
Un insólito hecho ocurrió en un barrio cuando un perro doméstico jugaba tranquilamente por la reja con otro can que circulaba por la calle. La escena parecía amistosa, sin señales de conflicto ni tensión.

Sin embargo, en un momento de descuido, el perro callejero aprovechó la confianza, tomó el abrigo que llevaba su “amigo” y salió corriendo sin mirar atrás, dejando atónitos a los testigos del episodio.
El episodio, que rápidamente se volvió comentario entre vecinos, deja una reflexión tan irónica como contundente: en tiempos difíciles, ya no se puede confiar en nadie… ni siquiera en un compañero de juego.



