Música sin músicos: el avance de la IA amenaza la exposición (y el ingreso) de los artistas

No se sabe de dónde vienen algunas canciones, pero aparecen en la cabeza y no dejan de sonar. Están presentes en Spotify, YouTube o Apple Music, pero no hay una banda detrás. Tampoco un artista. No hay ensayos, ni letras pensadas para que transmitan algo. Solamente hay algoritmos. La música generada por inteligencia artificial está presente hace tiempo. El problema yace en la velocidad en la que avanza, sin regulaciones, ganando lugar en playlists, reproducciones y -sobre todo- en los ingresos de los artistas.

La industria musical está mutando. La irrupción de estas tecnologías abre un capítulo nuevo y pone sobre la mesa un interrogante que hace que, tanto los propios protagonistas como los consumidores, se replanteen la forma en la que funciona actualmente el rubro. Si la IA está cada vez más metida en la producción musical, ¿qué lugar queda para los músicos, especialmente para los que no tienen una gran discográfica que los apadrine, en una industria donde las máquinas tienen el poder de crear?

“Lo que viene con la inteligencia artificial no es solo una nueva herramienta, es un cambio de paradigma. Desde la composición hasta la distribución, todo el flujo creativo y productivo de la música se va a ver atravesado por sistemas inteligentes. La pregunta no es si va a cambiar, sino cómo nos vamos a adaptar como sociedad, industria y cultura”, asegura Santiago Siri.

Lo que al principio se trató de una herramienta que se limitaba a copiar el estilo o la voz de algún músico reconocido, hoy puede ir mucho más allá. Plataformas como Suno, Udio, Boomy, Soundful y Mubert permiten crear canciones completas. Ritmo, armonía, letra, voz y producción. Todo listo para divulgar un tema hecho en su totalidad por una máquina en cuestión de minutos.

Artistas virtuales

Algunos casos de “músicos” generados por IA destacaron por el éxito que tuvieron con el público. The Velvet Sundown es el caso más reciente. El grupo de soft-rock reveló en junio del presente año que estaba completamente generado por IA. Desde antes de esa declaración, ya contaban con un millón de oyentes mensuales en Spotify. La noticia generó mucha polémica en redes sociales y medios de comunicación, y abrió el debate sobre la transparencia en las plataformas de streaming.

The Velvet Sundown, la banda generada por IA

Otro caso es el de FN Meka, un rapero virtual que fue creado por la startup Factory New. Logró conseguir millones de seguidores en redes y más de mil millones de reproducciones en TikTok. Como resultado de su éxito, firmó un contrato con Capitol Records y se volvió el primer artista generado por IA en ser parte de una discográfica de ese calibre.

Desde el lado de la creación, el productor ghostwriter977 publicó en 2023 la canción “Heart on My Sleeve”, con voces generadas de forma artificial de Drake y The Weeknd. Se volvió viral, llegó a sonar en las radios y hasta fue enviada a los Grammy antes de ser removida por cuestiones legales.

Y un caso local es el de Saramalacara y su colaboración con su colega Hatsune Miku. Saramalacara es una cantante argentina real, y Hatsune Miku es una cantante japonesa generada por la compañía Crypton Future Media y su software Vocaloid. Miku fue lanzada en 2007 y es considerada la primera “idol virtual” y la primera cantante holograma. Juntas hicieron “10percs”, tema que ya superó el millón de reproducciones en YouTube.

Cambio de paradigma

Más allá de la música, la inteligencia artificial también incide en cómo se escuchan las canciones y en qué momento. Las plataformas de streaming están haciendo playlists que son funcionales a distintos momentos o situaciones. Las listas “Lo-Fi Beats”, “Peaceful Piano” o “Focus Flow” están cada vez más pobladas por artistas sin identidad visible, muchos de ellos creados con IA, y con más de cinco millones de guardas en la plataforma cada una.

Estas listas captan millones de reproducciones diarias. Si el contenido que las integra no proviene de músicos reales, las plataformas reducen sus costos y aumentan su margen. Para los oyentes, no hay diferencia. Para los músicos, sí.

“Spotify no paga por reproducción individual, sino que funciona bajo un modelo de participación en los ingresos. Es decir, cada mes destinamos casi el 70% de lo que generamos por suscripciones y publicidad a los titulares de derechos, de acuerdo con la participación proporcional de sus obras en el total de escuchas”, explica Florencia Luis, PR Communications Manager de Spotify Argentina. Bajo este sistema de prorrateo, el total de lo recaudado se reparte entre todas las reproducciones. Si un porcentaje creciente de los streams proviene de canciones generadas por IA —sin autores que cobrar—, el dinero disponible para quienes sí crean se reduce.

