
En medio de las presiones sobre el dólar y dificultades para estabilizar el esquema monetario, el Gobierno recibirá una inyección clave de recursos del Fondo Monetario en los próximos días. Según fuentes con llegada a Washington, el directorio se reunirá el jueves 31 para tratar la primera revisión del programa y se espera que desembolse US$ 2.100 millones, antes del receso en el organismo que comienza en agosto.
Los pasos contemplan un acuerdo técnico con el staff, la elevación del mismo al directorio ejecutivo y finalmente su aprobación. Argentina envió funcionarios en julio a Estados Unidos luego de la visita de una misión del FMI a Buenos Aires. Y este martes por la mañana el staff se habría reunido con el board en Washington, según informó Bloomberg. Tanto el Fondo como el Ministerio de Economía declinaron hacer comentarios.
Argentina se comprometió a acumular US$ 4.400 millones de reservas netas para junio, pero ante las dificultades para lograrlo el Fondo aceptó postergar la revisión hasta principios de julio. A cambio, el Gobierno abandonó la postura de no comprar reservas hasta que el dólar baje a $ 1.000 y desde junio comenzó a sumar dólares mediante la emisión de deuda, menores controles de capitales y compras del Tesoro.
El ministro de Economía, Luis Caputo, estimó semanas atrás que iba a alcanzar la meta de reservas en julio. Sin embargo, las consultoras del mercado son escépticas ante la menor afluencia de dólares del agro y una mayor cercanía de las elecciones. La Fundación Capital estimó en junio un faltante de US$ 3.500 millones para cumplir la meta, que en julio se profundizó por el pago de US$ 4.300 millones a los bonistas.
El Gobierno se demoró en comprar reservas por el temor a que una mayor presión sobre el dólar interrumpa la baja de la inflación. Por ese motivo, se descarta que deberá pedir una dispensa (waiver, en la jerga del FMI). “No llegan en julio a la meta por querer bajar el dólar a $ 1.000, una utopía. Cumplimos todas las metas salvo la de reservas, en donde nos darán un waiver“, dijo una fuente al tanto de las negociaciones.
En las últimas horas, el Fondo publicó un duro informe sobre la Argentina. Si bien en abril ya había advertido sobre una posición externa en 2024 más débil que lo sugerido por los datos macroeconómicos, en julio se estima una brecha externa mayor (de –3 a –1% del PBI), se identifican pasivos brutos más abultados, y se habla de un tipo de cambio real aún más apreciado, aunque con menor incertidumbre técnica.
El Gobierno reconoció en junio que esperaba un déficit de cuenta corriente del 2% del PBI, cinco veces más que el 0,4% estipulado en el acuerdo con el Fondo. En el nuevo informe, “se eleva la exigencia sobre el nivel de sostenibilidad externa al proponer una cuenta corriente normativamente más positiva (1,4% del PBI) y se subraya la fragilidad persistente del balance del sector público”, según Aurum.
El reporte además exige esfuerzos para estabilizar el déficit de dólares, y más reformas. Todo en un contexto donde el gobierno tuvo intervenir sobre las tasas (vía pases pasivos), las Lecap -según se rumoreaba hoy- y el dólar futuro. Luego de superar el 90%, la tasa de caución en pesos cerró hoy en 60% y el dólar en $ 1.275. Así todo, es poco probable que el Fondo plantee cambios faltando pocos meses para las elecciones.
La primera fiscalización del programa acordado en abril coincide también con un momento de fuertes cambios dentro del organismo: la número 2 del FMI, Gita Gopinath, dejará de ser la directora adjunta a fines de agosto para reincorporarse a la Universidad de Harvard como profesora de economía, mientras Rodrigo Valdés dejará de ser director para la región para estar a cargo del Departamento de Finanzas Públicas.
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