoritariamente judías. Sin embargo, este método resultaba psicológicamente devastador incluso para los propios soldados, lo que llevó a buscar alternativas “más limpias“.

La evolución de la maquinaria de la muerte
Los nazis empezaron a experimentar con métodos que deshumanizaban aún más el proceso. Las “camionetas de gas“, con sus tubos de escape redirigidos hacia el interior, fueron un primer paso hacia la industrialización del asesinato. Sin embargo, el manejo de los cadáveres seguía siendo traumático para los soldados.



Fue en 1942, durante la Conferencia de Wannsee, cuando se estableció la “Solución Final“. Los campos de exterminio como Auschwitz, Treblinka y Sobibor fueron diseñados específicamente para la muerte a gran escala. Allí, el asesinato se transformó en una operación industrial: pesticidas como el Zyklon B, cámaras de gas y crematorios fueron utilizados para exterminar a millones de personas.


La deshumanización como estrategia
Un elemento clave en este sistema fue el Sonderkommando, grupos de prisioneros forzados a realizar las labores más traumáticas: dirigir a las víctimas a las cámaras de gas, retirar los cuerpos y manejar los crematorios. Los nazis se limitaban a supervisar, reduciendo su contacto directo con el horror.


La liberación y el impacto duradero
Las imágenes de la liberación de los campos de concentración, como Auschwitz, mostraron al mundo la magnitud del genocidio. Sin embargo, el panorama era desolador: cadáveres apilados, supervivientes al borde de la muerte y un legado imborrable de horror.


Recordar para no repetir
A 80 años de la liberación de Auschwitz, es fundamental reflexionar sobre el camino que llevó a este punto. La indiferencia, la aceptación gradual del odio y la deshumanización permitieron que una idea aberrante se transformara en la mayor tragedia de la humanidad.
Este día nos invita a mantener viva la memoria, no solo para honrar a las víctimas, sino para garantizar que nunca más la humanidad recorra ese sendero.
