“No será hora de enfrentar el difícil camino de madurar?”

La Argentina es un país que oscila, desde hace décadas, de izquierda a derecha sin llegar a madurar. En uno de los extremos, el pueblo necesitado se cobija bajo la protección de una pareja mítica. La madre nutricia, tomada del brazo de papá Perón. Vestida de Dior, ella se inmortaliza, ideal, como defensora de los descamisados. En el otro extremo, el pueblo dependiente sueña con un futuro próspero bajo la guía de una mano dura que venga a poner orden, asistida por el Tío Sam.

El pueblo prefiere tolerar la corrupción o entregar su soberanía antes que enfrentar el difícil camino de madurar. En su comodidad, deposita sus esperanzas de salvación en figuras paternalistas, renunciando a su autonomía. Y, una y otra vez, se desilusiona al comprobar que el populismo es un camino fallido que no lleva a ningún lugar. Imbuidos de pensamiento mágico, propio de la niñez, unos se refugian en la indefensión del “me tienen que dar”, mientras los otros se amparan en la omnipotencia del “yo lo merezco”. Ambos extremos se tocan, revelando un mismo y profundo temor a la libertad.

Los extremos coinciden en reforzar la visión infantilizada que el pueblo argentino tiene de sí mismo: la de un pueblo que se percibe como indefenso e incapaz. Incapaz de asumir la responsabilidad por su presente, de aprender de su pasado -con sus errores, carencias, contradicciones e inacción- y, por ende, de proyectarse hacia el futuro sin recurrir a modelos externos para definirse. Por inmadurez, queda atrapado en un ciclo que se perpetúa hasta el hastío: un malestar compartido que se acumula dando origen a la compulsión. Y el ciclo vuelve a empezar, de la mano de un líder mesiánico que nos viene a salvar.

La pregunta, entonces, es inevitable: ¿no será hora de cambiar? Todo sugiere que, si hacemos siempre lo mismo, el resultado será similar. Solo al renunciar a la dependencia infantil, el pueblo argentino podrá alcanzar la conciencia histórica, reconociéndose como sujeto activo de su propio devenir y ejerciendo su libertad con plena autonomía y responsabilidad. Un pueblo maduro, que observe su pasado con mirada crítica y analítica para comprenderse; que busque soluciones conjuntas frente a los requerimientos de su presente; y que con miras al futuro asuma la ardua tarea de construirse sobre la base del consenso, definiendo el modelo de país que aspira a ser.

Alejandra Mariana Zumarraga aleca.zumarraga@gmail.com

OTRAS CARTAS

“Dos concepciones de país que son irreconciliables”

Axel Kiciloff manifestó su descontento por no ser convocado a la reunión de gobernadores organizada por la Casa Rosada. Existen tres clases de oposición. La oposición constructiva, que es la que colabora desde su rol con el oficialismo; la oposición destructiva, que es la que lejos de querer consensos pone palos en la rueda; y finalmente la oposición destructiva que, además de querer destruir, sólo le interesa la caída del gobierno para hacerse nuevamente del poder. A esta última oposición es imposible sumarla a una mesa de diálogo porque no le interesa generar consensos y coincidencias básicas sino sólo dinamitar el camino de la democracia. La no convocatoria es un acto de sentido común porque representan dos rumbos diametralmente opuestos. Uno quiere superávit fiscal, libre mercado, baja de impuestos y emisión cero. El otro, todo lo contrario: déficit fiscal, proteccionismo del Estado, impuestos asfixiantes e inflación con emisión descontrolada. Dos concepciones de país que son irreconciliables.

Sebastian Eduardo Perasso rugbydidactico@hotmail.com

“Alguna vez fue un deporte y no una lucha de poderes”

Me pregunto por qué dirigentes, jugadores e hinchas del fútbol argentino aceptamos estos manejos que son vox populi y que hacen poco creíble el resultado deportivo, y no tomamos de una vez por todas alguna medida ejemplar para evitar resultados puestos, árbitros manejados, equipos con ventajas y una serie de irregularidades que vemos continuamente y lo tomamos como algo natural. Sería bueno que nosotros, los hinchas, tomemos medidas para hacer del fútbol un deporte hermoso y apartemos a los mafiosos que están destruyendo lo que siempre fue una competencia deportiva y no una lucha de poderes.

Saúl Kon litok@fibertel.com.ar

Mi total solidaridad con el periodista Alejandro Alfie ante la persecución de la mafia de la AFA. El joven Lamolina echó al hijo de Chiqui y lo pararon; a Riestra -de su amigo Stinfale- le permiten pegar patadas como bestia y puntea la tabla; favorecen a Rosario Central para quedar bien con jugadores de la Selección; el equipo de Camioneros ascendió en la D; le autorizó el ingreso de un club al hermano de Messi en la C sin antecedentes deportivos; Caruso Lombardi adelanta por televisión los arreglos que habrá en los partidos; las apuestas han pervertido a jugadores, técnicos y árbitros; y podría seguir enumerando este tipo de hechos durante horas. El fútbol en manos de sindicalistas, barrabravas y mafiosos es una vergüenza y una enorme pena, ya que es lo mejor que tenemos en el país, y Tapia y Toviggino lo ensombrecen. Espero que la Justicia actúe ahora y no dentro de diez años como siempre.

Claudio Ramos geo@sion.com

“Progresar solo es posible lejos de la Argentina”

Cada vez más adolescentes argentinos expresan que no ven un futuro posible en su propio país. En las escuelas, en las redes sociales y en las charlas familiares se repite la misma frase: “Cuando termine, me quiero ir”. Resulta alarmante que la etapa de la vida que debería estar llena de proyectos, entusiasmo y deseo de crecer esté hoy teñida por la incertidumbre, la desmotivación y la idea de que el progreso solo es alcanzable lejos de la Argentina. Los jóvenes no pierden la esperanza por capricho, sino porque ven a sus padres haciendo esfuerzos enormes que no se traducen en una vida digna; porque sueñan con estudiar, trabajar y poder formar una familia sin vivir al límite todos los meses. El desencanto adolescente es un síntoma de un país que no logra ofrecer estabilidad, oportunidades laborales y un horizonte claro. No es la falta de ideas de los chicos lo que preocupa, sino la falta de condiciones que les permitan quedarse para concretarlas.

Victoriana Cajen victorianacajen3@gmail.com

fuente: CLARIN

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