Otro signo de estos tiempos urgentes y efímeros: crecen los adictos a la Inteligencia Artificial

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del chatGPT a Grok

Lo advierte un estudio de la creadora de ChatGPT ante el aumento en su uso. Los efectos incluyen exceso de preocupación y abstinencia, delegándole experiencias y acciones. Los riesgo de humanizarla. Hasta la consideran “un amigo”. Quienes interactuaron con ChatGPT por mensaje de texto mostraron más señales afectivas en las conversaciones que los usuarios de voz.

Otro signo de estos tiempos urgentes y efímeros: crecen los adictos a la Inteligencia Artificial

Por Irina Sternik

Ya desde hace tiempo el término «adicción» se viene usando asociado a cualquier tecnología emergente: primero fueron los videojuegos, luego los diferentes tipos de computadoras, hasta llegar al teléfono celular inteligente y las redes sociales. Pero en este mundo tecnocrático siempre surge algo nuevo que va por delante nuestro: es así como están empezando a registrarse cada vez más adictos a la Inteligencia Artificial, humanizándola y delegándole tantas tareas que se les vuelve casi imposible dejarla.

Un estudio realizado por OpenAI, la creadora de ChatGPT, junto con el laboratorio del prestigioso instituto MIT Media Lab, llegó a la conclusión de que un subconjunto de usuarios de ChatGPT participa en un «uso más problemático” de la herramienta, el cual posee indicadores de adicción que incluyen preocupación, síntomas de abstinencia, pérdida de control y modificación del estado de ánimo.

Para hacer este estudio se preguntaron por el tipo de vínculo generado entre un usuario y el chabot. “Las personas usan chatbots de IA como ChatGPT de diversas maneras: para hacer preguntas, estimular la creatividad, resolver problemas e incluso para interacciones personales. Este tipo de herramientas puede mejorar la vida diaria, pero a medida que se generalizan, surge una pregunta importante que enfrenta cualquier nueva tecnología: ¿cómo afectan las interacciones con chatbots de IA al bienestar social y emocional de las personas?”, dice el documento.

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¿Soledad y dependencia?

Para comprender si quienes interactúan con la IA hacen un uso afectivo de la herramienta, llevaron a cabo dos estudios: un análisis automatizado sin intervención humana y un ensayo controlado aleatorio (ECA) con casi mil participantes que utilizaron ChatGPT durante cuatro semanas. Plantearon dos hipótesis:

1) ¿Experimentarán los usuarios de un chatbot de IA atractivo basado en voz diferentes niveles de soledad, socialización, dependencia emocional y uso adictivo del chatbot de IA en comparación con los usuarios de un chatbot de IA basado en texto y un chatbot de IA menos atractivo basado en voz?

2) ¿Participar en tareas personales con un chatbot de IA resultará en diferentes niveles de soledad, socialización, dependencia emocional y uso adictivo en comparación con participar en tareas no personales y tareas abiertas con un chatbot de IA?

«Un amigo»

Las conclusiones principales del estudio hacen hincapié en que no es aconsejable generalizar los resultados porque eso podría oscurecer los hallazgos y que es el puntapié inicial para otros estudios. En ese marco, los puntos principales fueron:

-La interacción emocional con ChatGPT es poco frecuente en el uso real. En la gran mayoría de las conversaciones analizadas no se encontraron señales afectivas.

-El uso afectivo, aún en los usuarios habituales, se limita a un grupo pequeño del modo de voz avanzado. Ese subconjunto estuvo de acuerdo en definir a ChatGPT “como un amigo”.

-El modo de voz tiene efectos mixtos en el bienestar porque asocian un mayor bienestar con un uso breve pero peores resultados con un uso prolongado. Los usuarios que interactuaron con ChatGPT por mensaje de texto mostraron más señales afectivas en las conversaciones que los usuarios de voz al promediar los mensajes.

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-Los tipos de conversación influyen en el bienestar de forma diferente. Por un lado, las conversaciones personales se asociaron con mayores niveles de soledad, pero con menor dependencia emocional y uso problemático en niveles de uso moderado. Por el otro, las conversaciones no personales tendieron a aumentar la dependencia emocional, especialmente con un uso intensivo.

-Los resultados de los usuarios se ven influenciados por factores personales, como las necesidades emocionales de cada individuo, la percepción de la IA y la duración del uso. Las personas con mayor tendencia al apego en las relaciones y quienes veían a la IA como un amigo eran más propensas a experimentar efectos negativos por el uso de chatbots. El uso diario prolongado también se asoció con peores resultados.

“Se le delega tanto que nos va a hacer muy difícil dejar de usarla porque vamos a perder prácticas y experiencias“

Reconfigurar categorías

Lucía Fainboim es especialista en ciudadanía digital, directora de la consultora Bienestar Digital y autora del libro Cuidar las infancias en la era digital. Sostiene a Tiempo: “tengo la certeza de que seguramente tengamos que reconfigurar un montón de categorías con la llegada de la inteligencia artificial. Pero sin dudas, los programas y las plataformas que usamos de IA generativa tienen un riesgo muy alto de dependencia”.

