
Ante una centralidad excluyente y el apichonamiento opositor que dejó la escena pos electoral de octubre, Javier Milei asoma dispuesto a buscar adversarios que le permitan revalidar en lo inmediato su remozado capital político. Uno de los elegidos es Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires, delegado del kirchnerismo que el líder libertario desea siempre enfrentar. El otro contendiente irrumpió producto de sus malas artes antes que por algún anzuelo planteado desde el oficialismo. Se trata de Claudio “Chiqui” Tapia, el titular de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), representante en la FIFA del último país campeón del mundo.
¿Cuál de los dos le serviría más a las pretensiones de Milei? Depende con el cristal con que se mire. Kicillof encarna al principal distrito del país y a la fortaleza K distanciada ahora del peronismo del Interior. Pero deberá sortear una infinidad de obstáculos para convertirse en heredero indiscutido de la oposición. Tapia debe ser ahora el dirigente más impopular dentro y fuera del universo de mayor popularidad que significa el fútbol. Pero es sólo la cabeza de un amplio sistema de poder interno con ramificaciones geopolíticas. Existe un puente permanente con la FIFA y la inminencia de un Mundial que adquiere especial importancia para el salvador del Presidente. Se trata de Donald Trump.
El gobernador enfrenta en su carrera un primer problema: la relación con Cristina Fernández. Trata de sacar de su agenda la prisión domiciliaria de la ex presidenta y la corrupción escandalosa que se continúa ventilando en el juicio por los Cuadernos de las Coimas. Eso acentúa sus diferencias con los núcleos duros del kirchnerismo. En especial, La Cámpora que conduce el diputado Máximo Kirchner. En ese punto se plantea un dilema que por ahora no exhibe solución.
Kicillof no puede perder aquel sector si pretende caminar hacia 2027 como la alternativa al libertarismo de Milei. Pero está obligado, al mismo tiempo, a un revisionismo del pasado para recuperar a un electorado que suele definir las elecciones. La necesidad de la “nueva música”, que tantas veces pregonó. El mismo nunca la logró ejecutar.
Maximo Kirchner, estático el gobernador Axel Kicillof tras conocer los resultados de las elecciones de octubre ReutersOtra dificultad es que debe administrar un Conurbano empobrecido. Al mismo tiempo que la gestión libertaria promueve reformas y ejecuta nuevos ajustes. Su último objetivo, el endeudamiento para Buenos Aires, desnudó muchísimos de sus límites. Para conseguirlo debió conceder el manejo de la Cámara de Diputados bonaerense a manos de Máximo y Sergio Massa. El control quedó bajo un sistema rotativo entre Alejandro Dichiara (MK) y Alexis Guerrera (SM). Las secretarías legislativas también fueron repartidas por ese tándem.
El traspié lo forzó a abrir las fronteras de un acuerdo. Para eso amplió de ocho a catorce los cargos en el directorio del Banco Provincia. Allí se sumaron aliados que le aportaron votos decisivos para el endeudamiento. También se incrementaron los fondos para una mayoría de los municipios. Queda el tránsito más espinoso. Que el gobierno de Milei apruebe la toma de deuda por US$ 3.700 millones. La opinión de Luis Caputo, el ministro de Economía, sería aceptar el monto que cubra la deuda anterior. Aunque no los fondos frescos. Una complicación para el gobernador, si así ocurre, para recorrer el 2026 con el foco puesto en las presidenciales.
¿En qué estación estarían confluyendo las dificultades de Kicillof con las de Tapia? En que la investigación de la Justicia por el dinero negro que circula en el fútbol a través de una financiera (Sur Finanzas, sponsor de varias entidades) que se dice cercana al titular de la AFA involucra a clubes del área metropolitana. Particularmente del Conurbano. El gobernador le dio además cobijo legal a la AFA.
Tampoco se puede dejar de reparar en otro detalle. La Justicia, a través del fiscal Guillermo Marijuan, tiene abierta una investigación en Estudiantes por la inyección de fondos que hizo a principios de año en el club platense el magnate Foster Gillet. Ronda la sospecha de presunto lavado. Juan Sebastián Verón es el titular de Estudiantes a quien se adjudica ser la punta de lanza de Milei para el proyecto de la Sociedades Anónimas en el fútbol. Una simplificación a la que muchas veces recurre la política. El ex futbolista pregona la necesidad de tomar fondos privados pero no dentro del modelo de las SAD. Su encono con “Chiqui” tiene otras raíces: el desmanejo del fútbol local, de los arbitrajes, las arbitrariedades y el espíritu de emperador que ostenta el jefe de la AFA.
Tapia es sólo la cabeza de un sistema que envuelve a todos los clubes de fútbol de la Argentina (quizá con alguna silenciosa excepción) que lo vienen sosteniendo. En Primera, en las divisiones de Ascenso y en los Regionales. Con ese aval se convirtió en dirigente clave de la Confederación Sudamericana y reciente delegado de la institución ante la FIFA, en reemplazo de Brasil. ¿Se comprende, entonces, de qué cosa se está hablando ahora?.
