
Un fuerte terremoto de magnitud 6,9 sacudió el pasado martes el centro de Filipinas, dejando un saldo trágico de 69 muertos y 150 heridos. Las autoridades continúan buscando víctimas entre los escombros de 22 viviendas y edificios colapsados, mientras los equipos de rescate trabajan contrarreloj en la zona.

El epicentro se ubicó a 17 kilómetros al noreste de Bogo, una ciudad costera de unos 90.000 habitantes en la provincia de Cebú. En la vecina localidad de San Remigio, cinco personas, incluidos tres miembros de la guardia costera, un bombero y un niño, perdieron la vida, según informó el vicealcalde Alfie Reynes. Además, un deslizamiento de tierra en las afueras de Bogo causó tres muertes más.

La emergencia provocó daños importantes en infraestructura básica. En San Remigio, el suministro de agua y alimentos se vio afectado, mientras que en Bogo las viviendas sufrieron grietas y se dañaron la estación de bomberos y varias rutas de asfalto. Las autoridades locales llamaron a la solidaridad de la comunidad para asistir a los damnificados.