
En una nueva entrega del ya clásico segmento “Congelados” de Gran Hermano, Selva Pérez protagonizó uno de los momentos más emotivos de la temporada al recibir la inesperada visita de su esposo, apodado “El Bicho”. Al ritmo de “Your Song”, de Elton John, el uruguayo cruzó la puerta giratoria del living mientras ella debía permanecer inmóvil, respetando la consigna del juego. Pero su cuerpo no pudo contener lo que su alma ya había soltado: las lágrimas brotaron al instante, y el silencio obligatorio no alcanzó para disimular la intensidad de la emoción.
Con una mezcla de ternura, humor y una dosis de improvisación, “El Bicho” se acercó a su esposa con palabras de aliento que resonaron como un abrazo: “Vamos arriba, mirá lo que lograste”. La escena fue breve, pero poderosa. Selva, que minutos antes había confesado en el confesionario sentirse sola y decidida a jugar sin filtro, encontró en ese encuentro una especie de salvavidas emocional. El visitante, visiblemente conmovido, confesó haber ensayado su discurso pero quedarse en blanco al verla: “Tenía diez mil cosas para decirte y me olvidé de todo”.
El impacto del momento no terminó cuando “El Bicho” dejó la casa. Selva, aún conmovida, sufrió un cuadro de acidez y reflujo en la cocina, un síntoma físico de toda la tensión acumulada. La escena no solo tocó a la jugadora, sino también a algunos compañeros como Sandra Priore, quien no pudo contener el llanto pese a las diferencias que había tenido con Selva. Este tipo de visitas, diseñadas con precisión por la producción, logran lo que pocos elementos del juego: romper las barreras de la estrategia y recordarle a todos —participantes y televidentes— que, detrás del juego, hay personas atravesadas por emociones reales.