
Punta Lara –la novela y el lugar– tiene olor a infancia, a recuerdos en blanco y negro, a adolescencias apuradas y adulteces en estado de melancolía permanente. Es un territorio con complejo de identidad, cerca del mar, pero flanqueda por un río de dimensiones extraordinarias.

En esa ciudad con aires de campo vive Julia, la protagonista de una novela profunda y emotiva llamada, justamente, Punta Lara, escrita por Malena Escobar O’Neill (publicó la editorial Rama Negra), que, con detalles sutiles y sensaciones que dicta la naturaleza, pinta un espacio desmesurado al que logra rodear, y darle espesor y fortaleza. Es su pueblo ciudad, también descampado.
Punta Lara -el escenario de la trama- forma parte de Ensenada, se encuentra a 12 kilómetros de La Plata y ha sido considerada la “playa top del Conurbano” ya que recibe las aguas del Río de la Plata en toda su costa. Posee una reserva natural, es lugar de pesca y actividades deportivas del agua. Es un escenario de un paisaje amplio, sereno.

En el libro, hay un álbum de fotos incompleto que acecha a Julia y le muestra que el camino que se pierde en sus orígenes puede terminar en cualquier momento, que las sorpresas de una naturaleza atrevida están para advertirle que no hay satisfacción, amor completo ni un equilibrio que se pueda lograr para siempre.
Ella recuerda la primera vez que fue a esta playa, llevada por su padre, su compañero de rutas, pesca y aguas varias. “Mi papá decía que el río es para siempre”. Pero: “…Lo que más me gusta del río es su misterio”, escribe sobre ese fluir que conoce muy bien donde aprende a diferenciar lo que trae la caña: sábalo, boga, pejerrey, carpa, doradillo, bagre. También hay una madre y un hermano que aparecen, por momentos, fuera de foco, poco nítidos.
En el inicio hay una niña que vive en este pueblo, la familia se muda a La Plata y finalmente, ya crecida y decidida se reinstala en Punta Lara, luego dinamita los puentes con la gran ciudad. Busca un terreno, un espacio, prueba aquí y allá, hasta que encuentra donde erigir su casa, al lado del río. Ahora nadie sabe donde vive, se anima a una vida semisalvaje en soledad, hasta que concede la posibilidad de relacionarse con mujeres vecinas y recoger peces del río para darles un hogar. Atiende un carro donde vende helados y gracias a este rebusque puede conversar con sus vecinos. Está sola y le escribe cartas a su padre muerto. Siempre vuelve al río, ese que es color marrón y demuestra ansias de mar, y recorre pueblos. Las lluvias son momentos de celebración de reencuentro con la naturaleza y también los que evidencian ausencias. Físicas al menos.

Hay un mundo paralelo en el que ella entabla su conexión directa con la naturaleza: con las lombrices y los peces, perros, gatos, gallinas, patos, un hámster, gusanos, hormigas (admiradas) pájaros infinitos. “Siempre me extrañaron las aves migratorias, me hacen pensar en la contradicción; el cambio forzoso de hábitat y las ganas de quedarse en un lugar donde habían logrado construir algo, con lo dificultoso y largo que puede llegar a ser”, escribe. Sabe que dejar el río es un algo que va a ocurrir alguna vez, indefectiblemente, aunque por momentos parezca imposible abandonar Punta Lara.
En el transcurrir del libro, la autora aparece con decisión para contar lo que ve y siente su personaje, se funde con ella para expresar aquello que la atraviesa y la vuelve un ser único en ese entorno en el que la idea de humanidad va y viene. Punta Lara, el lugar, genera encanto y también angustia, es un lugar elegido y también padecido. Las apreciaciones certeras de Malena nos trasladan inmediatamente a ese balneario un tanto previsible, un tanto enigmático. Allí descansan sus emociones y su sensorialidad llevada en la piel: así llega al papel y nos cuenta como una viajera conocedora del trayecto lo que ve y vive Julia. Todo parece quedar inconcluso y vuelve a comenzar.

Punta Lara es el segundo libro de Malena Escoba O’Neill (nacida en 1998), ya había publicado antes La clave secreta, es licenciada en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata y magíster en Escritura Creativa en la Untref.
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