Pasaje Kavanagh: las leyendas que esconde uno de los rincones más elegantes de Retiro

Inaugurado en 1936, el edificio Kavanagh es uno de los grandes íconos arquitectónicos de Buenos Aires. Su imponente silueta en forma de proa domina la Plaza San Martín y resume el espíritu del Retiro. Moderno, lujoso y con una historia que combina arte, poder y misterio.

Pero detrás de sus líneas geométricas y su fama mundial, hay un rincón que pocos conocen y es el pasaje Corina Kavanagh. Este corredor privado, que se extiende unos 50 metros entre el edificio y el Plaza Hotel, fue testigo de episodios tan insólitos que hoy forman parte del mito urbano porteño.

Desde el aire, el pasaje parece una grieta elegante entre dos moles de hormigón. A nivel del suelo, su atmósfera es única con autos estacionados, el silencio de los muros y una curva que oculta el final, generando un efecto cinematográfico.

Pasaje Kavanagh: las leyendas que esconde uno de los rincones más elegantes de Retiro FOTOS MARTIN BONETTO Pasaje Kavanagh: las leyendas que esconde uno de los rincones más elegantes de Retiro FOTOS MARTIN BONETTO

El Kavanagh y sus curiosas historias del pasado

Una de las historias más curiosas es la supuesta pelea clandestina de 1951, cuando el campeón mundial Joe Louis habría combatido allí contra un boxeador argentino apodado “Lucifer”. La historia, contada por testigos orales, mezcla mito y realidad, y mantiene viva la intriga de lo que alguna vez ocurrió en esa estrecha calle del centro porteño.

El relato dice que aquella noche invernal, apostadores y figuras del espectáculo se reunieron en el pasaje para presenciar una pelea arreglada. Joe Louis habría sido derribado en segundos por el púgil local, que luego desapareció sin dejar rastro. Aunque la veracidad del evento es imposible de comprobar, la historia circuló por décadas y reforzó la mística del lugar.

Sin embargo, no todo en el pasaje Kavanagh está vinculado a la leyenda. También hay una historia de amor y venganza que lo conecta con la aristocracia porteña.

Corina Kavanagh, la mujer que financió la construcción del edificio, habría mandado a erigirlo para tapar la vista de la Basílica del Santísimo Sacramento, construida por Mercedes Castellanos de Anchorena, madre del hombre del que estuvo enamorada.

Corina Kavanagh, la mujer que financió la construcción del edificio, habría mandado a erigirlo para tapar la vista de la Basílica del Santísimo Sacramento Hernán Rojas.Corina Kavanagh, la mujer que financió la construcción del edificio, habría mandado a erigirlo para tapar la vista de la Basílica del Santísimo Sacramento Hernán Rojas.

Según el mito, la condesa pontificia se opuso al romance entre su hijo Aarón y Corina, a quien consideraba una simple terrateniente. Herida por el rechazo, Corina habría decidido levantar una mole tan alta que bloquease la vista desde el Palacio Anchorena hacia la iglesia familiar. Así nació una de las postales más emblemáticas de la ciudad.

Los historiadores, sin embargo, ponen en duda esa versión. Mercedes Castellanos murió dieciséis años antes de la inauguración del Kavanagh, y Corina se casó tres veces, lo que debilita la hipótesis del amor imposible. Es probable que la decisión de construir respondiera a razones económicas más que sentimentales, aunque el mito continúa dando sentido poético al paisaje de Retiro.

Hoy, el pasaje conserva parte de esa magia. Desde el punto medio del corredor, se obtiene una de las vistas más hermosas de Buenos Aires ya que se pude observar la Basílica del Sagrado Sacramento recortada entre los edificios.

El edificio Kavanagh, declarado Patrimonio Mundial, conserva en su historia más de un secreto urbano.El edificio Kavanagh, declarado Patrimonio Mundial, conserva en su historia más de un secreto urbano.

A más de ocho décadas de su inauguración, el pasaje sigue despertando curiosidad. Es, a la vez, una joya arquitectónica, una cápsula de historia y un espacio donde las leyendas se confunden con la realidad.

fuente: CLARIN

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