
¿Alguna vez escuchaste un “veto”? En Estados Unidos y en otros tantos países del mundo, el presidente puede ejercer su “derecho a veto” de una ley sancionada por el parlamento o Congreso. Muchos ignoran que esta potestad proviene de la República romana, en el siglo VI a.C. y que nació como una acción para proteger a la plebe (el pueblo) de las elites gobernantes.
De hecho, la página oficial de la Casa Blanca indica que, al recibir un proyecto de ley aprobado por el Congreso, el presidente tiene varias opciones. Una es no tomar ninguna decisión en el plazo de diez días. Entonces, el proyecto se convierte en ley. Pero si el Congreso no está sesionando, el proyecto se hunde mediante el llamado veto de bolsillo (pocket veto) y el Congreso deberá iniciar todo el proceso legislativo.
Si está de acuerdo con la iniciativa, el primer mandatario puede firmarla y convertirla en ley con su rúbrica. Pero en caso de que considere que la ley es una mala política, el presidente puede anularla mediante el veto explícito. El Congreso, a su vez, puede anularlo obteniendo dos tercios de los votos de cada cámara (Representantes y Senado).
Aunque en la actualidad, el veto es un poder del presidente para anular normas que considera contrarias a sus políticas o perjudiciales para el país, en la Antigua Roma tenía un significado bastante parecido ya que apuntaba al equilibrio de poderes.
Qué significa veto: “yo impido” o “yo prohíbo”
En la República romana, el veto surgió como intercessio, un poder otorgado a los tribunos de la plebe para proteger a los plebeyos frente a los patricios del Senado. Los tribunos declaraban simplemente “veto” para anular leyes, decretos o acciones de magistrados, como los cónsules. Este mecanismo era una manera de mantener el equilibrio entre poderes y evitaba abusos.
La intercessio era el derecho de veto de un magistrado sobre las decisiones de otro de igual o menor rango durante la República y estaba basado en el principio colegiado de las magistraturas para prevenir los abusos de poder. Surgió tras la expulsión de la monarquía en el siglo VI a.C. y permitió que los cónsules se anularan mutuamente en decretos, convocatorias o elecciones.
Naciones Unidas. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad pueden vetar resoluciones. Foto: Charly Triballeau/Agence France-Presse.Los cónsules, por ejemplo, alternaban el mando mensual, pero el ausente podía ejercer intercessio para bloquear al activo, anulando sus actos mediante su imperium. Esta potestad se extendía a censores o pretores, paralizando deliberaciones senatoriales o propuestas legislativas.
Los tribunos de la plebe eran magistrados electos y el veto era su herramienta política más poderosa, ya que permitía anular leyes o decisiones que consideraban perjudiciales para el resto de los ciudadanos.
Las profundas implicancias del veto en el siglo XXI
- Naciones Unidas. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) pueden impedir la aprobación de cualquier resolución. Un voto negativo de cualquiera de estos países bloquea la resolución, aunque haya mayoría en favor. El sistema fue diseñado para proteger los intereses de las principales potencias fundadoras de la ONU y evitar que la organización actúe en contra de ellas.
- Unión Europea. Los gobiernos de los 27 países de la UE pueden vetar decisiones sobre asuntos exteriores, ampliación y presupuesto si consideran que perjudican sus propios intereses. Es un sistema basado en la unanimidad y hace que la UE sea lenta en la toma de muchas decisiones.
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