
A Javier Milei parece sucederle lo contrario de aquello que en su tiempo supo escribir Madeleine L’Engle. La conocida escritora estadounidense, prolífica en las décadas del 60-70, sostuvo que primero se debe conocer la oscuridad para saber valorar la luz. El Presidente supuso, tal vez, que su primer año largo con aciertos, sin obstáculos sociales y una oposición disgregada se iba a prolongar para siempre. La realidad cambió, en gran medida estimulada por errores libertarios. Está confundido en la oscuridad. En esas condiciones inaugura en Buenos Aires un recorrido electoral crucial que concluirá con las legislativas nacionales del 26 de octubre.
¿Por qué razón una elección local como la bonaerense adquiere ahora tanta importancia? Entre varios motivos se podrían rescatar dos que atañen al oficialismo y a la oposición. El desenlace de hoy en el principal distrito electoral determinará las condiciones bajo las cuales el Gobierno deberá desarrollar su gestión, ahora muy complicada, hasta el último domingo de octubre. Serán 50 días de incertidumbre. También los resultados servirán para observar cómo se encamina el desafío político que Axel Kicillof planteó a Cristina Fernández con el desdoblamiento electoral.
El Gobierno no logra desactivar ninguna de las dificultades que lo dejaron en esta situación incómoda. El Senado terminó de dar el golpe de gracia insinuado por Diputados. También rechazó el veto de Milei contra la emergencia por discapacidad. Otra vez aconteció una paliza: 63 votos contra 7. La administración libertaria asegura que continuará su pelea por el tema en la Justicia. Nadie conoce con qué argumentos valederos. Los derechos ejercidos por el Congreso son claros y resultan constitucionales. Las presentaciones judiciales no vienen siendo un activo del oficialismo.
La denuncia penal contra periodistas formulada por Patricia Bullrich a raíz de la difusión de los audios de Karina y de Diego Spagnuolo, el ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) chocó contra la intervención del fiscal Carlos Stornelli, quien se dispuso a abrir una investigación -la está desarrollando- con dos límites: no hará, como se había pedido, allanamientos contra los hombres de prensa ni los intimará para que revelen sus fuentes. Le quedaría desentrañar el otro nudo descripto por la ministra de Seguridad. La presunta actividad de espías rusos ligada a confabulaciones urdidas por Claudio Tapia, el titular de la AFA, y Pablo Toviggino, su mano derecha. Un entrelazado insólito.
Después figura el amparo que el Gobierno obtuvo de parte del juez Civil y Comercial, Alejandro Maraniello, que prohibió en un acto de censura previa la difusión de los audios de Karina. Un texto extremadamente confuso que reivindica los antecedentes de la Corte Suprema en la materia, aunque concluye dando la derecha al reclamo del poder. En ese quiebre podría descubrirse la debilidad del magistrado: arrastra cinco denuncias por acoso sexual que tramita el Consejo de la Magistratura.
La resolución fue apelada por los abogados Ricardo Gil Lavedra y Roberto Gargarella. El ex integrante de la Corte Suprema, Juan Carlos Maqueda, sostuvo a los cuatro vientos que se trata de un fallo “lamentable”. Prólogo, a lo mejor, de lo que podría suceder si el máximo Tribunal se ve obligado a intervenir. Es probable que la pirueta de Maraniello naufrague en instancias intermedias.
Sobre aquellas presentaciones judiciales parecieron basarse los fundamentos expuestos por Milei en las últimas apariciones públicas para denunciar que está siendo víctima de “operetas”. Buscarían dañarlo en el proceso electoral. El foco acostumbra a colocarlo sobre el kirchnerismo. La estrategia, sin embargo, podría derrumbarse con pocos interrogantes. Si las cosas son como se cuentan: ¿Por qué motivo resultó echado Spagnuolo de la ANDIS? ¿Por qué también su segundo, Daniel Garbellini? ¿Por qué los audios en los cuales hablaba de supuestas coimas que recibirían Karina y Eduardo “Lule” Menem abrieron un proceso volcánico en la cima libertaria?
En la estación del escándalo sobre las coimas habría otro indicio para no perder de vista. Además de defender de modo recurrente a Karina, el Presidente anunció que iniciaría una denuncia judicial contra Spagnuolo. Ha pasado más de una semana del anuncio y no se formalizó. Algunos asesores dijeron que el líder libertario se apresuró. Otros opinaron que había que ser cuidadosos para no repetir los errores precedentes. Tal vez la demora o el paréntesis se vincule con novedades de la realidad. Los peritos de Investigación Penal informaron al juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi que resultó imposible recuperar los textos y audios del teléfono del ex titular de la ANDIS en los cuales hablaba de supuestas coimas producto de la venta de medicamentos de la droguería Suizo Argentina. El ex abogado personal de Milei habría utilizado un sistema de “borrado especial” que dificulta su recuperación.
