
Cinthia Fernández vivió una semana de profunda angustia tras perder el acceso a su cuenta de Instagram, una herramienta clave tanto para su vida personal como profesional. “Qué días, qué sufrimientos, qué horror todo”, escribió al anunciar que finalmente había logrado recuperarla. Desde un primer momento, sospechó que no se trataba de un error de la plataforma: “No hice nada indebido. Esto fue financiado por alguien”, denunció, asegurando que su sensación de injusticia era muy fuerte.
La preocupación de Fernández iba mucho más allá del plano emocional. Según explicó, su perfil en Instagram es un canal vital para su empresa y la forma en la que llega a sus clientes. “Esto significaba el trabajo de años, el sustento de mi hogar, el alimento de mis hijas”, expresó. Al advertir que las denuncias que recibió su cuenta eran artificiales, decidió iniciar una investigación junto a su pareja, el abogado Roberto Castillo, y un equipo especializado en derecho informático.

Gracias a la colaboración con Meta, la empresa dueña de Instagram, y el respaldo técnico y legal, la cuenta fue restablecida en tiempo récord. “Meta reconoció que era un ataque organizado”, afirmó Fernández, aliviada. Además, reveló que su equipo logró rastrear a los responsables y que la tecnología fue clave para desentrañar el origen del sabotaje. “La cantidad de denuncias era tan grande que no podía ser humana. Eran bots”, explicó.