
El diálogo entre Donald Trump y Xi Jinping que posibilitó el acuerdo sobre Tik Tok tiene el siguiente contenido: “China y EE.UU han demostrado ampliamente que son capaces de ayudarse uno al otro para tener éxito y prosperar juntos”, señaló Xi Jinping, quien también reconoció que el vínculo entre los dos países se ha desarrollado en los últimos tres meses con “mutuo respeto y acentuado sentido de cooperación”.
Por su parte Donald Trump advirtió que: “EE.UU quiere tener con China una relación de largo plazo, que abarque todos los temas y sea verdaderamente grandiosa”, según la agencia Xinhua y el diario chino Global Times.
En suma, entre las dos superpotencias hay un acuerdo sustancial fundado en una visión compartida que ha establecido un rumbo estratégico común para las dos mayores economías del mundo.
El dato estratégico que establece el vínculo entre las dos superpotencias es el siguiente: más de tres cuartas partes de la capacidad computacional del mundo en 2025 proviene de Estados Unidos, mientras que China aporta sólo 15%.
Esto significa que la supremacía norteamericana en la ecuación central del siglo XXI, que es la que establece la relación entre el poder y la Inteligencia artificial, está en manos hoy de EE.UU. en forma absolutamente inequívoca.
Ese dato central de la política mundial en esta etapa de la historia es el fundamento y la razón de ser del fenomenal poderío de la superpotencia estadounidense, y específicamente del presidente Trump, transformado en el centro y eje de los acontecimientos globales con un grado de primacía hasta ahora nunca alcanzado en la historia del mundo moderno.
La superioridad estadounidense no es sólo cuantitativa sino también cualitativa, e implica que el poder de Trump se manifiesta no sólo desde afuera de los países sino dentro de ellos, como un componente decisivo de lo que antes se denominaba “política interior o doméstica”.
La integración entre EE.UU. y China tiene raíces estructurales y consiste en el hecho de que las dos mayores economías del mundo son al mismo tiempo las más integradas. Y poseen por eso, con carácter inverso, el mayor desequilibrio económico del sistema, con un déficit comercial de –US$ 1,4 billones en la economía norteamericana, en tanto que la República Popular presenta un fenomenal superávit comercial y de cuenta corriente de 13% del producto, que representa US$ 1,4 billones. En ambos casos son los mayores de la economía global.
El dato a retener es que la economía global está absolutamente integrada y debido a la revolución tecnológica de la Inteligencia artificial funciona en tiempo instantáneo. Es una combinación de integración absoluta más instantaneidad.
Esto hace que la única forma que tienen EE.UU y China de resolver estos extraordinarios desequilibrios sea a través de un esfuerzo conjunto destinado a re-direccionar las corrientes fundamentales del comercio y la inversión del sistema actual.
Eso debe afectar por necesidad ante todo a la República Popular, de modo de lograr que reduzca drásticamente sus extraordinarias exportaciones, convertidas en una amenaza para las industrias del resto de los países del mundo, y así re-orientar la gigantesca masa de inversiones que la sustenta hacia su verdadero objetivo en la época que es el aumento sistemático del consumo doméstico, que hoy es el más bajo en relación al producto de todas las grandes economías globales (38%, mientras que en EE.UU es 75%).
Esta excepcional empresa histórica es lo que está en juego en el anuncio realizado la semana pasada por Trump y Xi sobre la resolución de la cuestión Tik Tok. A partir de ese momento los líderes de las dos superpotencias han convertido el pacto de cooperación que establecieron en los últimos 3 meses en un acuerdo de asociación que abarca la totalidad de los asuntos globales, incluyendo la terminación de la Guerra de Ucrania y el problema del fentanilo (y en general del narcotráfico).
Esta asociación entre EE.UU y China tiene lugar en la etapa inicial de la revolución tecnológica de la Inteligencia artificial que va a transformar todas las actividades económicas y regiones del mundo sin excepción en los próximos 10 años.
Lo verdaderamente magnífico de esta comprobación es que esta hazaña que cambiará en sus raíces la historia del mundo en la próxima década se canaliza a través del pacto de asociación forjado entre EE.UU y China, con el liderazgo asombrosamente legítimo de los presidentes Donald Trump y Xi Jinping. Esto es lo central del actual momento mundial, y frente a ello se aplica la regla estratégica fundamental establecida por Clausewitz que dice que “lo accesorio sigue siempre la suerte de lo principal”.
“La historia no es determinista, pero hay un determinismo en la historia”, dice Raymond Aron; hoy ese juego dialéctico que es el núcleo del proceso histórico de este momento del siglo XXI a través del liderazgo de Donald Trump y Xi Jinping está en pleno desarrollo, lo que indica una vez más que la historia está cargada de sentido y que este es un momento absolutamente excepcional de su ya larga trayectoria.
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