
Un hombre ha fallecido, no se sabe por qué ni quién es. Está tirado en la calle. Cada persona –viva– que pasa reacciona a su (no)presencia. El tipo es, más que un cadáver, un espejo. Hay enojo por lo indecoroso de esta muerte tan pública. También suceden juegos a su alrededor, a veces aplausos, chistes, hasta un fulbito. No quedan afuera las tristezas, la angustia, una pena. Llegan viejos amores. Se forjan amistades con el finado ya finado. Las personas se congregan y se van. Debaten sus asuntos, con él o sin él. Le prestan atención o lo gosthean. Es un desfile existencial. Cada viñeta de este libro de casi 120 páginas –a veces hay hojas a pleno color y otras vacías, en blanco– lo tiene ahí, inerte, quieto. El movimiento sucede alrededor.
El ilustrador y humorista Tute. Foto: Juano Tesone.Por ahí va, en resumen bestial, Ensayo para mi muerte, la novela gráfica que armó, “desde cero”, dice, el humorista gráfico –entre otros rótulos de oficio que lo definen– Juan Matías Loiseau, tal su nombre de DNI, hijo del gran Caloi, creador de Mabel y Ruben, autor de canciones, guionista de series y películas, lector, arengador de proyectos y un amplio etcétera que podría resumirse en esta definición: artista.
“Caminantes, novios, niños, pintores, poetas, barras bravas, payadores y señoras del barrio, discurren alrededor del finado tratando de saber quién es realmente. Pero ensayar la muerte nos conduce fuera de la lógica para trasladarnos a un territorio de estricta poesía. Y allí Tute enciende un farol que es más luminoso que el de la historieta o los dibujos. Porque él es un poeta”, escribe nada más ni nada menos que Alejandro Dolina en el prefacio.
“Y en nosotros nuestros muertos, pa que naides quede atrás”, es la primera cita, de Atahualpa Yupanqui, que aparece al abrir la tapa. Para empezar la historia, antes de que comience, en una página de siete cuadritos se ve al muerto en la calle, fulminado, hasta el zoom in de la negrura en su mirada. Después viene un epígrafe de César Vallejo: “La pena de los hombres, diremos nosotros, es no estar nunca ciertos de la muerte”. Luego, en una extrema in media res, comienza la historia. Es el finado en el piso. Durante más de dos páginas y una veintena de viñetas silenciosas.
Aventura literaria ilustrada
Sin embargo, o mejor dicho a la par, esta aventura literaria ilustrada es graciosa. El primer parlamento es el reclamo de un transeúnte, que tropieza con el tipo y exclama: “¡Qué vergüenza! Venir a morirse justo cuando estaba vivo”. Esa es la tensión que Tute pone en juego para meterse con el tema más espinoso y tabú, el que no es fácil afrontar. “Mientras vivimos, vivamos”. Es su lema, lo que subyace y cierra la experiencia existencial en viñetas que se vende exclusivamente desde su página web, aunque también se encuentra en algunas librerías, que decidieron comprar ejemplares, explica el autor.
Así que desde agosto, cuando se le llenó la casa de cajas con libros recién salidos de imprenta, Tute anda de gira. Como un rockstar, viene de recorrer la Argentina, ahora está en España y finalmente va a volver a visitar más provincias de nuestro país. En medio, hizo un guión para una serie que está en tratativas de venta, se mudó, da entrevistas, viaja en auto, avión, va, viene. “Me las rebusco para descansar también”, avisa risueño. Lo que lo tiene en movimiento actualmente es, más que nada, acompañar su novela gráfica, que editó de forma autogestiva y presentó primero Buenos Aires, punto inicial de este periplo que incluye, cuando puede, diversos gestos performáticos.
Por ejemplo, el muertito protagonista salió de las páginas y lo acompaña corporizado a algunos lugares. “Se me ocurrió hacerlo muñeco para la presentación, así podía estar en el lanzamiento, presente. Es muy fuerte lo que pasa cuando aparece frente al público. Lo hizo un gran escultor, Juan del Prado, en tamaño natural, es decir, tiene un metro setenta. Es de Resina epoxi, o sea que es liviano, transportable. Lo tuvimos en ese primer evento y ahora lo vamos llevando a ferias del libro, lo cargamos en el auto y viene atrás, de viaje con nosotros”, cuenta.
Otra idea interpretativa fue el inicio de esta aventura, cuando Tute anunció su fallecimiento en redes. Y se viralizó. “Fue una idea para empezar la campaña publicitaria. Queríamos llamar la atención, para que el libro no quede perdido entre la cantidad de publicaciones y novedades semanales. Sobre todo porque es un proyecto, y una apuesta, autogestiva. Se nos ocurrió que la primera pieza fuera la comunicación de mi propia muerte. Y la descripción de cómo fue. Por supuesto, era un paso de humor. Y tuvo un impacto fenomenal. Algunos incluso hasta se creyeron que me había muerto”, cuenta.
El ilustrador y humorista Tute. Foto: Juano Tesone.–¿También planearon esa posible confusión?
