
La elección del cardenal Robert Francis Prevost como nuevo Papa marcó un antes y un después. Por primera vez en la historia, la Iglesia Católica tiene un líder nacido en Estados Unidos, y justo cuando Donald Trump acaba de asumir su segundo mandato presidencial. El nuevo pontífice, que adoptó el nombre de León XIV, representa una mezcla singular: norteamericano de nacimiento, pero con fuerte experiencia pastoral en América Latina.

Herencia de tensiones
Durante el papado de Francisco, la relación con Trump fue todo menos cordial. Los cruces por la política migratoria, el cambio climático y el aborto dejaron cicatrices visibles. Francisco llegó a decir que “quien construye muros no es cristiano”, en referencia directa al muro fronterizo. Trump respondió con ataques velados y designaciones polémicas, como la del embajador Brian Burch, crítico feroz del Papa argentino.
¿Nueva etapa o más conflicto?
Con Prevost, algunos esperaban un acercamiento. Sin embargo, su cercanía con las reformas de Francisco y su historial ligado a causas sociales podrían chocar nuevamente con el estilo conservador de Trump. A eso se suman tensiones recientes, como una imagen generada por IA donde Trump aparece vestido como Papa, publicada en pleno luto por la muerte de Francisco, que generó repudio en la Iglesia.

León XIV entre dos fuegos
Prevost deberá caminar por una cuerda floja: mantener la herencia progresista de Francisco, contener la polarización interna de la Iglesia estadounidense y lidiar con un presidente al que muchos católicos apoyan, pero que él mismo podría ver con reservas. Su perfil dialoguista será puesto a prueba desde el primer día.