
La psiquiatría ha recorrido un largo camino desde los años en que los tratamientos eran rudimentarios y uniformes para todos los pacientes.
Uno de los conceptos más prometedores es el de psiquiatría personalizada, cuyo objetivo es dejar de tratar a todos de la misma manera y adaptar las intervenciones a las características biológicas, psicológicas y sociales de cada persona.
En otras palabras, se busca predecir qué tratamiento será más efectivo y mejor tolerado para un paciente en particular. Para lograrlo, se integran múltiples fuentes de información: biografía, genética, neurobiología, historia clínica, estilo de vida, factores ambientales y datos recogidos en tiempo real mediante dispositivos electrónicos.
Un ejemplo frecuente es que un paciente con depresión pruebe uno, dos o más antidepresivos antes de encontrar el adecuado, proceso que puede llevar meses.
La psiquiatría personalizada aspira a acortar ese camino: si se conoce, mediante estudios genéticos, que una persona metaboliza lentamente ciertos medicamentos, el psiquiatra puede elegir otro desde el inicio, evitando efectos secundarios y aumentando las probabilidades de éxito.

Por qué su desarrollo será clave
Si bien la psiquiatría personalizada está en construcción, ya existen recursos útiles en la práctica cotidiana.
Uno es la farmacogenética, que estudia cómo los genes influyen en la respuesta a los psicofármacos, permitiendo elegir el medicamento y la dosis que pueden resultar más seguro, eficiente y adecuado ya que la variación genética de cada individuo afecta la respuesta que tendrá a los psicofármacos.
Laboratorios en varios países, incluida Argentina, ofrecen analizar los genes relacionados con el metabolismo de antidepresivos, antipsicóticos y estabilizadores del ánimo.
El resultado es un informe que clasifica a cada fármaco como recomendado, a usar con precaución o a evitar, según el perfil del paciente.
Otro avance importante es el uso de biomarcadores de neuroimagen. Técnicas como la resonancia magnética funcional permiten identificar patrones cerebrales asociados con mejor respuesta a determinados tratamientos.
Aunque su uso es todavía principalmente de investigación, es altamente factible que en poco tiempo sea de uso habitual.

También están en franco desarrollo los sistemas de monitoreo digitales, aplicaciones que registran el sueño, el ánimo y la actividad diaria. Estos datos permiten detectar recaídas de manera temprana y ajustar el tratamiento antes de que aparezca un episodio grave.
En los próximos años, la psiquiatría personalizada se expandirá en varias direcciones. Una de las más prometedoras es el desarrollo de modelos de inteligencia artificial que integren información genética, clínica y ambiental para generar recomendaciones de tratamiento.
Estas plataformas podrían funcionar como asistentes del psiquiatra, ofreciendo opciones basadas en grandes bases de datos y en la experiencia acumulada de miles de casos similares.
Uno de los mayores desafíos es que el acceso sea equitativo.
Para los pacientes, la promesa es clara: menos tiempo de sufrimiento, menos efectos adversos y más posibilidades de recuperación.
Para los profesionales, un desafío apasionante: aprender a combinar la ciencia de datos con el arte del vínculo, manteniendo siempre en el centro a la persona y no sólo a sus genes.
EM
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