Donald Trump nombró a Brendan Carr, un acérrimo crítico de las grandes plataformas digitales (Amazon, Apple, Microsoft, Facebook, entre otras), que dominan el mundo de la alta tecnología estadounidense, para encabezar la Comisión Federal de Comunicaciones (“Federal Communications Commission” /FCC), que es la agencia central del Estado norteamericano en su relación con el mundo “high tech”.
Trump señaló que Brendan Carr es “…un guerrero de la libre expresión que va a terminar con el asalto regulatorio existente en EE.UU, y que impide la tarea de los innovadores y creadores de puestos de trabajo especialmente calificados”.
Esto es una alusión directa a la exclusión que experimentó el propio Trump de todas las plataformas digitales, y en primer lugar Twitter (actualmente X), lo cual ocurrió hasta que Elon Musk la adquirió en 2023 en U$S 44.000 millones; y lo primero que hizo fue restablecer la plena capacidad de expresión en las redes digitales del nuevo mandatario norteamericano.
Carr tendrá como tarea central regular los servicios de Internet, de radio y televisión de EE.UU, desregulando al mismo tiempo todo el proceso de creación y despliegue de las startups high tech, con especial énfasis en las pequeñas y medianas compañías de Inteligencia artificial, que es la tecnología fundamental de la 4° Revolución Industrial, y en la que EE.UU. encabeza el sistema global.
La FCC, en suma, es el dispositivo decisivo que tiene Donald Trump para transformar en sus raíces el sistema de plataformas digitales, que en los últimos 20 años han ejercido una virtual hegemonía en este segmento crucial de la estructura de poder norteamericana, al punto de colocarse por encima de las instituciones de la democracia constitucional, fundadas en el voto del pueblo soberano.
Tras ser designado titular de la FCC a partir del 20 de enero de 2025, Carr advirtió sin ningún eufemismo que “Facebook, Apple, Microsoft y Google constituían un gran cartel de la censura que ha silenciado a muchos estadounidenses, impidiéndoles ejercer la 1° Enmienda que protege el derecho a la libertad de palabra”.
La designación de Carr implica un respaldo pleno a la política y la figura de Elon Musk, convertido en el campeón de la 1° Enmienda en EE.UU. y en el mundo.
Musk sostiene la necesidad de desatar un proceso de competencia generalizada, lo que implica la eliminación de todo tipo de subsidios, ante todo en los protagonistas de la economía high tech.
Dicho de otra manera lo que está ocurriendo en EE.UU. en este momento es que se están fijando las reglas del capitalismo absolutamente integrado del siglo XXI.
Después del rotundo triunfo electoral de Donald Trump el 5 de noviembre, ahora comienza a desplegarse la verdadera lucha por el poder en Washington.
Al estilo norteamericano, todo esto está a la vista y nada está oculto; y la pugna central a partir del 20 de enero es entre el presidente más popular de la historia norteamericana contemporánea y que ha realizado la más asombrosa acumulación de poder versus la alta burocracia del Estado y las grandes plataformas digitales; y ésto va a tener lugar mientras el resto del sistema global asiste como espectador directamente interesado a esta gran contienda en la historia del mundo.
La dupla Donald Trump/Elon Musk sabe que la ventaja esencial de EE.UU. en la puja por la alta tecnología consiste en el dominio de la fase inicial de creación constante de innovaciones, que es el espacio donde surgen incesantemente los grandes genios de la creación y la innovación como Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg, y ahora – arquetípicamente – Elon Musk. Esta es una vertiente donde la civilización norteamericana, fundada en una cultura de frontera, se muestra absolutamente inagotable, y sin duda lo es.
Lo que está en juego en EE.UU. hoy es la posibilidad cada vez más concreta de que la dupla Trump/Musk fusione a la primera economía del mundo con una verdadera explosión de Inteligencia artificial, y por esa vía transforme irreversiblemente la actual estructura de poder mundial.
El núcleo de esta fenomenal batalla que se aproxima es lo que señala el “Manifiesto de los Tecno-Optimistas”, suscripto por las principales figuras de Silicon Valley: “la alta tecnología estadounidense vive y muere en el destino de las startups de la Inteligencia artificial”.
Este es el punto cero del poder norteamericano en el siglo XXI. El instrumento fundamental que tiene de penetración y de ofensiva es a través de un proceso de desregulación generalizada, que es sinónimo de desburocratización; y para eso hay que exacerbar la competencia hasta terminar con la visión rentística y anti-innovadora de los múltiples reductos burocráticos, por definición grises y repetitivos.
El triunfo de Trump, en suma, implica que EE.UU recupera su extraordinario poder político como expresión de la primera superpotencia global, y deja atrás definitivamente la honda anomalía que experimentó en los 4 años de Joe Biden.
Como consecuencia de esto, Trump se ha convertido en el principal adversario del status quo en todas partes del mundo al mismo tiempo.
Lo que está en juego en EE.UU. hoy es el destino del mundo en el siglo XXI.
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