El titular de la AFA tiene, por otra parte, el apoyo de Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Lo hizo expreso ni bien comenzó a estallar el escándalo del fútbol en la Argentina. Al italiano se lo apoda “el hijo huérfano del FIFAgate”, esa ofensiva limpiadora que lanzó Estados Unidos sobre la mayor entidad del fútbol después que le fue birlada la sede que tuvo Qatar en 2022. Fue empleado en la UEFA del francés Michel Platini, que también cayó en la volteada de Washington.
Claudio Tapia y Gianni Infantino, presidentes de la AFA y la FIFAInfantino cursa ya su tercer mandato aferrado a una fórmula sencilla que alguna vez inventó don Julio Grondona. Ampliar la participación de federaciones de fútbol en los Mundiales. Recaudar y prometer ganancias. De hecho, se modificó el formato de 32 selecciones a 48 en el torneo del 2026 en Estados Unidos, México y Canadá. También, ampliar las sedes para dar cabida a todos. Este podría ser un dato que, a lo mejor, Milei no termina de calibrar en medio de la polvareda que levanta el fútbol. Estados Unidos tendrá esa competencia. Contó con el Mundial de Clubes de este año y será anfitrión en Los Angeles de los Juegos Olímpicos del 2028. Acontecimientos que sucedieron y sucederán bajo el mandato de Trump.
El Mundial no representa una cosa más, o lateral, para el líder republicano. Se celebrará el mismo año de las elecciones de medio término cuyas vísperas no amanecen auspiciosas para Trump. Acaba de resignar la alcaldía de Miami a manos de los demócratas (Eileen Higgings) después de 28 años. Con fuerte voto en contra de los inmigrantes. Perdió Nueva York con el disruptivo Zohran Mamdani. Además fue derrotado por mujeres del establishment demócrata en las gobernaciones de Virginia (Abigail Spanberger) y Nueva Jersey (Mikie Sherill).
Ese panorama multiplica la importancia de los eventos deportivos para Trump. Explica también que el gobierno libertario haya recibido un correo de desencanto de Washington por la ausencia de Milei, como invitado especial, al sorteo del Mundial. Quizás no agrade que el escándalo del fútbol en la Argentina pueda empañar el desenvolvimiento de la selección campeona del mundo y el de la principal figura del planeta que milita en la MLS, la liga estadounidense, Lionel Messi.
El presidente Donald J. Trump con una camiseta customizada con su nombre presentada por el presidente de la FIFA Gianni Infantino en la Casa Blanca. Efe¿Milei se ausentó en aquella ocasión para evitar a Tapia?. ¿O no fue por desencuentros diplomáticos y económicos bilaterales anteriores?. Quién lo sabe. También habría que colocar sobre la mesa de las evaluaciones la improvisación con que el Presidente administra en general cuestiones de la política exterior. Su viaje a Oslo, Noruega, para asistir a la entrega del Premio Nobel de la Paz a la líder venezolana María Corina Machado, opositora de Nicolás Maduro, resultó inexplicable. Buscó una foto que nunca obtuvo porque la mujer que vive en la clandestinidad no llegó para la ceremonia principal. Lo hizo horas más tarde, luego de muchas peripecias, cuando el Presidente había decidido de modo intempestivo regresar a la Argentina.
El paso en falso puso al líder libertario de mal humor y lo indujo a suspender dos reuniones importantes que figuraban en su agenda. Con el Rey de Noruega, Herald V y con el primer ministro Jonas Store. Este funcionario explicó a la prensa que la excusa dada por el mandatario argentino fue que debía inaugurar las sesiones del Congreso. ¿Cómo?
En verdad lo único que hizo Milei a su regreso fue firmar el proyecto de reforma laboral que remitió al Parlamento. El Presidente tiene una hoja de ruta para aprovechar el tiempo de gracia que afloró después de las elecciones. Primero el Presupuesto. Si es posible media sanción este mes para aquella reforma. Después figura el nuevo Código Penal. Pretende ingresar al mes de marzo con todas aquellas cuentas saldadas.
En esta necesidad de contar con enemigos útiles el Gobierno parece poseer una dosis de fortuna. La Confederación General del Trabajo (CGT) reaccionó con un rechazo plano y una movilización a la propuesta de reforma laboral. No jugó al debate que inevitablemente sucederá en el Congreso. Milei y los libertarios tienen, por su lado, gran facilidad para vender fantasías. Elevan aquellos cambios en la legislación del trabajo como panacea para la generación de empleo. Imposible que ocurra con una economía planchada, en especial en los sectores productivos que producen mayor demanda de mano de obra.
Otro golpe de suerte resultó la reaparición de Cristina para cuestionar el 2,5% de inflación de noviembre. Séptimo mes con el índice en ascenso. La ex presidenta no se percata aún que es una pésima mensajera. Esa máscara no debe servirle al Gobierno para ocultar una realidad vigente aún después del éxito electoral: apenas el 35% de los ciudadanos, según la consultora ARESCO, sigue aprobando la situación económica del país. Por debajo incluso del 41% de los votos de octubre. Algo requiere una urgente reparación.
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