La realidad contra las cuerdas frente a la Inteligencia Artificial? – Diario El Día de La Plata

Dos enormes cruceros de 20 cubiertas y más de 350 metros de eslora avanzan por el mar en sentido contrario y sus proas ya se acercan, hasta que los dos se incrustan en una tremenda colisión, mientras pueden verse algunos cuerpos de pasajeros cayendo al mar como muñecos desvalidos. El realismo parece completo.

En su sillón el espectador se aparta de esa imagen y de pronto se encuentra en la pantalla con dos trenes-bala viajando a 300 kilómetros por hora, también uno contra otro en la única vía existente. El estruendo es total, los vagones saltan por los aires y terminan despanzurrados junto un río torrentoso, al fondo de un acantilado.

Los observadores deslizan el dedo por la pantalla y aparece el puente de una autopista colmada de automóviles modernos y rápidos. De pronto, un tramo de esa autovía se derrumba y los vehículos inadvertidos del vacío que los espera, saltan como inertes hacia el abismo.

Ocurre que ninguna de esas catástrofes existió. No son filmaciones reales, son producciones de la famosa Inteligencia Artificial (IA), una de cuyas ramas operativas expresa, sin dudas, una obsesiva fascinación por inventar historias. Por consiguiente, lo que logran es colocar a la realidad entre comillas. O contra las cuerdas. Muestran una realidad distópica, entretenida y robótica, como privada de sentimiento.

Esto no implica desconocer que la IA ya viene generándole al planeta enormes beneficios tecnológicos y financieros, multiplicando el rinde de las cosechas y la eficiencia de las industrias, entre otras múltiples ventajas.

Más allá de haberse convertido en una gigantesca enciclopedia universal radicada en la nube, a la IA se le podría achacar el posible efecto negativo que ejerce sobre las ciencias blandas, sobre el humanismo acosado en la actualidad por este aluvión de noticias falsas.

MACRI Y LOS PERROS DE FRANCISCO

En las últimas semanas aparecieron en las pantallas del país y en las redes sociales algunos relevantes videos truchos. En uno de ellos la imagen y voz de Mauricio Macri –el mismo día en que se realizaban las elecciones en la ciudad de Buenos Aires- expresaba: “Les pido que este domingo vayan a votar por el candidato del Presidente, por Manuel Adorni”, ya que –agregaba- dado lo que dicen las encuestas podría ganar el candidato del kirchnerismo. “Así que hemos decidido bajar la candidatura de nuestra dirigente Silvia Lospenato…”.

Sólo un ojo experto podía detectar cierta blancura fosforescente rodeando el rostro de Macri, así como algún ínfimo temblor electrónico en los labios, para un ojo experto, pequeños signos del embuste. Pero en un día tan agitado como lo son aquellos en que se realizan elecciones, es probable que la mayoría no sospechara que se trataba de un fraude destinado a engañar a votantes. Había sido, en realidad, una compaginación a cargo de la IA.

“Cosa de loquitos…”, fue el comentario de Macri en horas de la noche de ese domingo. Pero, al menos, si se quisiera buscar alguna explicación –no justificación- el video trucho pudo haber servido para cambiar algunos votos. Una picardía ilícita, contemporánea, claro que peligrosa y acaso efectiva.

En cambio, sobran producciones similares a las cuales no se les ve un interés. Como sí ocurrió estos días con dos videos también truchos, elaborados por la IA, donde se ve al Papa Francisco en sus momentos de agonía y ya cuando se realizaban sus exequias, acompañado por su perro Dilio, que quedó en Buenos Aires cuando lo nombraron Papa.

Muestran una realidad distópica, entretenida y robótica, privada de sentimiento

Perdón, no fue un solo video, fueron dos y en cada uno de ellos un perro fiel del Papa Francisco. En las dos producciones apócrifas, por cuerda separada, se mostró que ambos perros habrían permanecido fielmente junto a Francisco en sus instantes finales en el Vaticano. Cualquier persona con un mínimo de sensibilidad quedaría conmovida al ver eso.

El “sacerdote”, tan apócrifo como todo en ese video, cuenta que Dilio estaba en su casa porteña con la familia de Bergoglio, pero que de pronto dio claras muestras de su necesidad de ver a Francisco. “Un milagro”, sentenció el locutor impostado. A 12 mil kilómetros, el perro habría palpitado el final. Los familiares porteños de Bergoglio así lo entendieron e iniciaron un engorroso trámite para llevarlo al Vaticano, vacunaciones mediante, para que recibiera las postreras caricias de su antiguo dueño. Sin embargo, un cerrado protocolo suizo los esperaba en Roma y, sobre todo, en la clínica Gemelli en donde el Papa argentino agonizaba. No lo dejaban pasar a Dilio.

Pero no hubo caso, ganó el can por insistencia. Las tiernas imágenes de Dilio, ese perro bonito de raza Braco recostado junto al Papa en la habitación del hospital romano, las caricias del Pontífice a su viejo y querido amigo perruno, harían aflojar a la más ruda de las personas. Pero ocurre que todo fue falso, falso como un diente de oro en el Far West. Todo una inexplicable maquinación.

Desde la ética de la humanidad, la IA nos llevaría de vuelta a las cavernas…

La oficina de Prensa del Vaticano debió salir a desmentir la presencia de Dilio y, también, la de otro perro vagabundo romano que Francisco habría adoptado hace años y que ladraba y jugaba a placer bajo la columnata de Bernini en la catedral de San Pedro. Y que después asistió al entierro del Papa, para morir dos días más tarde y quedar enterrado en los jardines de Santa Marta. Todo falso. El falso cura detalló que ya le habían colocado al perro romano una placa de homenaje. Otra mentira de la IA.

HACER TRIZAS LA REALIDAD

El tema demandaría varios tomos explicativos. Los críticos y sociólogos están de acuerdo en que, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial –cuyo impacto cultural y moral todavía perdura-, se iniciaron distintas corrientes filosóficas y literarias “denunciadoras” de la realidad.

En el campo literario se sumaron autores como Aldous Huxley (en su novela Un mundo feliz) en la que los habitantes reciben del Estado una droga llamada “soma”, que les causa una sensación de bienestar y les evita angustias existenciales. Al soma lo calificaban como “el opio de las masas”. ¿Huxley se anticipó en varias décadas a la IA?

La realidad quedó también cuestionada por el idealismo desde Platón a Berkeley, o en autores como Ray Bradbury, que en Farenheit 451 advirtió sobre los riesgos no sólo de la censura sino de la pérdida de la libertad de pensamiento. Por eso el supergobierno de la sociedad, en la obra de Bradbury, decide quemar todos los libros, para priorizar un entretenimiento de autómatas, sin reflexiones propias. Hace no mucho el sociólogo Zygmunt Bauman dijo que la humanidad profesa hoy el “amor líquido”, que es la descripción de un sentimiento frágil, efímero y reemplazable, subordinado a demandas materiales.

Si, claro, la IA es un adelanto tecnológico maravilloso. Pero, desde el punto de vista de la ética de la humanidad, tal como lo advierten intelectuales de renombre, puede llevarnos de vuelta a las cavernas.

Ray Bradbury / Web

fuente: Inteligencia Artificial? – Diario El Día de La Plata”> GOOGLE NEWS

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