Por qué hay un “déficit financiero” oculto en las cuentas fiscales

El Presidente desde antes del inicio de su mandato, y posteriormente en varias ocasiones expresó que heredó un déficit fiscal del 15% del PBI. Cinco puntos a manos del Tesoro y diez en manos del BCRA. A los pocos meses se vanagloriaba de haber acabado con ambos . La pregunta que es necesario responder es si es esto es cierto o si entra en el terreno de la fantasía.

Pues bien, hay cierto consenso de que los cinco puntos de déficit que había a manos del Tesoro – el déficit operativo – fue eliminado con la medidas tomadas al inicio de su mandato y sobre todo merced a la licuación de los ingresos de vastos sectores sociales. El punto es dilucidar qué es lo que ha ocurrido con los 10 puntos de déficit en manos del BCRA que él, correctamente, declaró heredar.

Al respecto, lo cierto es que la deuda que estaba en manos del BCRA fue transferida mediante diversos mecanismos al Tesoro. Ahora los bancos ya no cuentan en su activo con títulos emitidos por el BCRA, sino con títulos emitidos por el Tesoro. Lo que hasta el año 2024 era deuda del BCRA en forma de Leliq y Pases Pasivos, ahora es deuda del Tesoro en forma de LECAP, Bontes, etc. Ninguna reducción ha habido de la deuda en pesos del Estado. Por lo contrario la misma se ha expandido. Cabe entonces llegar a una única conclusión: si el déficit que era causado por la deuda del BCRA de diez puntos del PBI ha desaparecido, – de lo cual se jacta el presidente – solo puede ser posible si las tasas de interés se han – virtualmente – pulverizado a cerca del 0%. Pero eso no ocurrió. ¿ Qué pasó entonces ?

Es en este preciso punto en el que suelen empezar a surgir graves errores conceptuales en un sector de la profesión de los economistas. Ocurre que suelen contabilizar la tasa de inflación como un “ingreso” contante y sonante del BCRA. Por poner un ejemplo: si la tasa de interés que remuneran los bonos estatales es de 3% mensual, y la inflación también es del 3% mensual, postulan que el déficit que ocasiona la deuda en pesos del Estado ha desaparecido por completo. Inconscientemente, en este erróneo pensamiento subyace la idea de que hay dos clases de pesos: pesos de primera, y pesos de segunda.

Para que quede claro: si los pesos generados a través del pago de intereses de la deuda estatal en pesos deben ser deflactados a los fines de calcular el déficit, no se entiende por qué los pesos generados en aumentos salariales estatales o en aumentos de jubilaciones, o en subas de transferencias a provincias no lo son. ¿ Se entiende ? Los pesos generados por déficit operativo son pesos nominales que no se deflactan, en cambio los pesos generados por déficit financiero – o decir cuasifiscal – para muchos, misteriosamente, deben ser deflactados. Y obvio, una vez deflactados son prácticamente inofensivos, como magnitud, debido a que la inflación “se come” virtualmente a la emisión monetaria previa.

Aquí opera una creencia sumamente extraña cuyo origen vendría bien que en algún momento se aclare. Hasta hace unos pocos años, a nadie se le hubiera ocurrido esta cruza de hormiga con elefante del déficit financiero o cuasifiscal “real” mientras el operativo se calcula de manera nominal. ¿ Por qué ahora el cambio de criterio entonces ? Lo cierto es que la medida del déficit cuasifiscal o financiero deflactados transforma a esta variable crucial en el fracaso de los planes económicos en Argentina en una cuestión que parece no tener casi importancia. Peor aún, por ese criterio antojadizo e incorrecto se llega al dislate de que cuánta más inflación mejor, porque la inflación genera superávit financiero. Una locura total.

Quien sin embargo siempre midió correctamente el déficit – hasta asumir – fue Javier Milei, quien no se cansaba de repetir que el déficit en manos del BCRA llegaba al 10% del PBI. Lo que debemos preguntarnos es cual es hoy ese déficit. Pues bien, la deuda del Tesoro asciende ahora a alrededor de 240 billones de pesos. Un 45% a tasa interés fija y otro 55% indexado a tasa de inflación o a dólar oficial. La tasa efectiva anual de esa deuda es de entre 30% y 36%. La deuda ajustable por inflación arbitra también a esa tasa, dado que esos bonos ajustables se colocan al precio que arbitra contra la tasa de interés. Si tomamos entonces una tasa anual promedio del 33%, el déficit anual de la deuda en pesos del Tesoro es de 79,2 billones de pesos. A un dólar de $ 1.200 estamos hablando entonces de 66.000 millones de dólares anuales. Tomando en cuenta un PBI de US$ 650.000 millones, resulta entonces que el déficit financiero en pesos está viajando ahora a un ritmo del 10,15% del PBI. A ello hay que agregarle el déficit financiero en dólares. Dado que la deuda en dólares es aproximadamente de US$ 200.000 millones, con una tasa promedio del 3,5% anual resulta que el déficit financiero en moneda extranjera es de 1,1% del PBI. Entre pesos y dólares el déficit financiero es de nada menos que del 11,25% anual, apreciablemente mayor al que Milei declara haber heredado.

Muchos se preguntarán cómo puede ser esto real. Otros ya hace rato comprenden como son los misteriosos meandros del interés compuesto combinado con una enorme expansión monetaria durante largos meses. Entre estos últimos – póngale el lector la firma – se encuentran el Presidente Milei, que tomó el poder con una masa monetaria (M3) aproximada de 46,2 billones en noviembre de 2023 y la triplicó a los actuales 132,5 billones sin haber podido lograr lamentablemente que al menos algo siquiera mínimo de esa expansión se haya traducido en un aumento de mínima relevancia de las reservas netas, lo que obligó a acudir de gran apuro al FMI. Nótese que al aumento de M3 del 187% le correspondió una inflación acumulada bastante similar del 209%. No debiera extrañar demasiado por qué el déficit financiero de 10% anual de noviembre de 2023 es hoy del 11,25% anual. Es imposible que el Presidente – profundo conocedor del tema déficit – no lo sepa. De otra manera, en abril no habría habido ningún apuro por golpear la puerta del FMI.

Muchos se preguntarán por qué si la masa monetaria real ( M3) es similar a la que había en noviembre 2023, la tasa de inflación es mucho menor. La razón es que el dinero estaba prácticamente remunerado a una tasa de interés similar a la tasa de inflación, o sea que su costo de oportunidad era prácticamente cero. Ahora, la tasa de remuneración de los Pasivos del Tesoro, que reemplazan a los anteriores Pasivos Monetarios del BCRA, es del orden del 33%, similar a la inflación corriente. Se verifica la vieja hipótesis de que en una economía donde se remunera el dinero mediante la emisión de más dinero, la tasa de remuneración del dinero es el determinante básico de la tasa de inflación.

Hemos visto que Milei estaba en lo correcto cuando decía que el BCRA tenía un déficit de 10% del PBI. Luego lo transfirió al Tesoro, y ese mismo déficit es ahora de 11,25% del PBI. Al calor de la emisión y del muy alto déficit, muchas cosas comienzan a cobrar explicación: por qué ya no se puede poner el dólar en el nivel que se quiere, por qué en abril hubo corrida y por qué hubo que ir corriendo al FMI a pedir préstamos gigantes. Si Milei no baja en serio y rápido ese mismo déficit que declaró heredar, los problemas probablemente reaparezcan más rápido que tarde.

fuente: CLARIN

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