Luthería: un oficio que desafía al tiempo | Segundo encuentro provincial en Cafayate

Cafayate ofició de localidad anfitriona abriendo sus puertas al Segundo Encuentro Regional de Luthería, un espacio propicio para compartir saberes y experiencias alrededor de un oficio ancestral que aún mantiene plena vigencia.

La cita fue posible gracias a la articulación entre la Secretaría de Cultura de la provincia de Salta y la Escuela de Luthería de Cafayate, con el acompañamiento del Museo de la Vid y el Vino y la Municipalidad local, que organizaron y gestionaron cada uno de los recursos necesarios para llevar adelante el encuentro.

La amplia programación incluyó la participación de docentes y estudiantes de la Escuela de Luthería, público en general, y fue nutrida también por invitados especiales de destacada trayectoria arribados desde diferentes puntos del país: Fernando Barragán, Ángel Sampedro, Damián Verdún, Juan Alonso, Manuel Toro y Ezequiel Stracquadaini, entre otros, quienes dictaron talleres especializados destinados a estudiantes y profesionales del rubro, además de compartir instancias abiertas a toda la comunidad.

Taller de construccion de sikus

Uno de esos invitados especiales al encuentro en Cafayate, Ángel Sampedro, realiza instrumentos de viento, especializándose en la hechura con bambú, técnica que lo llevó a recorrer el mundo compartiendo sus conocimientos y nutriéndose de otros.

“Mi llegada a los aerófonos comenzó hace mucho tiempo, cuando empecé a fabricar algunos para mí. Después conocí a Mariana, mi compañera de vida y de trabajo, todo lo que hacemos es juntos, y con el tiempo fuimos perfeccionando lo que hacíamos, la música es lo que nos mueve y la luthería se volvió nuestro proyecto de vida, nuestro aporte a la humanidad si se quiere”, dice Sampedro. 

El luthier bonaerense, quien visitaba por primera vez los valles, narró sus impresiones sobre un territorio que lo dejó maravillado. “Cafayate es un lugar privilegiado, con una geografía espectacular y una calidez especial”, destaca describiendo el marco inmejorable para la realización del encuentro.

Por otra parte, Fernando Barragán, luthier de sikus y zampoñas, fue otro de los invitados especiales al encuentro. Llegado desde el porteño barrio de Chacarita, esbozó una primera semblanza de su comienzo en este oficio milenario: “En lo personal, vengo de una tradición familiar de músicos: mi padre fue acordeonista y pianista, mi abuelo tocaba la mandolina, mi bisabuelo, los sikus. De ahí proviene mi aprendizaje. Incluso tuve un tatarabuelo, Raúl Barragán, que fue fundador del Conservatorio Nacional de Bolivia”.

Reconocimiento al profesor Daniel Damico

Si bien la gran mayoría de los docentes de la Escuela de Luthería local funcionaron como eje articulador para la realización de encuentro, el experimentado músico y docente Daniel Damico es palabra validada para dar un contexto que ponga énfasis en la importancia del encuentro.

“Para nosotros es importante difundir la construcción de instrumentos musicales artesanales de autor, y que esto inclusive pueda generar a futuro una fuente de trabajo. En Cafayate tenemos buen clima para el estacionamiento y secado de la madera, lo que también favorece el lustre de los instrumentos”, explica. 

Damico resalta: “es fundamental para nosotros difundir la existencia de esta escuela pública de luthería, que costó mucho esfuerzo crear y que tiene una currícula muy interesante con un nivel académico muy alto”.

Fernando Barragán en su taller de construccion de sikus para escuela públicas de Cafayate

Es en este sentido que el sikuri Barragán enfatiza: “en el continente tenemos pocas entidades que nuclean la luthería. En Argentina, por ejemplo, está la Asociación Argentina de Luthiers que reúne a unos cien luthiers en todo el país, pero particularmente Argentina se ha convertido en un motor de la luthería”.

“Y particularmente en Cafayate”, agrega Barragán, “se generó un espacio donde comenzó a gestarse una escuela con identidad propia: una identidad americana e indígena, pero siempre en diálogo con los códigos de la urbanidad”.

Angel Sampedro en su taller de acústica de instrumentos de viento

“Estos encuentros no son solo para mostrar o vender instrumentos”, remarca el experimentado luthier Sampedro, “se trata de conocer historias, compartir experiencias y construir una red: eso es la cultura”.

