
Sam Altman es uno de los personajes más influyentes de la década. Su velocidad de reflejos y su capacidad para hacer negocios lo llevaron a la cima en estos años de pantallas, inmediatez, reel y productividad a mil kilómetros por hora.
Cofundador con Elon Musk de OpenAI, es quien metió a la Inteligencia Artificial (IA) en las computadoras y celulares de todo el mundo, una tecnología que hasta entonces sonaba sólo en el ámbito empresarial y militar.
Altman bautizó ChatGPT al programa que “democratizó” el uso de la IA Generativa, mientras que en paralelo, se convertía en multimillonario: se estima que su fortuna supera los 2.000 millones de dólares.
Nacido el 22 de abril de 1985 como Samuel Harris Altman, en Chicago, EE.UU., y creció en un suburbio de San Luis, Missouri. Hijo de una médica dermatóloga y de un corredor inmobiliario, es el mayor de cuatro hermanos. Se formó en un clásico entorno conservador estadounidense de clase media donde, según contó, Internet fue su refugio para sobrellevar su homosexualidad. Altman se casó el año pasado con el ingeniero de software Oliver Mulherin, en una ceremonia íntima en Hawaii.
Tuvo su primera computadora a los ocho años. Estudió Ciencias de la Computación en la Universidad de Stanford, pero abandonó la carrera en 2005 para crear Loopt, una aplicación de geolocalización que ofrecía a los usuarios compartir su ubicación por el celular de forma selectiva con otras personas. Altman tenía 19 años. Siete años después vendió la compañía en 43 millones de dólares. Ese negocio lo puso en el mapa de California.
Pero antes de que los ojos de Silicon Valley se posarán cobre él, Altman ya lo había hecho. Un año antes, había comenzado como socio a tiempo parcial en Y Combinator, una aceleradora de alto perfil que empujó a empresas como Airbnb, Stripe y Dropbox.
En febrero de 2014 Altman fue nombrado presidente de Y Combinator al tiempo que, según sus cálculos, la valoración total de las empresas de la compañía había superado los 65.000 millones de dólares.
En 2015 arrancó OpenAI junto a Musk, Peter Thiel (cofundadores de PayPal) y Reid Hoffman (cofundador de LinkedIn) con una promesa altruista: desarrollar inteligencia artificial “para el beneficio de la humanidad”. Solo para arrancar lograron recaudar mil millones de dólares por financiamientos externos.
A pesar de que la empresa fue fundada casi como una asociación sin fines lucro, hace un buen tiempo que dejó su espíritu open source, al punto que hasta Microsoft (emblema del establishment tecno) invirtió más de 10 mil millones de dólares en ella y convirtió a OpenAI en el eje de su estrategia.
Eso fue en parte el inicio de la ruptura de su relación con Elon Musk, quien acusó a OpenAI de traicionar su espíritu original al asociarse con el gigante de Seattle. Altman respondió con ironía y, sin nombrarlo, afirmó que el multimillonario de Tesla “odia perder”.
Ya sin Musk a su lado, Altman se regodeó al estar solo en el trono y apuntaló a ChatGPT, la aplicación de Inteligencia Artificial Generativa que vio su primera versión en 2022. Por el impacto que tuvo, la IA se convirtió en el salto tecno más importante desde la aparición de Internet.
Su facilidad de uso hizo que pronto millones de personas en el mundo comenzaran a implementarla en su vida cotidiana. Estudiantes, abogados, médicos, docentes, diseñadores, casi todos comenzaron a sumarla en sus tareas. Y hoy ya se utiliza también para organizar tiempo de ocio, por ejemplo para armar viajes de vacaciones.
El capítulo más insólito en la historia de Altman sucedió en noviembre de 2023, cuando fue despedido de OpenAI, su propia empresa. Lejos de la historia oficial, The New Yorker informó que su salida se debió a que él buscaba manipular y distanciar a la Junta Directiva de la empresa, hablándole mal a cada uno de los miembros de los otros. Como sea, la rebelión ejecutiva duró poco: Altman asumió de nuevo como la cabeza de la firma cinco días después, tras lograr el apoyo de Microsoft y otros inversores.
Con todo, aunque Altman es el padre de ChatGPT, no lo es de la Inteligencia Artificial. IBM Watson es un sistema de IA que se lanzó en 2006 con la idea de superar los límites del procesamiento de datos tradicional. Sólo para citar otro caso anterior en el mundo de las empresas privadas, Google compró DeepMind en 2014, una firma inglesa de investigación y desarrollo de Inteligencia Artificial.
La diferencia entre aquellos y ChatGPT es que Altman se focalizó en ingresar la IA a cada hogar, con un programa entrenado para responder a un lenguaje natural del hombre de a pie, con un estilo narrativo cercano al humano. Los otros buscaban acelerar negocios y potenciar la productividad de empresas.
Se podría decir que Altman no inventó nada. ¿Pero quién inventó algo? Steve Jobs lanzó en junio de 2007 el iPhone. Sin embargo, el primer teléfono celular con pantalla táctil fue el IBM Simon, de 1994. Eso sí, pesaba medio kilo y su batería duraba una hora.
Bill Gates lanzó la primera versión popular de Windows en 1990, que tuvo un gran éxito comercial al vender 2 millones de copias en sus primeros seis meses. Sin embargo, el primer sistema operativo con ventanas en el mercado de consumo fue Xerox Star en 1981, que introdujo una interfaz gráfica de usuario basada en ventanas, íconos, menús y un mouse.
El gran mérito de los tres (Altman, Jobs y Gates) es que supieron lanzar un producto hiper masivo en el momento exacto. Cuando la tecnología para producirlo ya estaba disponible y los consumidores podían acceder al hardware y software que permitía correr muy bien esa tecnología en millones de escritorios o bolsillos.
Uno de los pasos más polémicos que dio Altman es Worldcoin, la compañía de criptomoneda biométrica que cofundó en 2019 y escanea el iris de los usuarios para que se unan a su red, obteniendo así un registro de cada persona. España, Portugal y otros países ordenaron a Worldcoin que borre de sus registros los datos que tiene de sus ciudadanos.
Explican que por la crisis económica, Argentina es uno de los países donde más inscripciones logró Worldcoin, llegando a unos 2 millones de argentinos que “ofrecieron su iris” a cambio de unos 50 dólares.
Hace unos días Altman y Argentina se volvieron a cruzar. OpenAI anunció un acuerdo junto con la empresa argentina Sur Energy para avanzar en la construcción de un mega data center de Inteligencia Artificial en la Patagonia. La inversión, dicen, podría alcanzar los 25.000 millones de dólares.
—
fuente: Inteligencia Artificial a todos los hogares”> GOOGLE NEWS