
En un nuevo capítulo de la histórica rivalidad entre Texas y California, los dos estados más poblados de Estados Unidos protagonizan una pulseada política clave rumbo a las elecciones legislativas de 2026.
En el centro del conflicto está el intento del expresidente Donald Trump de redibujar el mapa electoral de Texas para fortalecer su base republicana en el Congreso, mientras que los demócratas californianos, liderados por el gobernador Gavin Newsom, impulsan su propia estrategia de rediseño de distritos para neutralizar esa jugada.
La maniobra republicana en Texas
El lunes, los demócratas de la Cámara de Representantes de Texas bloquearon temporalmente el avance de una propuesta de redistritación promovida por Trump. Esta reforma apunta a ganar cinco escaños adicionales para los republicanos en el Congreso federal, en un momento en que su figura política muestra signos de desgaste.
Para frenar el proyecto, más de 50 legisladores demócratas abandonaron el estado, impidiendo que la Cámara texana alcanzara el quórum necesario para votar. El gobernador republicano Greg Abbott respondió emitiendo órdenes de arresto civil para los legisladores ausentes, aunque su autoridad no se extiende fuera de Texas.

El presidente de la Cámara, Dustin Burrows, advirtió sobre posibles consecuencias, incluyendo multas diarias de $500 para los legisladores que no se presenten. Sin embargo, los demócratas insisten en que la maniobra republicana es ilegítima y acusan a Abbott de manipular el sistema para favorecer a Trump en las midterms de 2026.
La respuesta desde California
Mientras tanto, en California, Newsom y el liderazgo demócrata están considerando un nuevo mapa electoral que podría eliminar hasta cinco escaños hoy controlados por los republicanos. Según fuentes cercanas al proyecto, la intención es llevar a 48 (de un total de 52) la cantidad de distritos en manos demócratas, lo que consolidaría el poder azul en la costa oeste y contrarrestaría la ofensiva en Texas.
El plan aún debe pasar por el proceso legislativo y ser validado por los votantes, quienes años atrás delegaron el rediseño de distritos a una comisión independiente. Sin embargo, Newsom ha señalado que si Texas avanza con su iniciativa partidaria, California hará lo propio. “No vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras la democracia se desmorona”, dijo.

Una batalla nacional por el control de la Cámara
Este choque entre Texas y California no es solo una cuestión estatal. En juego está el control de la Cámara de Representantes en Washington, actualmente en manos republicanas por un margen estrecho. Si los republicanos logran imponer su nuevo mapa en Texas, podrían asegurar su mayoría en 2026. Por el contrario, si los demócratas concretan su plan en California, podrían revertir esa ventaja.
Trump, por su parte, ha justificado su presión sobre Texas aludiendo a los mapas existentes en California: “Ellos lo hicieron primero”, declaró en una entrevista con CNBC. El expresidente ve en esta batalla un frente crucial para mantener su agenda viva en el Congreso, en un segundo mandato donde enfrenta oposición tanto interna como externa.
¿Y ahora qué?
Los legisladores demócratas de Texas no han revelado cuánto tiempo planean mantenerse fuera del estado. La historia sugiere que estas medidas suelen tener impacto limitado: en 2021, una situación similar retrasó pero no impidió la aprobación de una ley electoral restrictiva.
Para que la Cámara de Texas pueda sesionar, necesita dos tercios de sus 150 miembros. Los demócratas ocupan 62 escaños, y al menos 51 están participando del boicot.
Mientras tanto, el gobernador Abbott ha lanzado acusaciones infundadas sobre supuestos delitos cometidos por los legisladores ausentes, incluyendo la recaudación de fondos para cubrir posibles sanciones. En paralelo, demócratas como Ron Reynolds y Gene Wu insisten en que la pelea es por la defensa del sistema democrático y no solo por un puñado de distritos.
—