
El 4 de septiembre, Día Mundial de la Salud Sexual, invita cada año a reflexionar sobre los derechos, los mitos y la información que rodean a la vida íntima. Pero el tema no involucra solo a adolescentes: muchos adultos arrastran vacíos de educación sexual que impactan en sus relaciones, su placer y su manera de tomar decisiones sobre anticoncepción y cuidado. “La gran pregunta de muchos adultos es: ¿qué es normal para mi edad?”, explica Beatriz Literat, sexóloga clínica de Halitus Instituto Médico.
Haber crecido sin una educación sexual integral genera dudas que persisten durante toda la vida. Según Literat, los adultos muchas veces no han explorado su propio cuerpo, sienten culpa o vergüenza, desconocen la sexualidad de su pareja y les cuesta dialogar sobre estos temas.
¿Qué genera esto? Que “no saben tomar decisiones que atañen a la intimidad, confunden sexualidad con la sola genitalidad, están más expuestos al abuso sexual, a las enfermedades de transmisión sexual y mantienen creencias y tabúes que los avergüenzan y limitan su disfrute”, dice la sexóloga.
Además, “sienten que consultar a un profesional especialista sería una humillación porque no tienen el concepto de que la función sexual es un tema de salud como la función auditiva o digestiva”.
Entre preservativos y pastillas
Uno de los vacíos que persisten está relacionado con la información sobre anticoncepción. Según Literat, “la falta de asesoramiento profesional hace que se perpetúen tabúes y mitos de décadas anteriores, y que muchos adultos los sigan creyendo porque no están actualizados en el tema”.
Entre los hombres, por ejemplo, explica que aún existe la resistencia al uso del preservativo por creer que “disminuye la sensibilidad”: “Esto es un mito, ya que el material de los preservativos actuales y sus variantes, promueve justamente lo contrario, tanto para el hombre como para la mujer”.
Además, advierte que muchas mujeres temen los efectos secundarios de las píldoras o que puedan afectar su función reproductiva en el futuro.
Literat aclara que los anticonceptivos de última generación son seguros y permiten disfrutar de la sexualidad con mínimo riesgo cuando son recetados por un profesional idóneo.
Orgasmo femenino, aún rodeado de mitos
La idea de que el orgasmo femenino depende de la penetración también sigue muy presente. “Todavía una gran parte de la población femenina y masculina cree que la forma ‘normal’ de lograr el orgasmo femenino es a través de la penetración”, señala Literat.
En realidad, diversos estudios científicos demuestran que los orgasmos femeninos tienen que ver con el cerebro: “A través de las vías nerviosas, producen la reacción del clítoris femenino en la gran mayoría de las mujeres, generando los orgasmos con estímulos manuales u otros”.

Sin embargo, la cultura centrada históricamente en el placer masculino ha perpetuado esta creencia, generando que muchas mujeres se consideren “anormales” si alcanzan el placer por otras vías, y provocando preocupación entre los hombres.
Hablar de placer en pareja sigue siendo un desafío cultural. “Durante siglos la cultura priorizó el placer masculino y recién en el siglo XX se empezó a hablar del placer femenino como parte de la salud”, explica Literat, que señala que incluso los profesionales de la salud sienten dificultad para abordar estos temas, por lo que no sorprende que muchos adultos no encuentren palabras para expresarse ni sepan cómo comunicar lo que desean o sienten.
La sexualidad es dinámica
En cuanto a la diversidad sexual, Literat resalta que “la verdadera diversidad consiste en entender la sexualidad como absolutamente individual y diferente entre una persona y otra, como una huella digital. Cada sexualidad se construye con características biológicas, emocionales, culturales y espirituales, y se adapta a la edad y experiencias de la persona”.
Esta visión permite comprender por qué los patrones de deseo y conducta cambian a lo largo de la vida y cómo los prejuicios o desconocimientos pueden limitar la expresión plena de la sexualidad.

La pornografía también genera falsas expectativas. “Es ficción; los actores representan escenas ficticias y reiterativas, que, en su mayoría, reducen la sexualidad al solo impulso genital, que puede estimular la fantasía de las personas que observan, porque están representando expectativas muy idealizadas”, advierte Literat.
Indica, además, que ésta suele producir el descenso de la autoestima: “Creer que la pornografía muestra situaciones reales muchas veces produce disfunciones sexuales, porque se genera ansiedad por el propio desempeño sexual; y esa ansiedad inhibe la normal capacidad de la persona para disfrutar de lo que realmente puede experimentar”.
“Una persona mayor, con más experiencia y conocedora de sí misma, puede encontrar estímulo en esa exhibición fantasiosa o, por el contrario, deprimirse. Los adultos tienen que saber que la sexualidad real puede ser mucho más amplia, satisfactoria y variada que la reiteración de las escenas pornográficas”.
Finalmente, Literat sugiere cómo los adultos pueden “ponerse al día” en educación sexual: “Debería empezar por concurrir a una consulta con un o una sexólogo clínico, que es un profesional especializado en sexualidad. Generalmente, en una o dos consultas, se puede actualizar toda la información errónea y se erradican los mitos”.
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