
La economía está tironeada como por una especie de tortura o ejecución que recuerda el desmembramiento o descuartizamiento de épocas antiguas, que se utilizaba atando las extremidades de los enemigos a la pata de algún un animal hasta torturarlo. A veces, incluso, llegar a matarlo.
Algo así se vio con la economía esta semana cuando el Gobierno, por un lado, tomó medidas para que supuestamente no se emitan más pesos dándole el tiro final a unos bonos en poder de los bancos (LEFI), y por otro, el Tesoro compró dólares, confirmando que el tipo de cambio no irá así al piso de la banda como se anunció alguna vez.
Estas dos jugadas resultan efectivamente las figuras de dos jinetes que cabalgan en direcciones opuestas. De un lado, cabe imaginar a Milton Friedman con la idea de no emitir más pesos y secar la plaza, y del otro el FMI, intentando que el dólar no se atrase y que hace falta acumular reservas para bajar el riesgo país (hoy igual que antes de salir del cepo), mejorar la sostenibilidad de la deuda y que el Board del Fondo apruebe el próximo desembolso a fin de mes.
La primera obsesión, la monetarista, llevó a una decisión que dejó en evidencia los números que muestran que se emiten pesos. Fue cuando el Banco Central anunció el fin de las LEFI, unos bonos de Luis Caputo y que los bancos podían venderle al Banco Central para recibir pesos. Basándose en la teoría económica, que dice que si se controla la cantidad de dinero tanto la tasa de interés como el tipo de cambio se determinan en el mercado, el Banco Central eliminó las compras de estos bonos que tienen los bancos y la tasa de política monetaria. Los bancos ahora tenían que tener otros títulos (Lecap) pero que ya no se los podían venderle al BCRA. De ese modo perdían liquidez o les costaría más. Las entidades no suscribieron en fecha esta operación (10 de julio) y la base monetaria subió de un día para otro en $ 10 billones. Las tasas de caución bajaron de 30% a 15% a principios de semana y eso generó una mayor demanda de dólares. Esto provocó un cortocircuito (¿otro más?) entre Gobierno y bancos.
El ex secretario de Finanzas Miguel Kiguel da la siguiente lectura sobre esta obsesión monetaria: “De la teoría a la práctica hay un largo trecho, especialmente porque lo que puede ser cierto para la tasa de 30 días, como un plazo fijo o las Lecaps cortas, no lo es para tasas de interés overnight o cauciones cortas que reflejan las condiciones de liquidez diarias”. Hay empresas que se fondean con bancos por el día. “Por estas razones, incluso cuando se reconoce que la tasa de interés es endógena, los Bancos Centrales mantienen líneas de cortísimo plazo para evitar fluctuaciones disruptivas en las tasas de interés más cortas, digamos de uno a 7 días”.
Por otro lado, está la obsesión del FMI. Se sigue viendo un trabajo por parte del Gobierno para que el dólar no llegue al piso de la banda. fuentes del Ministerio de Economía admiten por lo bajo que en la rueda del miércoles el Tesoro compró otros US$ 500 millones y lleva comprados “en bloque” casi US$ 1.000 millones (aunque los depósitos en dólares del Tesoro en el BCRA ese miércoles subieron US$ 45 millones).
Una fuente en EE.UU. con acceso a las negociaciones admite que el staff del FMI sigue “con preocupación” el monitoreo del plan. La Argentina enfrenta en los próximos dos años vencimientos por US$ 32.400 millones (capital e intereses, bonistas y FMI) y si se sumara el juicio por YPF equivaldría a tener que pedirle otro préstamo al Fondo como el de Mauricio Macri en 2018 para despejar el panorama. De ahí que el mercado y el propio organismo, aguardan saber cuál es la estrategia de acumulación de reservas (o compra de dólares) que se defina hacia futuro.
Esta obsesión, la del FMI, la de reunir dólares y que no se atrase el tipo de cambio, está permitida dentro de un marco cambiario flexible. A favor de Argentina: la suba del dólar aquí se suma a la misma depreciación del dólar respecto de otras monedas. El tipo de cambio real multilateral se depreció 8% en los últimos 30 días, y 16% desde comienzos de año.
Según Fernando Marull, transcurrida la tercera semana del mes, la ganancia de competitividad cambiaria desde la salida del cepo sería una de las mayores de los últimos años. “El traspaso de la depreciación del peso a los precios se mantiene acotado”, dice Marull.
¿Aguantará la economía argentina el tironeo entre las ideas de Friedman y las de Keynes del FMI?
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