‘No puedo callar’: la carta del hijo de Woody Allen sobre la denuncia contra su padre

A los quince años, una de las hermanas de Moses Farrow se suicidó. Otra murió sola, enferma y como indigente después de ser apartada de la familia. Un hermano se pegó un tiro en la cabeza a menos de diez minutos de la casa materna. Él, según cuenta, dormía encerrado en el baño como castigo.

No es una ficción. Tampoco un relato de terror, aunque podría serlo. Es el mundo que Moses Farrow, hijo de Woody Allen y Mia Farrow, terapeuta familiar y especializado en trauma por adopción, reconstruye en una carta pública de 2018.

Se titula “A Son Speaks Out”, fue poco difundida en Argentina y defiende a su padre adoptivo de las denuncias de abuso sexual difundidas por su madre.

Habla de lavados de cerebro, ensayos forzados, versiones impuestas. La justicia investigó el caso dos veces —una en Connecticut, otra en Nueva York— y concluyó que Dylan Farrow, su hermana, no había sido abusada.

Murieron tres de sus hermanos. Algunos medios hablaron de accidentes. Otros, de enfermedades. Moses, en cambio, los ve como parte de lo mismo: una cadena de muertes dentro de una estructura familiar que, según él, había dejado de ser un hogar.

Moses Farrow, en la actualidad. Es terapeuta especializado en trauma postadopción y salud mental. (mosesfarrow.com)Moses Farrow, en la actualidad. Es terapeuta especializado en trauma postadopción y salud mental. (mosesfarrow.com)

Pero el peso del texto no está solo en lo que denuncia, sino en cómo lo cuenta: castigos físicos, frases repetidas, grabaciones caseras, escenas de encierro. Una voz que intenta recuperar su lugar después de haber sido hablada por otros.

El relato de Moses Farrow: encierro y tensión en casa

Lo que Moses Farrow describe en “A Son Speaks Out” no es una infancia común ni una denuncia judicial. Es un relato de horror y confesión: una casa de palabras ensayadas y silencios guionados.

La carta empieza así:

“Soy una persona muy reservada y no me interesa en absoluto la atención del público. Pero, ante los ataques increíblemente erróneos y engañosos hacia mi padre, Woody Allen, me parece que no puedo permanecer en silencio mientras se le condena por un crimen que no cometió.”

No es el J’accuse de Émile Zola, pero el impulso se parece: Moses escribe para intervenir, no en la Historia con mayúscula, sino en la suya. Ambos textos giran en torno a un crimen que nunca ocurrió.

Cuenta que lo encerraban en el baño como castigo. Que, en otras ocasiones, su madre lo desnudaba frente a sus hermanos como forma de tormento. Que Thaddeus, su hermano en silla de ruedas, pasaba horas solo. Y que Lark, una de las hijas, fue apartada de la familia y murió años después, tras haber contraído HIV.

Dylan, la hija que más tarde denunciaría a Woody Allen, fue —según Moses— inducida a repetir una historia construida. Su madre “necesitaba enemigos” y el clima en la casa era de “tensión constante”.

Una carta que rompe con Mia Farrow y defiende a Woody Allen

“Mi madre castigaba, controlaba, humillaba”, escribe.

Dice que fue adoctrinado para odiar a su padre. Que repitió frases que no entendía. Que él mismo fue usado para el escarnio público. Y que le llevó años desarmar esa idea.

También acusa a Mia de intentar controlar a terapeutas y testigos. Una empleada fue despedida por no acompañar su versión. Una psicóloga, por cuestionar un video grabado con Dylan.

Un testimonio de 2018 que aún incomoda

Más que una carta, el texto de Moses Farrow es una pieza de no-ficción: tiene estructura, escenas precisas y una voz autoral que reconstruye hechos reales.

Habla de una madre que “taladraba nuestras cabezas”. Dice que vio a sus hermanos caerse “uno por uno”. Que no se siente valiente, sino liberado. Y que no quiere que esto le pase a nadie más.

Hijos arrastrados por las escaleras, encerrados en armarios o con adornos reventados en la cabeza. Todo contado por Moses que hoy es terapeuta, pero que entonces era un chico.

Y lo afirma: la relación entre Woody y Soon-Yi era rara, sí. Incómoda, disruptiva. Pero ni cerca de lo destructiva que, según él, fue madre, Mia Farrow. Aclara que Soon-Yi no era hija ni hijastra de Allen.

Recuerda a su mamá, diciéndole a Dylan: “Repasemos, ¿qué te hizo papá?”. Y él mismo, temblando, tratando de no olvidar el libreto.

Como en un fragmento de su carta abierta:

“Me dirigió una mirada penetrante y me preguntó si me la había llevado, porque se había pasado el día buscándola. Le dije que no lo sabía, que quizá se la había dejado uno de los obreros. Me preguntó una y otra vez, una y otra vez. Cuando no le respondí lo que quería, me abofeteó, tirándome las gafas al suelo. Me dijo que estaba mintiendo y que fuera a decirles a mis hermanos que me la había llevado. Luego ensayamos el relato. Me hizo repetirlo al menos media docena de veces.”

Lo que escribió en aquella carta no quedó aislado. Hoy, Moses Farrow trabaja como terapeuta y lidera Society for Adoption Truth, un proyecto que denuncia abusos dentro de sistemas de adopción.

fuente: CLARIN

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