–¡No! Si lo anuncié yo, es absurdo. Pero bueno, como también sumamos a humoristas gráficos amigos, que me despedían desde sus viñetas, como solemos hacer cuando se muere un dibujante, ahí se armó ese lío. Preocupé a algunos lectores y algunas lectoras, pero más allá de eso, fue muy divertido.
–¿Por qué hiciste este libro ahora, autogestivo, y lo presentás de esta forma?
–Por necesidad. Apareció. Estaba en medio de otra novela gráfica, larga, que dejé. Cuando termine las presentaciones de Ensayo para mi muerte me sentaré a continuarla, pero tuve que interrumpirla por esto.
–¿Te interrumpió la muerte, podríamos decir, de algún modo?
–Aunque se llama Ensayo para mi muerte, el muerto de la novela es mi hermano. En lo más personal fue una forma de duelo, tal vez. Pero me gustaba la idea de que cada persona que tomara el libro en sus manos y leyera el título en voz alta, o en voz íntima, estuviera hablando de su propia muerte. Que resonara algo como: “ah, no es tu muerte, es mi muerte”. Es un juego, también. Como cuando yo anuncié mi muerte. Pero en realidad es la muerte de cada quien, porque es lo que le pasa a todos los personajes vivos que pasan por el libro.
Vendrá la muerte y tendra tus ojos
El 22 de noviembre de 2019 murió el músico Tomás Loiseau. Estaba tocando con su banda, Mamushkas, en un centro cultural del barrio porteño de Almagro. Antes de terminar el recital, aun en escena, el cantante y guitarrista se desvaneció. Tenía 43 años y sufrió un paro cardiorespiratorio. Al poco tiempo, su hermano mayor, Tute, se embarcó en una novela gráfica de más de 300 páginas que se llama Volver y los tiene a los dos como protagonistas. Va a salir por editorial Planeta, probablemente en 2026. Es el proyecto que detuvo para hacer Ensayo para mi muerte.
–¿De que se trata Volver?
–Mi hermano viene a visitarme para pedirme un favor. Él vuelve, digamos, de la muerte. Estaba muerto y de pronto aparece en mi casa, me toca el timbre, tomamos unos mates y me cuenta que necesita recuperar su sombra. Entonces emprendemos una larga aventura juntos. Y sucede todo un periplo al estilo Divina Comedia, pero de sur a sur: del de la ciudad al del Gran Buenos Aires.
–¿Qué te pasa con la muerte?
–Desde un punto de vista más general diría que la entiendo como un gran motor para la vida. Ensayo para mi muerte en realidad es una excusa para hablar de la vida. Es decir, elijo la muerte y elijo un muerto para hablar permanentemente de la vida. Por eso en el libro el muerto no habla en ningún momento del postmortem. Entonces, es una muerte que funciona como despertador, para poner en perspectiva todo lo que hay antes de la muerte, no después de la muerte.
–¿Estos dos libros son una forma de seguir con tu hermano o exorcizar una pena?
–El después de la muerte me preocupa poco. Es decir, por supuesto me llena de intriga, pero no tengo acceso a ninguna información y no profeso ninguna creencia que me acompañe en ese sentido. Así que me ocupo, mucho más psicoanalíticamente, en pensar qué tenemos antes de morir. Para estar vivos mientras estamos vivos, ¿no? Ensayo para mi muerte se trata de eso. En un sentido más personal, sí, es un libro que me ayuda a duelar la muerte de mi hermano. Se originó a partir de una necesidad muy imperiosa y profunda de trabajar una imagen, que es puntualmente la de cuando lo encontré sin vida tendido en el suelo. Apareció eso de vuelta, y aunque estaba con Volver sentí que primero tenía que ahondar en esa imagen y construir un libro a su alrededor.
–¿Ya terminaste con la muerte?
–Todavía no. Al mismo tiempo que termino Volver, y seguimos presentando este libro en España y Argentina, estoy reuniéndome con José Luis Arias, el dramaturgo y actor, porque estamos trabajando la versión teatral de Ensayo para mi muerte. Después, o también, tengo muchos otros proyectos, pero los voy empujando, ya a esta edad, mansamente, sabiendo que tienen que madurar.
El ilustrador y humorista Tute. Foto: Juano Tesone.
Tute básico
- Humorista gráfico argentino y el hijo mayor del historietista Caloi, creció en José Mármol y estudió diseño gráfico, humorismo y cine.
- Publica desde 1999 en el diario La Nación y es conocido por “Tutelandia” y su tira gráfica “Batu”, que incluye cinco libros y adaptaciones televisivas.
- Su trabajo también aparece en diarios internacionales.
- En cine, realizó los cortometrajes premiados El Ángel de Dorotea y Abismos. En música, lanzó el CD Tangos Nuevos, nominado al premio Gardel.
- Ha participado en exposiciones y campañas publicitarias, recibiendo el Premio Konex 2012 y otras distinciones.
Ensayo para mi muerte, Tute (Hotel de las ideas).
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