Prefiere no hablar tanto de ‘adicción’ sino de ‘dependencia’: “la dependencia vinculada al acostumbramiento. Por un lado, a la delegación de facultades, de habilidades, de acciones, de experiencias, que va a generar un ritmo muy distinto de vida y que nos va a hacer muy difícil dejar de usarla porque vamos a perder prácticas y experiencias con llevar adelante determinadas acciones, las vamos a necesitar casi como un anexo de nuestro cuerpo».

Además, destaca que hay muchas plataformas que pueden llegar a tener un nivel de dependencia más parecido a lo que vemos hoy en redes sociales o sitios de plataformas: «esa cosa de ‘no lograr desengancharme’ y humanizar a la IA, ahí está lo que más preocupa. Esa necesidad de estar todo el tiempo interactuando con esa plataforma, que nos cueste desengancharnos, tiene que ver con las mismas preguntas que nos hacemos con otras plataformas que están diseñadas estratégicamente para que nos cueste desengancharnos”.

No es casual que podamos elegir una variedad de voces en las diferentes herramientas de IA, no solo masculinas o femeninas, sino con diferentes tipos de tonos, similares a personalidades que nos resuenan, que son famosas, o simplemente nos agradan. Lo que hacemos es antropomorfizar aún más el software de IA, que nos puede hacer olvidar, por un momento, que estamos hablando con un robot.

Matías Grinberg, psicólogo con orientación en neurociencias y director del Instituto Humai, coincide en que con la Inteligencia Artificial estamos entrando en una Era muy distinta: “sin dudas, creo que los programas que usamos de IA generativa tienen un riesgo muy alto de dependencia. Por un lado, dependencia vinculada al acostumbramiento en el sentido de delegar facultades, habilidades, acciones y experiencias, que va a generar que sea muy difícil dejarlas después porque vamos a perder prácticas”.

Otro signo de estos tiempos urgentes y efímeros: crecen los adictos a la Inteligencia Artificial

La metáfora que utiliza es que las vamos a necesitar casi como un anexo de nuestro cuerpo, al estilo de los anteojos o un bastón: “por otro lado, hay muchas plataformas que generan un nivel de dependencia muy parecido a lo que vemos hoy en redes sociales, que logran que no podamos desengancharnos y necesitemos estar todo el tiempo ‘hablando con la IA’. Ambas plataformas, redes sociales e IA, están claramente diseñadas para esto». Grok la IA de X (Twitter) es el ejemplo más actual. Puede ser una herramienta útil para entender algo descontextualizado o una situación compleja. Pero no es una herramienta de chequeo.

¿Qué se puede hacer? Entender que la problemática existe. Actuar en consecuencia. Y pensar que hay un mundo más allá del celular, que no todo tiene que ser ya, y procesado. Como dice Werner Vogels, “ya nadie puede esperar a que llegue el colectivo. La gente utiliza el teléfono, en lugar de sentarse a pensar, o simplemente soñar despierto. Yo por la tarde apago las notificaciones del correo electrónico, dejo el teléfono de lado, me voy a leer un artículo académico o me pongo al día con otras cosas”.

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Tres minutos de TikTok

En una entrevista con Juan Brodersen, el jefe de Tecnología de Amazon, Werner Vogels, afirma que los niños necesitan tres minutos en TikTok para convertirse en adictos, término del que históricamente usamos -y abusamos- en los medios para referirnos a la relación de los más chicos con las redes. Lucía Fainboim, especialista en niñeces y pantallas, dice que hay que tener cuidado y respeto por determinadas palabras y diagnósticos: “cuando hay una adicción propiamente dicha hay un problema, pero hay un montón de etapas previas de dependencia, de consumo problemático, que no cumplen los criterios de adicción y que nos preocupan un montón. ¿Cuánta gente dice ‘me gustaría usar menos el celular, me gustaría usar menos redes sociales’ y sin embargo no lo logra hacer?”.

“Para tener comportamientos adictivos en general hay que tener una cierta predisposición”, aclara el investigador en neurociencias Matías Grinberg y coincide con la sobredependencia de la tecnología: “se da un efecto que denominamos ‘delegación cognitiva’, donde la gente cada vez piensa menos por sí misma las cosas y se apoya en tecnología externa. Es el caso de no recordar los teléfonos o los cumpleaños o perder la capacidad de navegación autoguiada por usar demasiado el GPS”.

Meta y Google, al banquillo por prácticas monopólicas

Esta semana comenzó el juicio contra Meta por su supuestas prácticas monopólicas. La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos acusa a la empresa de haber comprado Instagram -en 2012- y WhatsApp -en 2014-, con el objetivo de destruir a la competencia y tener el monopolio de usuarios de redes sociales. Durante esta semana, para justificar la acusación, se mostraron una serie de mensajes que intercambió Mark Zuckerberg con otro ejecutivo de Meta semanas antes de que la empresa comprara Instagram: “últimamente he estado pensando en cuánto deberíamos estar dispuestos a pagar para adquirir empresas de aplicaciones móviles como Instagram y Path, que están construyendo redes competitivas con la nuestra”.

Se espera que este juicio lleve semanas en los estrados. Mientras tanto, también en Estados Unidos, un juez fedral dictaminó que Google monopolizaba el mercado con dos conjuntos de productos: las herramientas utilizadas por los editores en línea para publicar y el software que facilita esas transacciones. En agosto del año pasado, otro juez federal determinó que Google tenía el monopolio de las búsquedas en línea.

fuente: Inteligencia Artificial“> GOOGLE NEWS

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