
Desde su estreno el 20 de junio, Las guerreras K-Pop no dejó de romper récords. Se convirtió en la película animada original más vista de la historia de Netflix, y su música invadió todas las plataformas: la banda sonora logró cuatro temas en el Top 10 del Billboard Hot 100 y sumó cinco nominaciones a los premios Grammy, con Golden (Dorada) compitiendo por Canción del Año. ¿Cómo irrumpió este fenómeno y deslumbró rápidamente a niñas y preadolescentes? ¿Qué es lo que genera tanta fascinación? ¿Qué hay detrás de su estética brillante? Luces y sombras del fenómeno pop del momento.
Es que el furor se extendió más allá de la pantalla. Las chicas quieren copiar los peinados de Rumi, Mira y Zoey, ensayan las coreografías frente al espejo y organizan cumpleaños temáticos con sus canciones como protagonistas. En los recreos, reproducen escenas y diálogos del filme, mientras el álbum de figuritas se convierte en el nuevo objeto de deseo.
Las búsquedas de muñecas, disfraces y hasta dibujos para colorear de las tres heroínas van en aumento. Y ya hay espectáculos “no oficiales” que las imitan en vivo: una de las compañías incluso anunció una función en el teatro Gran Rex para diciembre.
Las búsquedas de muñecas, disfraces y hasta dibujos para colorear de Las guerreras K-Pop van en aumento. Foto: Netflix.Las guerreras K-Pop (disponible en Netflix) cuenta la historia de tres jóvenes estrellas del pop coreano que forman la banda HUNTR/X que, además de cantar y bailar, esconden un secreto: son cazadoras de demonios que deben proteger el equilibrio entre el mundo humano y el espiritual. Con música, humor y escenas de acción, la película combina la estética del K-Pop con una trama de amistad y empoderamiento femenino.
El fin de semana de Halloween el filme tuvo también su estreno en cines, en una versión doblada y tipo karaoke. Las salas se llenaron de grupos de niñeces que cantaban junto a sus madres (y algunos padres).
“Llevé a mi hijo de nueve años al cine, con casi todos los compañeros del curso. Todos ya la habían visto en Netflix”, cuenta Marina Moguillansky, socióloga e investigadora del CONICET.
De Corea al mundo: el largo camino del K-Pop
Las tres protagonistas son las cantantes de HUNTR/X y, además, cazadoras de demonios. Foto: NetflixLa mayoría de las niñas que hoy corean vehementemente las canciones de las heroínas y la pegadiza Soda pop -la más conocida de los villanos demoníacos Saja Boys– no están familiarizadas con la tradición musical que precede a la película: muchas de ellas pasaron de Bluey, Margarita, La casa de muñecas de Gabby o Vampirina, a estas heroínas musicales, sin escalas. Sin embargo, la película se apoya en una tradición musical y cultural amplia.
Florencia Paparone, socióloga y especialista en cultura coreana, explica a Clarín que “forma parte de un proceso mucho más amplio que conocemos como Hallyu, u ola coreana: una estructura cultural sólida que se viene configurando hace aproximadamente 30 años”.
La película forma parte de un proceso más amplio conocido como Hallyu, u ola coreana. Crédito Netflix.Tal como explica la experta, Hallyu combina la acción del Estado surcoreano, las grandes agencias de entretenimiento y una estrategia de soft power que busca proyectar identidad nacional a través de la cultura popular: música, series, dramas y cine. “El K-Pop no es solo un producto comercial -aclara Paparone-, también es una herramienta identitaria que Corea del Sur utiliza para posicionarse frente al mundo”.
En su artículo ¿Cómo conquistó el pop coreano América Latina? (revista Nueva Sociedad, 2023), Paparone analiza cómo esta alianza entre Estado y sector privado logró insertar la cultura coreana en la región: “El K-Pop se apoyó en redes digitales, en comunidades de fans altamente organizadas y en un mensaje emocional universal, capaz de conectar con públicos diversos”.