En los últimos 25 años la luthería cambió muchísimo, y la Asociación Argentina de Luthiers, aunque no fue la única responsable, disparó una chispa que ayudó a expandirla en todos los rubros. Y aunque la música electrónica avance, que esta todo bien con ese tipo de música, el instrumento acústico nunca va a desaparecer, tiene una conexión única con la expresión humana”, reflexiona Sampedro.

Damian Verdún en una de las instacias del taller-ensamble “El charangazo”

El encuentro contó con gran cantidad de talleres, espacios de intercambio y fusiones colectivas, sumados a los ensambles y entramados musicales que iban surgiendo en cada cierre de las jornadas, con un nivel musical superlativo donde abundaron las anécdotas y el vino cafayateño que ayudó a combatir el frío de la noche.

Estos encuentros permiten establecer códigos de docencia y transmisión. Ya no se enseña desde la vieja docencia enciclopédica, sino desde el saber compartido: yo te transmito un conocimiento, y vos lo transmitís a otro. Es un eslabón que se encadena y nos contiene humanamente”, afirma Fernando Barragán.

Y en este sentido amplía: “no se trata solamente de reproducir modelos europeos, sino de darle identidad desde nuestros propios instrumentos. Esa es la originalidad de esta escuela en el NOA, y creo que en Cafayate se está abriendo una nueva veta que toda la sociedad debería mirar con atención”.

El profesor Juan Alonso en su taller de puesta a punto de violín

Los talleres más específicos se realizaron en la Escuela de Música y Danzas; en tanto, los que tenían menores requerimientos técnicos se desarrollaron en el Museo de la Vid y el Vino. Algunos de ellos fueron sobre barnizado al alcohol en violería, construcción de sikus, acústica de instrumentos de vientos, puesta a punto de violín; hubo también talleres experimentales sobre tapas de guitarras y el ensamble folclórico “El charangazo”, entre otros.

Cada luthier tiene su manera de trabajar y su estilo”, comenta el docente cafayateño Daniel Damico. “Yo me dedico más a los aerófonos, pero siempre se aprende algo nuevo. Con este encuentro abrimos el juego a compartir miradas distintas que nos enriquecen a todos”.

Parte de la orquesta de bandoneones Agustín Torres en la inaguración del Encuentro

Todos y cada uno de los participantes remarcan la potencia e importancia de la Escuela de Luthería, pero resaltan en la figura de Damico, pronto a jubilarse, un pilar y motor fundamental. “Tenemos muchos sueños en la Escuela, la carrera actual dura tres años. Cuando se creó coincidió con el cambio de la Ley Federal de Educación, por lo que se estableció como una tecnicatura. Pero sería interesante poder avanzar hacia una licenciatura o un posgrado que permita especializarse más. Hay muchas ideas y mucho camino por recorrer”. 

“Se puede vivir de la luthería, requiere esfuerzo, constancia y mucho trabajo invisible que rodea la construcción de un destino y una rutina. La luthería es una rama del arte que fabrica las herramientas para que los músicos puedan expresarse, y eso es algo que no debe perderse jamás”, enfatizó Angel Sampedro.

Vivimos un cambio paradigmático en un mundo marcado por la obsolescencia, en ese contexto, la luthería puede sostener algo esencial de la humanidad”, afirma Fernando Barragán, extendiendo su reflexión: “lo que sueño es sembrar, dar contenidos a los jóvenes para que ellos propaguen la voz. No se trata solo de fabricar un instrumento para uno mismo, sino de sembrar colectivamente. Así, la cosecha será tan amplia que ninguna realidad sociopolítica podrá ensombrecerla”.

Sin duda el Segundo Encuentro Regional de Luthería en Cafayate dejó mucho más que talleres y conciertos: abrió un espacio de transmisión y diálogo donde los instrumentos tradicionales y las experimentaciones a futuro se abrazaron en torno a la música.

Desde los Valles Calchaquíes, la comunidad reafirmó que la luthería no es solo un oficio, sino también una forma de identidad y resistencia cultural en tiempo turbulentos.

fuente: GOOGLE NEWS

Artículos Relacionados

Volver al botón superior

Adblock Detectado

Considere apoyarnos deshabilitando su bloqueador de anuncios