Durante las obras de demolición de una antigua casona en la avenida Congreso al 3700, en Coghlan, los obreros encontraron restos óseos que cayeron desde la medianera hacia el terreno donde trabajaban. La propiedad había sido habitada por el músico Gustavo Cerati entre 2002 y 2003, pero los huesos no estaban en ese predio sino en el jardín de la casa lindera, en Congreso 3742. De inmediato se dispararon hipótesis que incluían desde entierros antiguos ligados a la Iglesia Santa María de los Ángeles —antigua dueña de los lotes— hasta restos modernos. La Policía Científica fue contundente: se trata de un adolescente varón que murió de forma violenta.
El hallazgo más relevante fue un reloj Casio CA-90, un modelo japonés que se comenzó a fabricar en 1982 y que se volvió furor por incluir calculadora y un minijuego de estilo “Space Invaders”. Este dato fue clave para fijar un rango temporal a la muerte: entre principios de los ‘80 y mediados de los ‘90. Por eso el fiscal Martín López Perrando solicitó difusión del caso: el objetivo es que alguien pueda identificar al joven a partir de esa pista, posiblemente un familiar de algún desaparecido de la época. El reloj, aún muy buscado en sitios de coleccionistas, podría ser el primer hilo de una historia enterrada por décadas.
Además del reloj, el Gabinete Científico levantó del lugar unos 150 fragmentos óseos, un llavero naranja común y una llave tipo Trabex. Con esos tres elementos, el fiscal sigue una línea investigativa que podría reabrir causas de desapariciones del pasado. Aunque la propiedad fue alquilada por figuras como la actriz Marina Olmi o el propio Cerati, no hay indicios de que tuvieran relación alguna con el caso. El foco está puesto ahora en reconstruir quién era el joven, cuándo murió y, sobre todo, por qué lo enterraron en ese lugar.
