
Pablo Marcos Carballo tenía todo en contra para ser piloto. Un accidente a los 12 años en Bariloche le dejó secuelas físicas que ponían en riesgo su ingreso a la Fuerza Aérea. “Los sueños empujan contra la aspiración“, le decía su padre, y esa frase lo acompañó cuando en 1968 logró ser aceptado tras una entrevista personal con el brigadier García Reynoso.
Sus primeros años como oficial fueron de extrema austeridad. “Ganaba 50 dólares mensuales. A fin de mes sólo comíamos arroz“, recuerda. Pero nada lo detuvo en su camino para convertirse en piloto de caza. Su primera vez solo en los cielos la recuerda con emoción: “Cuando miré atrás y no había nadie… fue una alegría tremenda“.

Malvinas: el error que lo marcó
El 1° de mayo de 1982, Carballo protagonizó uno de los episodios más dramáticos: atacó por error al buque argentino Formosa. “Mis cañones casi nunca funcionaban por el frío, pero ese día sí“, explica sobre los 89 impactos que dejó en el navío. Ese mismo día, sus compañeros hundieron el HMS Sheffield.

Tácticas desesperadas
Con voz emocionada, describe cómo burlaban los misiles Sea Dart de la Royal Navy: “Volábamos a 3 metros del agua, los esquivábamos con maniobras imposibles“. Sus 11 misiones incluyeron ataques a buques insignia como el HMS Invincible. “Teníamos aviones viejos, pero con coraje inventábamos tácticas nuevas cada día“.

El reclamo que perdura
Hoy, a sus 77 años, Carballo critica la división entre veteranos: “Sin el continente, ningún avión hubiera llegado a Malvinas“. Su historia, plasmada en libros y documentales, sigue inspirando con un mensaje claro: “Cuando peleas por lo que amás, sos capaz de cualquier cosa“.
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