La Sirenita, el musical: un sueño hecho realidad, bajo el mar y sobre el escenario

Hay historias que nacen para volver una y otra vez, como las olas. Y La Sirenita, en su versión musical argentina, lo hace con una profundidad emocional y escénica que atraviesa generaciones. El estreno oficial fue el 5 de junio, pero su función para prensa y famosos el pasado martes 11 en el Gran Rex confirmó lo que ya era un murmullo en las profundidades: esta producción es un hito en la cartelera porteña.

Con dirección general de Ariel del Mastro y avalada por Disney Theatrical Group, La Sirenita, el musical no sólo honra la película de 1989 y el cuento original de Hans Christian Andersen, sino que despliega un lenguaje propio, entre lo onírico, lo espectacular y lo entrañable. La producción de Ozono, MP y Los Rottemberg –cocinada a fuego lento durante 15 años de trabajo, como detalló Magalí Altman, directora de producción– es el resultado de un sueño obstinado, y el resultado final está a la altura de esa espera.

Durante 90 minutos, el escenario se transforma en un universo líquido: una pantalla led gigante recrea el fondo del mar, mientras los cuerpos de los actores se ondulan con precisión para generar la ilusión de ingravidez. La utilería, la coreografía, los efectos especiales y el vestuario –verdadero festín para los ojos– trabajan en absoluta armonía. Todo está en su lugar, todo tiene un ritmo y una cadencia envolvente.

La música es un personaje más: 20 canciones en total, con clásicos como Bajo el mar, Tristes almas sin paz, Dale un beso ya y Es amor, que arrastran a grandes y chicos a un viaje de nostalgia, emoción y alegría compartida.

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Albana fuentes como Ariel. (Foto: Prensa)

La gran revelación de esta puesta es sin duda Albana fuentes en el rol de Ariel. Su voz es dulce y cristalina, su presencia escénica, magnética. Fue elegida entre dos mil postulantes y, sin embargo, se mueve con la gracia y la precisión de quien lleva décadas sobre las tablas.

Considerando que una porción de la obra debe llevarla adelante sin hablar, se nota el gran trabajo corporal que realizó. Cada gesto, cada nota y cada mirada construyen a una Ariel decidida, curiosa y encantadora. Un hallazgo absoluto.

“Hablaba con mis amigos y decía, ‘quiero estar acá, necesito estar acá’, Pero nunca me imaginé que como Ariel, en mis mayores sueños yo era el reemplazo”, confesó Albana sobre el proceso de casting a este medio.

Asimismo, la actriz aseguró que vivió la preparación para el rol con mucha presión porque Ariel es una de las princesas más queridas de Disney y es incluso su princesa favorita.

“Me mido con esa vara de lo que me gustaría a mí también ir a ver. Fue mucho de mirar las películas, la versión de Broadway y de otros países, sacarle los gestos icónicos para empatarlo con el dibujito y a la vez no perder lo que soy yo como actriz y lo que puedo aportarle al personaje”, comentó.

A su lado, Pablo Turturiello encarna al príncipe Eric con el aplomo de un galán de manual: elegante, seguro, cálido. Osvaldo Laport, en tanto, le aporta al rey Tritón una mezcla perfecta de severidad paternal y ternura contenida. En diálogo con La Voz, el actor reflexionó sobre su personaje: “No siempre un padre, por amor, obra de la mejor manera. El desafío está en contarles a los niños y adolescentes que ese enojo tiene un porqué”.

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Pablo Turturiello como Eric y Albana fuentes como Ariel. (Foto: Prensa)

Pero si hay alguien que se lleva la ovación más rotunda es Evelyn Botto como Úrsula. Su versión de la bruja marina es intensa, teatral, con una impronta drag que le da vuelo y originalidad. Su voz, su cuerpo y sus gestos construyen una antagonista que no solo impone miedo, sino también fascinación. Cada aparición suya detiene el tiempo.

José María Listorti, como Sebastián, es el alivio cómico por excelencia: entrañable, pícaro y con una energía que contagia. Su timing es perfecto. Y Valentín Zaninelli como Flounder aporta ternura, aunque su línea narrativa deja un sabor agridulce: su enamoramiento por Ariel, un guiño nuevo respecto a la versión original, resulta forzado y genera cierta incomodidad innecesaria.

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Evelyn Botto como Úrsula (Foto: Prensa)

La obra, pensada para un público familiar, transita con fluidez la primera mitad, donde los personajes se presentan y sus vínculos se desarrollan con claridad. Sin embargo, en el tramo final, todo se precipita: el conflicto con Úrsula se resuelve de manera algo confusa –no se explora su versión humana ni su enfrentamiento real con Ariel– y la historia entre Eric y la protagonista se resuelve sin el peso dramático necesario.

Sabemos que adaptar una película animada de casi 90 minutos a un espectáculo teatral en tiempo real implica resignaciones. Pero quizás el tercer acto merecía unos minutos más para respirar, para dejar que el conflicto madure y florezca.

De todas maneras, Albana fuentes ya había revelado que Disney no les permitían cambios en el guion. Entonces, encontraron la manera de darle argentinidad a la obra desde lo corporal. “Las coreografías tienen muchos elementos argentinos. ‘Bajo el mar’ tiene un malambito, hay un carnavalito, hay chacarera…”, expresó, lo cual se puede visibilizar en la obra con claridad.

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Osvaldo Laport como el Rey Tritón y José María Listorti como el cangrejo Sebastián. (Foto: Prensa)

El vestuario es, sin exagerar, deslumbrante. Cada criatura marina tiene su identidad, su color, su vuelo. Úrsula luce como una diva de otro mundo, Sebastián es un carnaval viviente, Tritón impone respeto con cada detalle dorado de su traje. En ese contexto, sorprende que Ariel —siendo el centro de la historia— tenga vestuarios algo sobrios. Un poco más de brillo y dramatismo no le habrían venido mal.

Más allá de las observaciones, La Sirenita, el musical es un espectáculo impactante, que emociona, hace reír y despierta asombro. Para los niños es una puerta al mundo de la magia y el teatro; para los adultos, un reencuentro con los sueños de infancia. Como bien dice Laport, “estamos jugando en primera”. Y sí: este espectáculo juega, emociona y deslumbra con todas las letras.

Se puede ver en el Teatro Gran Rex (Av. Corrientes 857, CABA) hasta el 03 de agosto, de miércoles a domingos. Las entradas están a la venta en TuEntrada.com y los precios van desde los $ 23.000 a los $ 69.000 dependiendo de la ubicación. Está prohibida la entrada de menores de 1 año.

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fuente: LAVOZ

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