Teenage Fanclub debutó en la Argentina: la banda que no supo ser Nirvana ni Oasis porque prefirió mirar atrás sin ira ni vergüenza

“Canciones como soles”. Así, como los definió alguna vez uno de sus mayores exégetas, el novelista inglés Nick Hornby, suenan las canciones de los escoceses Teenage Fanclub, debutantes absolutos en la Argentina, en esta avanzada del festival Primavera Sound que este año no llegó en todo su despliegue festivalero pero que no quiere perder pisada en nuestro país.

Y sí, algo de eso hay, en plena noche invernal porteña. Cada vez que alguno de los cinco músicos se acerca a su correspondiente micrófono, su voz armonizará con un buen grado de calidez y eficiencia, pese al trajín de esas gargantas y la edad ya no tan solar. Pero sí, sus melodías, compuestas esencialmente en los años ‘90 en la mayor parte del repertorio, tienen un grado de atemporalidad mayúsculo.

Norman Blake. El cantante, guitarrista y fundador de la banda escocesa, anoche en el ART Media. Foto de prensaNorman Blake. El cantante, guitarrista y fundador de la banda escocesa, anoche en el ART Media. Foto de prensa

De ellos, pendulares contemporáneos de Nirvana y Oasis, podría decirse que podrían haber sido tan grandes como las dos bandas que definieron la década, pero que hacia su cuarto disco (Grand Prix, 1995) prefirieron afincarse en un modelo clásico y no innovar.

De Nirvana estuvieron cerca cuando sus respectivos segundos discos (Nevermind de los americanos y el Bandwagonesque suyo) fueron las grandes apuestas del sello multinacional de David Geffen en 1991, llegando incluso el de los británicos a tener algunas preferencias en la prensa y compartiendo con la banda de Kurt Cobain (que se declaraba admirador de sus colegas) algunos shows. Noel Gallagher, tiempo después, lo condecoró con elogios poco habituales.

Pero la banda que lidera el amable Norman Blake no tuvo esa voluntad de ir a más ni acaso el carisma de los otros. No tuvieron grandes titulares para dar, escándalos para condimentar ni cortes de pelo que viralizar. Tampoco, vale decir, porque no es cuestión de tirarles una alfombra roja solo para hacerlos triunfales en todo contraste, hicieron sus mejores discos cuando su talante pasó de primos piolas a tíos amables y conservadores. Prefirieron jugar en la sombra, aprobar con 4 y soltar dos o tres pepitas por discos, para renovar su leyenda.

Un clásico power pop

Su música, y el show no lo desmintió, está estructurada en lo que se puede llamar las cuatro “B” del pop más clásico, caucásico e indiscutible: Beatles, Byrds, Beach Boys y Big Star. Y, siendo escoceses, podríamos agregar el de Badfinger, aquel grupo apadrinado por los Beatles que junto a The Who y The Move aparece como pionero del power pop y que tuvo un andar corto y trágico.

Teenage Fanclub. Casi cuatro décadas de carrera y un repertorio bien repartido. Foto de prensaTeenage Fanclub. Casi cuatro décadas de carrera y un repertorio bien repartido. Foto de prensa

El show, fluído, recorrió de manera equilibrada todos sus discos. eligiendo empezar con Tired of Being Alone, de su más reciente Nothing Lasts Forever (2023). Amables pero no demasiado declamadores, fueron con una lista equilibrada y se llevaron del público argentino la habitual sorpresa del coreo de una parte instrumental de una canción, en este caso de la muy solicitada Neil Jung, un título juguetón donde reemplazan fonéticamente el apellido de la leyenda canadiense (Young) por el del suizo fundador de la psicología analítica.

En los bises, como tema final, luego de ser anunciado como el que cierra siempre sus shows, hicieron una única concesión a su primer álbum, A Catholic Education. Y fueron con el extraordinario single Everything Flows (Todo fluye), acaso uno de los más grandes ejemplos en la historia moderna de lo que podría ser llamado “zen rock”.

Teenage Fanclub. Elogiados por sus pares generacionales (Nirvana, Oasis) tocaron por primera vez para el público argentino. Foto de prensaTeenage Fanclub. Elogiados por sus pares generacionales (Nirvana, Oasis) tocaron por primera vez para el público argentino. Foto de prensa

Y el destilado de aquellos primeros días de rock más turbio, ruidoso y juvenil es un devenir sublime, donde Blake, más como el adolescente confundido y arrojado que la compuso que como el gran poeta simbolista con el que comparte apelativo, canta: “Nunca sabré hacia dónde fluir/ establezco un rumbo que no conozco”.

Y así fue, el primer tema de su discografía fue el último de la noche. Como si todo lo aprendido en el arte de manufacturar canciones no hubiese sido otra cosa que un desaprendizaje.

fuente: CLARIN

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