¿Puede ser mejor el sexo casual que el sexo en pareja? ¿O acaso es al revés? Cada encuentro sexual tiene sus propias características, así como también cada persona lo vive de un modo particular. Sin embargo, existen algunas generalidades que pueden describir al sexo ocasional y también al sexo en un vínculo estable.
La psicóloga y sexóloga Gabriela Simone señaló a Clarín que “vivimos una época en que los vínculos, las expectativas y las formas de erotismo se multiplican. Ya no basta con pensar en relación estable o una aventura fugaz: muchas personas transitan zonas intermedias, híbridas, cambiantes”. En ese marco, las posibilidades son tan numerosas como personas habitan este mundo.
“No hay una única forma correcta de vivir la sexualidad. Lo que importa —y lo clínicamente relevante— no es tanto el nombre del vínculo, sino la calidad del mismo, la claridad del consentimiento, la comunicación, la coherencia consigo mismo y con el otro”, aseguró.
¿Es mejor el sexo casual que el sexo en pareja? Ante esta pregunta, la especialista afirmó: “No existe una respuesta universal: no tiene sentido afirmar que el sexo casual sea mejor que el sexo en pareja —o viceversa— de modo absoluto. Lo que puede ser mejor para una persona en un momento dado, puede no serlo para otra: depende del deseo, del contexto, del ánimo, de lo que busca la persona en ese momento”.
Para Simone, el sexo casual —bien gestionado, con claridad, consentimiento, respeto y autocuidado— puede ofrecer libertades valiosas: la posibilidad de explorar el deseo sin ataduras, de reconocerse, de vivenciar sensaciones intensas, de tránsito entre placer y autoconocimiento.
El sexo casual —bien gestionado— puede ofrecer libertades valiosas. Foto ilustración Shutterstock.Sin embargo, advirtió, ese camino también conlleva riesgos: en algunos contextos (sobre todo cuando no se revisan las motivaciones conscientes, hay vulnerabilidades emocionales, expectativas difusas o presiones sociales) pueden aparecer malestar psicológico, culpa, ansiedad y sensación de vaciamiento.
Lo que muchas veces se celebra como ganancia en el sexo casual —lo inesperado, lo distinto, lo fugaz— puede, en otros casos, dificultar la conexión con el propio cuerpo, con el deseo real, con la intimidad. El misterio y la inmediatez tienen su valor para generar deseo, pero a la vez pueden impedir que el encuentro se transforme en un espacio de disfrute profundo, de contención emocional, de cuidado mutuo, dijo la sexóloga.
Por su parte, el sexo en pareja —con sus condiciones de compromiso, intimidad, historia compartida y confianza— tiene ventajas específicas que no suelen darse en un encuentro casual. Simone destacó:
- Permite construir un espacio de seguridad emocional donde las personas pueden lentamente “soltarse”, confiar, mirar sus temores, inseguridades o vergüenzas, sin el peso de la inmediatez. Esa base puede ser clave para quienes tienen ansiedad de desempeño, miedo a mostrarse vulnerables, inseguridades respecto de su cuerpo o su deseo.
- Proporciona un contexto de exploración más profundo: con el tiempo se va conociendo al otro, sus ritmos, sus sensibilidades, sus límites, sus deseos. Eso enriquece la sexualidad.
- Facilita la comunicación, la negociación de deseos, fantasías, límites, lo que amplifica las posibilidades de placer, seguridad, mutuo cuidado.
- Aporta bienestar más allá del sexo: la intimidad, el vínculo afectivo, la confianza mutua y la contención emocional, aspectos que con frecuencia contribuyen al bienestar general.
Lo más saludable no es priorizar un formato por encima de otro, sino evaluar qué busca cada persona o pareja. Foto ilustración Shutterstock.En síntesis, enfatizó, lo más saludable no es priorizar un formato por encima de otro, sino evaluar qué busca cada persona o pareja, cuáles son sus necesidades, sus valores, su capacidad de autocuidado, su deseo de intimidad y su historia emocional. “Es en ese terreno donde cada persona, cada cuerpo, cada vínculo, puede encontrarse con el placer, la seguridad, la intimidad que busca”, afirmó Simone.
La idealización del sexo casual
La especialista (en Instagram, @licenciadagabysimone) admitió que es muy común que el sexo casual caiga en una suerte de idealización. “Muchas veces se idealiza lo nuevo, lo provocador, lo sin ataduras como sinónimo de deseo, libertad y pasión”.
Sin embargo, advirtió, “esa idealización puede ser engañosa: proyecta fantasías sobre lo que no se conoce, alza expectativas sobre intensidad y novedad sin imaginar vulnerabilidades, ambivalencias, posibles heridas”.
