La sombra del asesino: un relato de crímenes y consecuencias

Esteban Lucich es un personaje que encarna las tensiones entre la lucha por la justicia y la dura realidad de la opresión social.

Nacido en el contexto convulsionado de la Europa de finales del siglo XIX y trasladado a Argentina, su vida estuvo marcada desde el principio por condiciones adversas que moldearon su carácter y su visión del mundo.

A lo largo de su vida, Lucich se vió atrapado en una serie de eventos que no solo provocaron su caída personal, sino que también pusieron en evidencia el fracaso de la sociedad para acoger a sus miembros más vulnerables.

La trama que rodea su historia está marcada por una espiral de violencia, impulsada por el amor y la desesperación, que culmina en un asesinato que cambiaría su vida para siempre.

La historia de Lucich revela la profunda intersección entre lo personal y lo social, mostrando cómo un individuo puede ser moldeado por las circunstancias y, a su vez, convertirse en un símbolo de los efectos criminales de la marginalización.

Esteban Lucich: el asesino croata de los años 20 en Buenos Aires. Asesinó a tres personas.Esteban Lucich: el asesino croata de los años 20 en Buenos Aires. Asesinó a tres personas.

Esteban Lucich, conocido como “El Endemoniado”, es un personaje que capturó la atención del público por sus notorios crímenes.

Este croata, quien emigró a Buenos Aires durante su infancia, fue condenado por el asesinato de Jorge Ernesto Pérez Millán Témperley, un policía y miembro de la Liga Patriótica Argentina que, a su vez, había asesinado al anarquista Kurt Wilckens durante la represión en la “Patagonia Rebelde”.

Nacido en Dubrovnik en 1883, Esteban Lucich comenzó su vida en Argentina trabajando como asistente del doctor Francisco de la Vega.

Sin embargo, fue despedido al detectar el médico signos de enfermedad mental en él, un suceso que desencadenó una profunda frustración que resultó en su primer homicidio: el de su empleador, lo que le valió una condena de 17 años y medio de prisión.

Lucich en el hospicio Vieytes y en el Borda

Debido a su inestabilidad mental, Lucich fue enviado al Hospicio Vieytes, donde pudo destacar como una figura carismática, disfrutando de cierta libertad dentro de la institución.

En 1925, formó una amistad con Germán Boris Vladimirovich, un anarquista ruso que había logrado fingir locura para evadir un penal.


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En ese mismo hospicio se encontraba, con una vida muy cómoda también, el policía Jorge Ernesto Pérez Millán Témperley quien había recibido muchas contemplaciones judiciales por su asesinato del anarquista Kurt Wilckens.

La compleja situación ocurrió así:

  • El 25 de enero de 1923 el anarquista alemán Kurt Wilckens mató con una bomba y un revólver al teniente coronel Héctor Benigno Varela, quién había ordenado masacrar a 1500 obreros sublevados en Santa Cruz.
  • El 15 de junio de 1923, a Pérez Millán se le permitió entrar en la penitenciaría disfrazado de guardiacárcel, y se le proveyó de un Mauser. Ingresó en la celda donde dormía Wilckens y le disparó varias veces. Después declaró: “Yo he sido subalterno y pariente del comandante Varela. Acabo de vengar su muerte”.
  • La justicia le dio a Pérez Millán solo 8 años de reclusión, protegido y bien cuidado en el Hospicio Vieytes.
  • Al amigo reciente de Lucich, el ruso Germán Boris Vladimirovich, que también estaba en el Vieytes, se le ocurrió un plan de venganza contra el asesino de Wilckens. Y manipuló a Lucich para que llevara a cabo el ataque.
  • Logró conseguir un revólver en el hospicio, y el 9 de noviembre de 1925, mientras Lucich le servía el desayuno a Pérez Millán, disparó contra él, exclamando: “¡Esto te lo manda Wilckens!”.
  • Aunque el policía consiguió desarmarlo, las heridas que sufrió le costaron la vida al día siguiente.
El de la derecha de esta foto es el comisario Jorge Ernesto Pérez Millán Témperley, asesinado por Esteban Lucich en un desayuno en el Hospital Borda Los dos estaban internados en 1925 cuando ocurrió el crimen.El de la derecha de esta foto es el comisario Jorge Ernesto Pérez Millán Témperley, asesinado por Esteban Lucich en un desayuno en el Hospital Borda Los dos estaban internados en 1925 cuando ocurrió el crimen.

Además de estos dos crímenes, en 1932, Lucich asesinó al doctor Ramón Benedicto Cisternas, consolidando su notoriedad como un criminal con tres homicidios a su nombre.

Finalmente, falleció en 1955, a los 72 años, internado en el Hospicio de las Mercedes, hoy conocido como Hospital Borda, dejando un legado oscuro que plantea interrogantes sobre la locura, la violencia y las circunstancias sociales que lo llevaron a tomar decisiones fatales. Su historia no es solo la de un asesino, sino un reflejo de las luchas y la opresión que definieron su era.

Un libro que explica a Esteban Lucich y su tiempo

Germán Boris Vladimirovich, anarquista ruso internado en el hospicio, se hizo amigo e instigó a Esteban Lucich a asesinar al policía. Germán Boris Vladimirovich, anarquista ruso internado en el hospicio, se hizo amigo e instigó a Esteban Lucich a asesinar al policía.

La vida de este polémico personaje ha inspirado la obra “El endemoniado Esteban Lucich”, escrita por el médico psiquiatra y académico Alfonso Carofile.

En este libro, Carofile examina la compleja historia de Lucich bajo una perspectiva única que ilumina las condiciones sociales y psicológicas de su época. La obra combina investigación histórica con un enfoque crítico hacia las instituciones psiquiátricas y penales, analizando cómo estas han tratado a quienes son considerados “desviados” por la sociedad.

El anarquista Kurt Wilckens (foto) asesinó al teniente coronel Héctor Varela, quien había masacrado a los 1500 obreros de La Patagonia Rebelde. Fue asesinado en la cárcel por el policía Pérez Millán Témperley./ Imagen de El Grito del Sur.El anarquista Kurt Wilckens (foto) asesinó al teniente coronel Héctor Varela, quien había masacrado a los 1500 obreros de La Patagonia Rebelde. Fue asesinado en la cárcel por el policía Pérez Millán Témperley./ Imagen de El Grito del Sur.

El libro incluye fotografías de la época y relatos que permiten comprender mejor la realidad de aquellos que, por diversas circunstancias, se vieron arrastrados a la locura y la violencia.

Al transformar la historia de Lucich en objeto de estudio y reflexión, Carofile nos recuerda la importancia de escuchar las voces de quienes han sido silenciados, abriendo una ventana a la complejidad de la existencia humana en un contexto de adversidad.

fuente: CLARIN

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