En Argentina, ese desembarco encontró terreno fértil. “Ya había un interés creciente por la cultura coreana: su comida, sus costumbres, sus dramas televisivos. Las guerreras K-Pop capitaliza ese interés y lo amplifica, sumando a un público que quizá nunca había escuchado K-Pop, pero se siente atraído por su energía y por los valores que propone”.
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La película tiene 5 nominaciones a los premios Grammy.
Éxito global: fandom y más allá
El impacto de Las guerreras K-Pop fue un cimbronazo. Para la socióloga, su éxito se explica por un equilibrio preciso: “La película comparte las recetas del K-Pop -contenidos alegres, ritmo, estética brillante-, y logra adaptarlas a un público más amplio”.
Así, la película no solo conquistó a los fans tradicionales del género, sino también a nuevas audiencias, que nunca habían escuchado una canción coreana. “Hay quienes se sintieron atraídos por la historia, la animación o los mensajes de autoafirmación, sin tener conocimiento previo del universo coreano”, señala Paparone.
En ese marco, el fenómeno de Las guerreras K-Pop desbordó las fronteras etarias para las que fue concebido. “Se diseñan productos para 12 ó 13 años, pero terminan consumiéndolos los de 8 ó 9 -dice Moguillansky, directora de la Maestría en Sociología de la Cultura de la Escuela IDAES de la UNSAM-. Se corren las fronteras de edad en el funcionamiento efectivo”.
El desplazamiento hacia edades más bajas plantea desafíos, ya que los niños más pequeños no siempre pueden procesar narrativas emocionales complejas: “Lo que antes era claramente un producto adolescente (por los temas, los cuerpos, las historias románticas) hoy llega a las infancias, que tienen una alfabetización mediática construida sobre todo en YouTube. Ven contenidos pensados para públicos mayores, y los decodifican con las herramientas que tienen. No necesariamente los entienden de la misma manera, los integran a su mundo imaginario”.
“Lo que antes era claramente un producto adolescente (por los temas, los cuerpos, las historias románticas) hoy llega a las infancias”. Crédito NetflixPara Melina González Paulos, licenciada en desarrollo infantil y especialista en vínculo materno-infantil, el fenómeno revela cómo distintos grupos etarios se identifican con mensajes diferentes. Los adultos jóvenes valoran la disciplina, la calidad visual y el empoderamiento: “Hay admiración por la constancia, el esfuerzo y la autoexpresión que el K-Pop promueve”.
“Las adolescentes se enfocan en la identidad y la autoexpresión, y el fandom les ofrece comunidad y aceptación”, explica a Clarín. “Y las niñas de 8 a 12 años buscan modelos a seguir y pertenencia; les atrae la estética, el ritmo y la idea de un equipo fuerte y unido”.
En todos los casos, la clave, señala González Paulos, es acompañar: “No se trata de prohibir, sino de ayudar a mirar críticamente. Si entendemos qué les atrae, podemos guiarlos y reforzar los mensajes de amistad y autenticidad por encima de la apariencia o el éxito”.
El costado oculto del K-Pop
Aunque la propuesta exuda poder femenino, la trama conserva elementos tradicionales. Foto: Netflix“Sigo el plan, plan, plan / Ven sin mirar atrás / El mundo nos pide más / Y verás que soy capaz / HUNTR/X llegó / Con un plan, plan, plan”.
Las canciones se convirtieron en himnos entre las chicas y este doble rol, de estrella pop y guerrera contra los demonios, las ubica en un lugar de poder y autoafirmación. Sin embargo, aunque la propuesta exuda poder femenino, la trama conserva elementos tradicionales. Señala Moguillansky: “El interés romántico sigue siendo central. Hay una tensión entre mostrar chicas fuertes y una estructura narrativa que todavía responde a la mirada masculina. Son protagonistas, pero dentro de un guión que sigue buscando la validación amorosa”.
