El tercer día del juicio por el femicidio de Catalina Gutiérrez estuvo marcado por el crudo relato de las peritos forenses, que reconstruyeron las últimas horas de la joven. Néstor Soto, el acusado, escuchó todo con la cabeza gacha, sin mostrar su rostro en ningún momento.
Los detalles fueron escalofriantes. Catalina fue hallada dentro de un automóvil y, según la autopsia realizada el 18 de julio, su cuerpo presentaba múltiples golpes, hematomas y signos de estrangulamiento. Los forenses confirmaron que ninguna de las heridas fue letal por sí sola, lo que refuerza la hipótesis de que la causa de muerte fue asfixia mecánica. También se hallaron restos de cinta adhesiva gris en su cabello y pegamento en los brazos y cabeza.
A medida que avanzaba la descripción de las lesiones, los padres de Catalina no pudieron contener el dolor. La madre lloraba en silencio, secándose las lágrimas con un pañuelo, mientras el padre la abrazaba. El vocal del tribunal les ofreció retirarse, entendiendo la dureza del relato, pero decidieron quedarse.
Las peritos fueron contundentes: las quemaduras en los brazos y manos fueron postmortem. Pero los golpes en piernas y brazos indican que Catalina intentó defenderse. Durante todo el testimonio, Soto se mantuvo cabizbajo. Solo al terminar el relato, levantó la mirada por primera vez.