Según declaraciones oficiales, Spotify fue creado para “poder prevenir la piratería que estaba destruyendo a la industria de la música”. Además, aseguran estar al tanto de la discusión: “Haremos todo lo posible para colaborar con la industria para aumentar la transparencia, optimizar los pagos y dar a los artistas la oportunidad de promocionarse y conectar con sus fans. Esa es nuestra responsabilidad como líderes de esta industria”.

En la Argentina, el negocio del streaming musical genera cifras millonarias. Según datos de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF), durante 2024 se registraron más de US$5 millones en regalías por música grabada. Spotify representa alrededor del 85% del total de reproducciones, y buena parte de los ingresos proviene de oyentes en el exterior.

En tanto, una encuesta de Streams & Dreams reveló que 7 de cada 10 artistas están insatisfechos con los pagos por streaming. Apenas el 5% de los músicos contratados consideró adecuado el ingreso recibido, y más del 60% denunció falta de transparencia en los reportes de regalías.

En este contexto, las bandas emergentes, que ya luchan por visibilidad, quedan relegadas no solo frente a artistas consagrados, sino también frente a producciones digitales sin rostro ni historia. Los chicos de la banda Socorro afirman que, si bien todavía no les preocupa que la inteligencia artificial esté inmersa en la industria musical, sí les “prenden las alarmas” los cambios en los hábitos de consumo de su público. “Hay que ver cuál es la exigencia del oyente a la hora de elegir qué escuchar. Hay que saber reconocer si la música está hecha con IA o no. Nosotros creemos que la música tiene alma y que es la parte más importante, pero es igual de importante reconocerlo a la hora de elegir qué escuchar”, comentaron a LA NACION.

“Que la IA esté en las plataformas tiene un impacto económico en los artistas. Si las plataformas tienen una bolsa de dinero que se reparte entre los jugadores, la presencia de músicos generados con IA, que además son puestos en las paylists con mayor cantidad de reproducciones sin aclarar cómo son hechos, hacen que la plata se redistribuya dentro de la misma plataforma afectando a los músicos. Deberían blanquear cómo están compuestas esas listas de reproducción o hacer géneros completos hechos con inteligencia artificial”, comenta Gonzalo Solimano, artista y fundador de Artlab.

Críticas desde la industria

Además del conflicto por la IA, en marzo de 2025, King Gizzard & The Lizard Wizard, una banda australiana alternativa de rock-psicodélico, anunció la salida de su catálogo de Spotify, en repudio a las inversiones de su CEO, Daniel Ek, en empresas de defensa militar con base tecnológica.

Los miembros de King Gizzard & The Lizard Wizard decidieron sacar todo sus piezas de SpotifyPedro Gomes – Redferns

Antes lo habían hecho artistas como Xiu Xiu, Deerhoof y Jeff Rosenstock, denunciando que el modelo de negocio del streaming prioriza contenido barato, producido por IA o ghostwriters, en lugar de música con valor cultural.

Organizaciones como la Asociación de Músicos Independientes de Europa (IMPALA) y la Unión de Músicos Argentinos (UMA) comenzaron a pedir etiquetado obligatorio para contenidos creados con inteligencia artificial y un sistema de reparto más equitativo, que no favorezca automáticamente al contenido más reproducido, sino al más valorado por cada oyente.

Una alternativa en discusión es el modelo centrado en el usuario, que el dinero que paga cada suscriptor se distribuya solo entre los artistas que esa persona escuchó.

IA: ¿aliada o enemiga?

Por otro lado, algunos artistas, como Grimes, ven en la IA una salida. En 2023, la cantante canadiense lanzó una plataforma abierta para que otros artistas usen su voz clonada por IA y compartan las ganancias. Para ella, la inteligencia artificial “no es una amenaza si se usa creativamente”. Pero incluso en esa visión, el lugar del artista se redefine, ya no como único autor, sino como curador o impulsor de máquinas.

Otro caso donde la inteligencia artificial fue una aliada en la industria y en la composición fue con la canción “Now and then”, el último sencillo publicado por The Beatles. Por medio de herramientas de la IA, Paul McCartney y Ringo Starr pudieron separar la voz de John Lennon, autor del tema grabado en la década del 70, mejorar la calidad del audio y crear duetos virtuales entre McCartney y Lennon. El público la considera “la última canción” de la banda, ya que, por más de que fue lanzada en 2023, cuenta con la participación de los cuatro miembros.

El dilema, sin embargo, no es solo tecnológico, sino económico y ético. “El mayor riesgo es que se transforme todo en ruido. Si las plataformas se inundan de contenido generado automáticamente, sin curaduría ni contexto humano, la visibilidad del arte real —del que tiene alma— se vuelve cada vez más difícil. También hay un riesgo económico, si se llenan de canciones hechas por bots, los ingresos por reproducción se diluyen para los artistas de carne y hueso”, concluye Siri.

fuente: GOOGLE NEWS

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