En su experiencia, resaltó, muchas veces se observa que esa idealización responde a insatisfacciones relacionales o a la búsqueda de recuperar deseo, más que a deseo auténtico por otra persona.
Simone: “Muchas veces se idealiza lo nuevo, lo provocador como sinónimo de deseo, libertad y pasión”. Foto ilustración Shutterstock.
Cómo mantener el buen sexo en la pareja
Según la sexóloga, mantener el deseo y el placer en la pareja a lo largo del tiempo no depende de secretos mágicos sino de decisiones conscientes, cuidado mutuo, curiosidad y de la construcción de espacios de erotismo que trasciendan la cama.
En esa línea, recomendó:
1- Comunicación honesta, abierta y continua
- Conversar regularmente sobre deseos, fantasías, límites, expectativas. No esperar que todo surja espontáneamente o que la otra persona adivine. Esa comunicación construye seguridad emocional y permite adaptar la sexualidad a las necesidades de ambos
- Escuchar activamente: entender lo que le pasa al otro —cambios de deseo, inseguridades, miedos, necesidades — sin juicio. Esa apertura fortalece la intimidad, la confianza y reduce la presión del debe ser
La comunicación honesta, abierta y continua es fundamental. Foto ilustración Shutterstock.
2- Recuperar y cultivar la intimidad cotidiana (no sólo sexual)
- Incorporar gestos de contacto físico diario: caricias, abrazos, besos, proximidad, toques suaves (no con la exigencia de sexo o de orgasmo, sino como manera de mantenerse conectados).
- Crear espacios de intimidad emocional: conversar, compartir tiempo de calidad, salir juntos, reconectar más allá del erotismo. Esa cercanía emocional sostiene el vínculo sexual en el largo plazo.
- No asumir que el deseo comienza sólo en la cama: valorar lo erótico como algo que puede activarse en cualquier momento del día con miradas, caricias suaves, mensajes, juegos y pequeños rituales de conexión.
3- Introducir novedad y creatividad: reactivar la curiosidad y la excitación
- Alternar la rutina sexual: no siempre lo mismo, no siempre el mismo horario, ni el mismo lugar, ni la misma dinámica. Cambiar escenarios, ambientación, roles y estímulos, ya que esto puede activar el deseo y la sorpresa.
- Explorar fantasías compartidas: conversar sobre lo que le excita a cada uno, lo que les gustaría probar, sin tabúes. Transformar fantasías en consensos, sentidos como juego y deseo.
- Retomar prácticas de erotismo más allá del coito: masajes, caricias, juegos sensoriales, exploración del cuerpo, preludios prolongados.
Explorar fantasías compartidas es una valiosa herramienta. Foto ilustración Shutterstock.
4- Reconocer y respetar las diferencias individuales y temporales del deseo
- Entender que el deseo fluctúa: hay momentos de más deseo y momentos de menos. Cambios hormonales, estrés, cansancio, cambios de vida y la rutina pueden afectar la libido.
- No confundir deseo con obligación: no forzar el sexo como deber sino como deseo compartido, como un espacio de encuentro, vínculo y confianza. Cuando cumplir se vuelve rutina, todo puede apagarse.
- Atención al autocuidado individual: descanso, salud, bienestar emocional, gestión del estrés son factores que influyen en la libido y en la posibilidad de vincularse desde el deseo.
No confundir deseo con obligación, un punto esencial. Foto ilustración Shutterstock.
5- Renovar la complicidad erótica como práctica consciente de pareja
- Convertir el erotismo en un proyecto compartido: planificar salidas de pareja, citas, escapes, encuentros diferentes al cotidiano para reconectar con el otro fuera de la rutina. Esto remueve la seguridad confortable y activa deseo, curiosidad y expectativa.
- Ver el deseo como un jardín que requiere cuidado continuo, no como llama que se mantiene sola: precisa atención, comunicación, espontaneidad y escucha. A veces vuelve con fuerza si se siembra con atención, creatividad y respeto mutuo.
- Recordar los orígenes de la relación: a menudo, los primeros meses/etapas de pareja están cargados de deseo, fantasía y curiosidad. Revisitar mentalmente —y en la práctica— esos momentos puede ayudar a reconstruir deseo: recuperar rituales, gestos, descubrimientos y complicidad.
El deseo no es una cualidad estática ni automática. Foto ilustración Shutterstock.
6- Apostar a la intimidad consciente: deseo como construcción compartida
- El deseo no es una cualidad estática ni automática. No siempre es “fuego espontáneo”. Muchas veces es fruto de un trabajo consciente, de cuidado, de vulnerabilidad, de apertura, de creatividad compartida. Y como tal, merece un espacio de respeto, de cuidado, de diálogo y de experimentación acompañada.
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