
Era de madrugada en el Cilindro y el único rastro que quedaba de los hinchas eran los tirantes celestes y blancos. Por el pasaje Corbatta se percibía un clima pesado que poco tenía que ver con la tormenta que inundó el empedrado y las calles aledañas en Avellaneda. Racing está irrespirable. De aquel equipo que ganó dos títulos internacionales en apenas cuatro meses solo permanece el recuerdo de gloria, cada vez más difuso por su deplorable campaña en el Torneo Clausura. Y justo cuando septiembre comienza desplegar las hojas de su calendario, asoma un mes decisivo. En apenas treinta días, la Academia se juega el año y Gustavo Costas su cargo.
El equipo atraviesa una crisis. Con cinco derrotas consecutivas en casa, una ante Platense en los playoffs del Torneo Apertura y cuatro en este campeonato (Barracas Central, Tigre, Estudiantes y Unión), alcanzó el peor registro de su historia. Está penúltimo en la Zona A, con 4 puntos obtenidos sobre 21 disputados. Y con la excepción de la única victoria ante Belgrano, recibió goles en todos los partidos. Actualmente, está afuera de la zona de copas internacionales de 2026. Ni siquiera está logrando acceder a la Sudamericana. Y en este contexto, se vienen seis partidos exigentes.
El fixture puede resultar una condena porque tendrá que afrontar tres clásicos, uno que se le parece bastante y dos mano a mano con Vélez en los cuartos de final de la Libertadores. El costado positivo es que difícilmente se pueda jugar peor y hay una docena de días por delante hasta el choque con San Lorenzo, el viernes 12 en el Cilindro, por la 8ª fecha del Torneo Clausura.
Después, jugará la ida ante Vélez en Liniers (el 15); será visitante de Huracán por la 9ª fecha (el 19); afrontará la vuelta con el Fortín en Avellaneda (el 22); recibirá a Independiente en el derbi (el 28) y llegará el turno de River, por los cuartos de final de la Copa Argentina, en principio el 1° de octubre, más allá del deseo de la dirigencia que encabeza Diego Milito, quien prefiere que se dispute la segunda semana del mes que viene.
“Es la gloria o Devoto”, le confiaron a Clarín cerca del cuerpo técnico que conduce Costas. La realidad es que hoy, por el nivel que mostró el equipo en los últimos partidos, está más cerca de la figura carcelaria que de la foto que se transformó en bandera, con el entrenador alzando la Sudamericana en Asunción. Los resultados, en definitiva, son consecuencia de un rendimiento subterráneo de sus individualidades que hace colapsar el funcionamiento colectivo y no encuentra respuestas desde el banco.

Francisco Berscé fue contundente en la conferencia de prensa. “Tenemos que levantar el nivel. En lo emocional, físico y táctico. Hay muchos jugadores que están en un bajo nivel, tenemos que mejorar. Asumimos toda la responsabilidad. Tenemos cosas por mejorar o cambiar. A lo mejor, hay que cambiar algunas cosas. No hablo de un jugador puntual o de sistema. Pero así hay algo que no va…“, dijo la mano derecha de Costas, que no asistió a la conferencia de prensa porque estar suspendido. “No estamos bien a nivel colectivo e individual. Hay que analizar, trabajar y afrontar cada partido que venga. Nos tiene que movilizar lo que viene. Vamos a jugar cada tres días”, enfatizó Pepi.
Estas declaraciones tuvieron buena recepción en la dirigencia, a la que empiezan a cuestionar desde las redes sociales. A fin de cuentas, cuando los resultados no se dan, se apunta al presidente, por más que en este caso -y aplica la literalidad- no haga más goles. Milito es consciente de que se bajó del póster y tiene que lidiar con sus decisiones. También Costas que ganó el derecho a la renovación del contrato. Y aunque no está en duda su continuidad, es una realidad que todo depende de su suerte con Vélez. Llegar a las semifinales de la Libertadores después de 29 años taparía cualquier agujero.
Berscé habló del declive individual. El caso más preocupante está en el arco. Gabriel Arias es el capitán, pero se transformó en un arquero que no brinda garantías. Se lesionó en la 2ª fecha contra Belgrano, volvió apurado ante Peñarol en Montevideo y tuvo la culpa en 5 de los 10 goles que recibió. En el duelo de vuelta con Peñarol, Costas lo reemplazó durante el final del partido para que Facundo Cambeses atajara en una definición por penales que se evitó gracias al gol de Franco Pardo. Al neuquino no le gustó. El propio jugador lo reconoció. Todo quedó aclarado, incluso hasta hubo una foto con el entrenador y guantes de box. “Pelearle con Gustavo sería como pelearme con Racing”, dijo el número uno. Ahora, nadie puede garantizar que conserve el puesto.

¿Será momento de archivar la línea de tres en el fondo? Racing casi no tocó el esquema desde que Costas es el entrenador. Pocas veces jugó con cuatro atrás y no parece haber plan B. Contra Unión desarmó el mediocampo y terminó jugando con cinco delanteros. Falta elaboración. Si Agustín Almendra no está lúcido, el equipo se conecta con pelotazos y ya se está haciendo previsible. Luciano Vietto arrastra una lumbalgia. Recién pudo jugar un rato ante los santafesinos. Matías Zaracho no termina de recuperarse de un desgarro en el recto anterior izquierdo. No juega desde el 29 de mayo. El domingo estuvo en el banco, pero no ingresó. Ambos son los futbolistas con los contratos más altos del plantel.
Los refuerzos, por ahora, mostraron pocas luces. Se fueron Maximiliano Salas, Juan Fernando Quintero y Roger Martínez, campeones de la Sudamericana. Duvan Vergara, Richard Sánchez, Tomás Conechny, Adrián Balboa y Elías Torres mostraron poco y nada. Hasta ahora rindió Pardo. Y Marcos Rojo solo jugó un partido. Todos llegaron por la vía de la secretaría técnica que conduce Sebastián Saja con el aval de Costas. Por ahora, el salto de calidad del que el presidente habló durante la campaña no se ve reflejado en la cancha.
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