Leandro Katz y las últimas imágenes de un tiempo irrepetible

En un juego que entrelaza memorias fílmicas y fotografías de época tomadas por Leandro Katz en la efervescente y contundente Nueva York de los 60 y 70, editadas con eficacia por Fermín Eloy Acosta, sucede Museo de la Noche, un ejercicio de experimentación contracultural. También escritor, en su primer documental en solitario Acosta juega en tiempos distintos usando el recurso cinematográfico de filmar con las mismas interferencias visuales el tiempo actual de Katz en su casa taller de Buenos Aires.

Las escenas van hilvanando una historia basada en el registro que Leandro tomó como testigo y partícipe del Teatro del Ridículo (The Ridiculous Theatrical Company) fundado por el dramaturgo, actor y director Charles Ludlam (1943-1987), considerado el artista más productivo y extravagante del teatro de vanguardia y un Molière estadounidense. El clima delirante de aquellas obras en los teatros marginales se entrelazan con piezas fílmicas de la ciudad tomadas por Katz en un time lapse muy dinámico, que siguen el relato en primera persona.

El artista Leandro Katz durante la proyección de El artista Leandro Katz durante la proyección de “Museo de la noche”.

“Una atracción especial por el pasado, por las personas que son los últimos testigos de una era que desaparece, mundos que ya no existen como esa escena queer de finales de los 60 en Nueva York que relato en esta película”. Así define Acosta la satisfacción de construir estas memorias en la combinación de archivos, fotografías, cine y video.

El propio Katz había mostrado este material en la exhibición Días de Aquelarre (Bedlam Days), curada por Laura Buccellato en 2003 en el Museo Moderno. Allí había narrado de manera singular su encuentro con Ludlam y su troupe: “Turds In Hell (Soretes en el Infierno) se estaba presentando en un teatro al final de la calle 42, cerca del Río Hudson y en el corazón de Hell’s Kitchen, la zona más peligrosa de Manhattan. El local era en realidad un cine porno durante el día y Charles Ludlam lo había logrado alquilar por muy poco dinero para poner en escena su espectáculo. Las presentaciones a medianoche ya habían adquirido una fama clandestina y las funciones parecían más misas paganas que eventos teatrales”.

Imagen de la película. Imagen de la película.

La obra de Bill Vehr y Charles Ludlam puesta en escena en 1968, veía pasar personajes como Carla la Gitana, interpretada por la estrella de Warhol, Mario Montez, quien encuentra un bebé abandonado en la cima de una montaña, con acento portorriqueño admira un gran miembro mientras manos misteriosas esparcen jabón en escamas Ivory Flakes como nieve. Luego conoce al Barón Burbujas en la Bañadera, a San Repugnante, a San Frígido, al Ángel Gaybriel, al Demonio, al Papa, al Jorobado Retardado Maniático del Sexo, a la Mujer Tortuga, a los Santos, los Monjes y las Putas, quienes, en otra escena de tormenta nocturna en medio del mar, son mojados por baldazos de agua como olas gigantescas que arrasan la cubierta. El final da comienzo a un ballet acuático en el que fornidos bailarines en zapatillas de punta y luciendo tutús y diademas interpretan una escena alucinante de El Lago de los Cisnes sobre un tablado que, luego del jabón y del agua, se ha vuelto sumamente resbaloso.

Parte de esta descripción puede verse reflejada en algunos de los pasajes del documental o narradas por la voz en off del artista, intercaladas por el sujeto Katz filmado en su casa frente a su computadora. El clima se sella con tramos de los reportajes que grabó con los supervivientes de esta etapa, quienes al mirar sus registros fotográficos se dan cuenta que son esas, tal vez, las únicas imágenes que quedan.

La proyección en la terraza de ArtHaus. La proyección en la terraza de ArtHaus.

El uso de un efecto de cámara con luz baja para que aparezca con más grano hace que se redoble la idea de una memoria narrando su historia, de manera muy eficaz, junto a notas de jazz y música compuesta por Catriel Nievas.

Presentado en el 27° Festival Internacional de Documentales de Tesalónica en 2025, ganó un premio en la sección Film Forward International, y acaba de recibir una mención especial del jurado en el Festival Archivio Aperto de Bologna.

“Creo firmemente en el poder de recopilar fragmentos de la historia, de trabajar arqueológica y pacientemente con esos materiales y archivos, y de tejer un testimonio que no es solo el de Leandro Katz, sino también el de un nutrido grupo de artistas”, agrega el autor, al que se refiere como “un proyecto de investigación complejo”.

Durante la primavera, artistas, cineastas y amigos disfrutan de la proyección en la terraza de ArtHaus. En ocasiones, Leandro Katz compartió su impresión sobre este documental que, como él mismo advirtió, lo tiene como sujeto y como objeto, para dar cuenta de un tiempo tal vez, tan singular como irrepetible.

fuente: CLARIN

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