Esa ambigüedad se replica en la manera en que la película representa el universo del K-Pop. Para la socióloga Florencia Paparone, Las guerreras K-Pop no rompe los moldes del género, sino que los refuerza. “En lugar de problematizarlos, los idealiza y los reproduce”, afirma.
La industria del K-Pop -explica Paparone, maestranda en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural (UNSAM)- se construye sobre una disciplina extrema: los idols entrenan durante años en canto, baile y actuación para alcanzar una perfección casi imposible, mientras las agencias controlan su rutina y hasta su vida privada. Esa presión tiene un costo emocional alto, con casos documentados de agotamiento y suicidios de artistas.
“Las protagonistas encajan en ese ideal estético: delgadez, piel clara, pulcritud y carisma. Aunque por momentos se muestren más humanas, no sé si con eso alcanza”, dice, y menciona los documentales Blackpink: Light Up the Sky y La academia del K-Pop, ambos disponibles en Netflix, que muestran justamente lo que hay detrás del brillo: años de entrenamiento, control y exigencia para sostener una imagen de perfección.
Luces y sombras de Las guerreras K-Pop
La industria del K-Pop se construye sobre una disciplina extrema: los idols entrenan durante años. Foto: EFE/Netflix.El universo de Las guerreras K-Pop ofrece múltiples lecturas. Por un lado, transmite mensajes de amistad, esfuerzo y pertenencia; y, por otro, reproduce algunos de los ideales de perfección y autoexigencia que caracterizan al K-Pop.
“Desde una mirada terapéutica, el fenómeno tiene un costado positivo -explica González Paulos, especialista en desarrollo infantil-. Presenta modelos femeninos fuertes, que actúan, deciden y lideran. Muestra el valor de la amistad, la cooperación y la disciplina como camino hacia las metas”.
La película propone, además, una idea de empoderamiento que conecta con las emociones: Rumi, Mira y Zoey se enfrentan a sus miedos, muestran vulnerabilidad y se apoyan entre ellas. “Son chicas que se animan a mostrarse imperfectas, y eso resulta inspirador para muchas niñas”, señala la terapeuta.
“El sistema del K-Pop se sostiene sobre estándares de perfección inalcanzables -advierte González Paulos-“. Crédito Netflix.Sin embargo, detrás de esa luminosidad aparecen las tensiones propias del género ya mencionadas. “El sistema del K-Pop se sostiene sobre estándares de perfección inalcanzables -advierte González Paulos-. Esa exigencia puede generar comparación social, insatisfacción corporal y, en algunos casos, problemas de autoestima o trastornos alimentarios”.
La especialista también observa la tendencia a las relaciones parasociales, esos vínculos unilaterales que los fans establecen con sus ídolos: “Las figuras públicas son idealizadas como novios o amigas perfectas. Esa identificación extrema puede derivar en frustración o dependencia emocional”.
A eso se suma el componente comercial: una maquinaria que convierte cada personaje en una marca, y al arte en un producto. “Es una industria que promueve el hiperconsumo. Por eso es importante acompañar a las chicas en esa fascinación, ayudándolas a mantener una distancia crítica entre la fantasía y la realidad”.
Para González Paulos, el desafío no es prohibir, sino guiar: “El mensaje debería ser sos una guerrera por tu autenticidad, tu esfuerzo y tus vínculos reales, no por tu apariencia física. Se trata de fomentar la admiración por el arte y el mensaje, pero sin perder de vista que la fortaleza verdadera está en la resiliencia y la autoaceptación”.
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Tráiler de “Las guerreras k-pop”, la película animada que llega a Netflix
Plan, plan, plan: la banda sonora del momento
“Más que rechazarla o celebrarla, Las guerreras K-Pop refleja los valores y sensibilidades contemporáneas”, resume Paparone.
Es una película luminosa y adictiva, que habla de vulnerabilidad y pertenencia, pero también de exigencia y perfección. En esa tensión, Las guerreras K-Pop representa el fenómeno de una cultura que celebra la fuerza y la amistad femenina, pero que todavía opera dentro de un sistema que brilla y oprime a la vez.
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