Si la situación no logra destrabarse se presentaría una dificultad para Casanello y Picardi. Esos mensajes ahora inhallables fueron el motor de su acción judicial mediante la cual hicieron decenas de allanamientos. Entre ellos en la casa de Spagnuolo y de la familia Kovalivker, propietarios de la droguería. En cualquier momento podría aflorar una impugnación de las defensas. El escándalo deberá transitar un camino más pedregoso para la investigación: comprobar irregularidades en los contratos de la empresa con el Estado. Una pregunta: ¿de qué manera logrará verificarse con dicho mecanismo el pago de las supuestas coimas?. El juez y el fiscal son conscientes de las dificultades: mantienen el secreto del sumario; aceptaron a Poder Ciudadano como parte querellante para exhibir un certificado de transparencia.
El atascamiento del caso explica la reticencia de la denuncia y un inocultable alivio oficial para transitar el sendero de la campaña electoral. Su comienzo, de todos modos, dejó traslucir señales de peligroso desorden. Fue incomprensible, por ejemplo, el lugar elegido para el cierre bonaerense en Moreno que puso como eje del debate la seguridad presidencial antes que otra cosa. Indignante la presencia de barras brava entre las huestes libertarias que emparenta cada vez más al oficialismo con “la casta” que denuesta. Las imágenes tuvieron muchísima más significación que cualquier relato. No hubo más de mil personas en el acto libertario. No fueron más de 30 o 40 las que se acercaron para hostilizar. Un bajísimo interés que siguen reflejando las encuestas. Según un trabajo de la consultora ARESCO, 4 de cada 10 consultados siguen diciendo que no concurrirían a votar ni hoy ni en octubre.
El Gobierno observa todo ese panorama sin el optimismo desbordante de tiempo atrás. Parece tener conciencia sobre dos cosas. Hace rato que extravió el control de la agenda pública. La campaña en Buenos Aires, como había ocurrido en la Ciudad, se terminó nacionalizando. Aunque en fases distintas: en mayo los libertarios aún atropellaban; ahora están en retaguardia y sembrados por la desconfianza.
El mayor problema para el Presidente no radica en ninguna de aquellas escaramuzas. En todo caso debería estar atento a si terminan influyendo en el ancla que ha empezado a moverse. Esa que le permite conservar un importante caudal de expectativas sociales: la estabilidad económica. Resultan evidentes los gestos del Gobierno, aunque la narrativa fluya por otro andarivel, que estarían indicando que Nada Marcha de Acuerdo al Plan (NMDAP).
Una cronología asoma ilustrativa de tal realidad. Luego de la salida del cepo en abril, con el acuerdo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Milei anunció que el dólar valdría $ 1.000 o incluso $ 600. Está ahora rozando la banda superior de $ 1.400. La libre flotación acordada acaba de dejar paso a la intervención del Tesoro (US$ 450 millones en tres días) para frenar la cotización de la moneda estadounidense. En mayo Luis Caputo, el ministro de Economía, comunicó el envío de un proyecto al Congreso para que los argentinos pudieran volcar al mercado “los dólares del colchón”. No pasó nada. El balance de los ocho primeros meses indica que los ciudadanos adquirieron alrededor de US$ 14 mil millones. Cerca de la mitad quedó atesorado en los colchones. El resto se derivó a gastos.
Ensimismado con esa evolución el Gobierno perdió noción sobre otras cosas. Se empeñó en resistir la emergencia por discapacidad que de ninguna manera afectaría el equilibrio fiscal. La ley sancionada aconseja tres formas de financiarla. Nadie calibra la onda expansiva que un tema de esa índole expande sobre la sociedad. Tampoco el Presidente prestó atención a otro reto del Senado. La media sanción para la modificación de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que, si lo convalida Diputados, privaría al Gobierno de un mecanismo excepcional para gobernar. Salvo que en octubre consiga un número de legisladores que le permita autonomía a la hora de sancionar leyes.
Es cierto que los DNU reglamentados en 2006 por Cristina Fernández son absurdos. Quedan convalidados con muchísima mayor facilidad que una ley. Es cierto también que desde 1994 los utilizaron todos los mandatarios. ¿Es esta la coyuntura adecuada para transformarlos ante el Gobierno más débil surgido desde 1983?
La virtud no parece un valor que rija ahora la política. Un amigo de Milei (el llamado Gordo Dan) escribió un texto execrable contra el senador Luis Juez porque votó a favor de la emergencia por discapacidad. El peronista José Mayans calificó de mafioso al Presidente al exponer en el recinto. Es incondicional de Gildo Insfrán, el gobernador de Formosa. También leal a Cristina, arrestada por corrupción. Apenas misceláneas de un presente descompuesto.
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