La agenda de actualidad argentina se mueve a ritmo de vértigo, y por eso suelen pasar de largo algunas noticias a las que, por sus implicancias a futuro, convendría prestarles un poco más de atención.
El Premio Nobel de Física 2025 es anunciado en Estocolmo.Se lo dan a John Clarke, Michel H. Devoret y John M. Martinis. Xinhua
Sí, los galardonados este año fueron tres científicos -un británico, un francés y un estadounidense- que demostraron que las propiedades de la mecánica cuántica, tan distintas a la física de la vida cotidiana y que habitualmente se desenvuelve a nivel microscópico (dentro del átomo), también pueden producirse en una escala más grande, macroscópica.
Más concretamente, en un circuito electrónico, bajo una arquitectura que estos investigadores lograron recrear. Con determinadas características hay que decirlo. Por ejemplo, que los cables sean superconductores (no ofrezcan ninguna resistencia al paso de la corriente), y para eso necesitan estar congelados, a temperaturas cercanas al cero absoluto (-273,15°C).
¿Por qué esto es importante? Porque a raíz de las investigaciones de los ahora premios Nobel -y la certeza de que los humanos podemos también manipular lo que pasa dentro de los átomos- es que se inició la carrera internacional por lograr la computación cuántica.
Detalle de la computadora cuántica del Instituto Weizmann.
El impacto podría ser enorme. Una computadora cuántica podría ser hasta cien veces más veloz y poderosa que las actuales y habría grandes cambios en áreas como el desarrollo de nuevos materiales, cálculos de optimización y -atención- también en Inteligencia Artificial.
Hoy son millonarias las inversiones de empresas tecnológicas y Estados que buscan llegar primeros a un sistema cuántico que sea estable. Saben que quienes se adelanten en esta tecnología podrán liderar las transformaciones radicales que sobrevendrían a nivel productivo, con un posible rediseño, incluso, en la geopolítica mundial. Desde Occidente reconocen que China se adelantó en este terreno en los últimos años.
Y ahí están: Michel Devoret, John Martinis y John Clarke, ahora disfrutando del reconocimiento. Y el mundo tomando conciencia de las enormes transformaciones que podrían sobrevenir si esto efectivamente avanza. Cambios que seguramente traerán muchas más consecuencias que los hechos que dominan nuestra habitual actualidad de vértigo.
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