Paolo Sorrentino conquista Buenos Aires y viaja a la Patagonia: entre Maradona y el cine como un trabajo artesanal

Antes de instalarse en la Patagonia argentina, donde realizará una residencia cinematográfica de diez días con creadores de distintas partes del mundo, el reconocido director de cine italiano Paolo Sorrentino hizo un stop en Buenos Aires para encontrarse con una legión de fans y expertos en su obra.

Paolo Sorrentino mira la ciudad bajo la lluvia. Foto: Antonio Becerra Paolo Sorrentino mira la ciudad bajo la lluvia. Foto: Antonio Becerra

El realizador napolitano -y va de suyo, maradoniano- ganador del Oscar por La Grande Belleza, este fin de semana tuvo un raid escueto, aunque intenso, que comenzó con la conferencia de prensa al mediodía del sábado en el Instituto Italiano de Cultura -presidida por Gabriela Ricardes, Ministra de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y Fabrizio Nicoletti, flamante Embajador de Italia- y continúo, por la tarde, con la Masterclass que brindo en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.

Dichas actividades fueron impulsadas por Playlab Films, la empresa que organizó el laboratorio “Paolo Sorrentino Lab: Filmando en Argentina”, que se llevará a cabo entre el 1° y el 11 de diciembre en San Martín de los Andes, Neuquén, con la participación de cincuenta realizadores, cuatro de ellos argentinos.

Esta nueva edición que tuvo como antecedentes las lideradas por artistas de la talla de Abbas Kiarostami y Werner Herzog, entre otros, anticipa jornadas con asesorías individuales y colectivas del director. Y promete que, después de la postproducción, se elegirán diez cortometrajes para ser distribuidos en festivales internacionales y otras ventanas de exhibición.

Nombres propios

“Maradona me salvó la vida”, manifestó Sorrentino en el encuentro con los medios locales. Y alcanza con rememorar la ceremonia del Oscar 2014, cuando además de a Martin Scorsese, los Talking Heads y Federico Fellini, también le agradeció a “el Diego”.

Fue la mano de Dios, de Paolo SorrentinoFue la mano de Dios, de Paolo Sorrentino

A su vez, esa salvación fue recreada enfáticamente por los personajes de Fue la mano de Dios (2021), la película autobiográfica atravesada por el dolor ante la temprana muerte de sus padres cuando el director apenas tenía 16 años.

Hecho fatídico que -en el reverso- coincidió con la pasión desmesurada de los napolitanos por el desembarco y las posteriores conquistas del astro del fútbol mundial. Léase campeonatos nacionales e internacionales y la reivindicación del relegado sur italiano como respuesta histórica a la abundancia económica del norte.

Nombres propios

Sorrentino llegó por segunda vez a Buenos Aires, veintitrés años después de haber sido premiado en el BAFICI por el corto L’uomo in più. Ese reconocimiento, el primero de su carrera, contó en la coordinación del jurado con Javier Porta Fouz, actual director del festival de cine porteño y moderador de la presentación en el Teatro San Martin.

La grande bellezza. De Paolo Sorrentino Foto: Gianni FioritoLa grande bellezza. De Paolo Sorrentino Foto: Gianni Fiorito

“Hacer cine es un trabajo muy artesanal”, indicó el realizador ante el auditorio colmado de cinéfilos y lo parangonó con la confección de un reloj, donde hay que juntar las piezas y armarlo.

Por eso, admitió que le gustó la idea del curso que va a dictar en el sur argentino, donde se harán cortometrajes en “la cancha” y no se disertará sobre cómo hacerlos. Además, y echando mano a otra analogía, el director de Parthenope y La Juventud, comentó que hablar de cine es como conversar sobre fútbol, algo que, en definitiva, se vuelve aburrido. “Filmar una película es más divertido que verla”, recalcó.

Más allá de las recurrentes alusiones tanto del público, como del autor, a Diego Armando Maradona, incluida la entrega de una bufanda tal cual las que llevan los seguidores del calcio y una remera con el 10 protagonizando una estampita, en la charla también se aludió a otras figuras imprescindibles de su trayectoria: el director Antonio Capuano y el actor Toni Servillo.

 Paolo Sorrentino y el actor Toni Servillo reciben el Oscar por Paolo Sorrentino y el actor Toni Servillo reciben el Oscar por “La grande bellezza” (Reuters)

Y si durante todo el encuentro -recurso metadiscursivo mediante- Sorrentino puso en jaque el concepto de Masterclass, de la que él mismo estaba siendo parte, cuando le preguntaron por Capuano, su propio maestro, a quien retrató en Fue la mano de Dios, no dudó en demostrar su admiración y agradecimiento. “Un hombre poseído por una vitalidad devastadora, que siempre me fascinó, porque yo soy lo contrario; ni muy vital ni muy devastador”, explicó. Es que el realizador, que ahora tiene 85 años, fue el encargado de enseñarle a escribir en formato de novela y no en modo de guion, algo atípico que podía llegar a ser un atractivo para los productores.

“He trabajado con Toni Servillo muchas veces porque, y aunque lo hago de la mañana a la noche, soy básicamente perezoso”, añadió, en tono de humorada. Luego, en igual sintonía, desentrañó las escasas razones que lo hacen volver a elegir al mismo actor, una y otra vez, como protagonista de sus películas: lo conoce desde hace más de una década, todavía él lo hace reír con las cosas que cuenta y le resulta más cómodo.

En esa línea, aprovechó para poner comentar la insistencia de algunos colegas que expresan interés por lo nuevo, por aprender y por salir de sus hogares, entre otras cosas. “Creo que es más agradable no hacer nada y quedarse en casa”, subrayó ante las risas del público, en una oda a la holgazanería, jocosa, aunque nada inocente, en tiempos de hiperproductividad.

De hecho, Servillo vuelve a tener el papel principal en La Grazia, el film que todavía no fue estrenado en Argentina. Esta vez interpreta al líder político que puede ser vinculado -y no tanto- con los anteriores roles que desarrolló en II Divo, donde encarnó a Giulio Andreotti, ex premier italiano, y Loro, cuando se puso en la piel de Silvio Berlusconi.

Conferencia de prensa del director Italiano Paolo Sorrentino. Foto: Antonio Becerra. Conferencia de prensa del director Italiano Paolo Sorrentino. Foto: Antonio Becerra.

Para esta última ficción, el director no partió de un personaje, sino de una noticia que escuchó sobre el presidente italiano y el indulto. Así, creó a Mariano De Santis, el mandatario demócrata, humanista y católico, que se encuentra con el dilema moral de conceder o no el perdón, en el marco del debate por la Ley de Eutanasia.

¿Qué es el poder para Sorrentino? “No me interesa tanto la política, sino los hombres con poder”, reflexionó ante la pregunta de Porta Fouz. Y entonces, profundizó en el devenir de esos sujetos que comienzan siendo reservados y que luego, cuando alcanzan el poderío, se vuelven irónicos, arrogantes, les gusta bromear y a hacer amenazas veladas. “Esto me parece interesante, y en los políticos es muy evidente”, aseveró. “Por eso me apasionan”, concluyó.

fuente: CLARIN

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