
Bajo la protección de una Santa Rita regada con agua bendita de las monjas, hay una usina de energía intelectual más poderosa que toda la electricidad de EPEC. Es Rubén Libros, la histórica librería ubicada en pleno microcentro cordobés, que desde 1979 recibe a lectores, escritores y curiosos.
Fundada por Rubén Goldberg, periodista y librero con más de 60 años de trayectoria, el lugar es mucho más que un comercio: es una catedral laica para los creyentes en la palabra escrita. Quien entre, no solo encuentra novelas, ensayos y poesía, sino también una conversación, una recomendación, una historia.

Un templo cultural con perfume propio
Rubén tiene un carisma único. A veces te saca a la vereda, al lado de la vidriera, y te cuenta algún secreto de la ciudad como si fueras parte de una cofradía. Puede ser una historia sobre Ernesto Sábato (que casi presenta un libro y huyó por falta de agua), una anécdota política o un dato literario con perfume de verdad revelada.
El espacio está lleno de capas: de libros, de sentido, de tiempo. En sus estantes descansan volúmenes que nadie se anima a contar. Ni el propio Rubén quiere saber cuántos son. “Jamás lo quise saber”, dice. Tal vez por miedo a que tanta palabra junta provoque una inundación de ideas.

Una comunidad que resiste
Cada diciembre, el último viernes del año, Rubén ofrece una copa a lectores, docentes, autores y amigos. Es su modo de brindar por la cultura y renovar el pacto de resistencia: seguir apostando por los libros, por la ciudad, por el encuentro.
En tiempos donde todo parece acelerado, Rubén Libros propone otra lógica: la del tiempo literario. Ese que se saborea lento, entre charlas, estanterías y ventanas que miran hacia adentro.

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