
Al fin el verdadero cambio cultural. Lo ha disparado en pocas horas la confirmación de la condena de Cristina de Kirchner en la causa Vialidad con dos efectos sin retorno. En primer lugar, la irreversibilidad – por ahora- de la condena a Cristina de Kirchner: la percepción de que este fallo no tiene vuelta atrás, a diferencia de otros casos en la historia política reciente, marca un precedente y podría indicar un fortalecimiento de la independencia judicial, al menos en este tipo de casos.
En segundo lugar, el comunicado de la UCA contra al principal abanderado ideológico de Javier Milei, el economista José Luis Espert. La Universidad Católica Argentina es una de las principales canteras de funcionarios del actual gobierno y expresó su rechazo a los términos que empleó Espert para calificar a la condenada por la Corte.
Más allá de que el comunicado reiteró los términos de la Iglesia sobre los discursos de odio y las consecuencias que tiene la violencia verbal, es una toma de posición frente al gobierno. Cae en cabeza del principal vocero del presidente en la guerra cultural, más operativo que Federico Sturzenegger o Manuel Adorni (jibarizado por la pobre cosecha de votos que logró en las elecciones de CABA).
Espert es el verdadero controller de Milei en el Congreso y maneja las compuertas de una comisión clave para frenar a la oposición, como Presupuesto y Hacienda. La UCA es la universidad de Jorge Bergoglio, “Tucho” Fernández (responsable mundial de preservar la doctrina de la fe católica) y del arzobispo Jorge García Cuerva, que atizó a Milei en la cara en el (quizás el último) Tedeum en la Catedral. Es la misma Iglesia que en 2015 le bajó el dedo a Aníbal Fernández para frenar su irresistible ascenso a la gobernación de Buenos Aires.
Disipa el riesgo político
La condena, más allá de sus implicaciones judiciales, representa un punto de inflexión para todos los protagonistas que conviene repasar en detalle. Para el gobierno, disipa el riesgo político que había escalado hace una semana con el anuncio de su candidatura.
Esta administración, como le ocurrió en 2017 a Mauricio Macri, está bajo examen de sustentabilidad por el arco más amplio del público. Desde los votantes de pie en la calle hasta los observadores de los mercados internacionales, se preguntan si el proceso político tiene sustentabilidad más allá de las elecciones legislativas.
Macri reprobó ese examen y dejó el cargo dos años más tarde escupiendo sangre sobre el ring. Había perdido la confianza del votante y los apoyos internos y externos para recuperar proyectos de crecimiento. Sólo le acercaron un endeudamiento que lo trituró financiera y políticamente.
Perdió en primera vuelta la posibilidad de reelegir. En aquel momento el barómetro eran los proyectos PPP (Participación Público-Privada), que fueron arrasados por la causa Cuadernos. Ahuyentaron a los socios externos de los empresarios argentinos “encuadernados”.
En este turno, el “tablero de control” puede ser los proyectos RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones). ¿Cuántos se han aprobado que no estén atados a la panacea energética de Vaca Muerta o a la minería, que puede brotar recién dentro de un lustro, por lo menos?
También un problema para Milei
La contracara de esta disipación del riesgo político es la capacidad que pueda tener el gobierno para asegurar su gobernabilidad con la conductora del principal partido de la oposición entre rejas. Para Cristina y para el peronismo es un problema, pero también es un problema para Milei.
Como la prisión de Carlos Menem en 2001 fue un problema para el riojano y para el peronismo, pero fue también un problema para Fernando de la Rúa. Menem salió de la detención por el caso armas el 20 de noviembre de 2001.
Treinta días después renunció De la Rúa. ¿Es posible apalancar una gestión con una oposición descabezada por detención de su principal jefe@? Otro desafío para el experimento argentino.
Aporta a la unidad del peronismo
La condena ha operado como un catalizador para la unidad dentro del peronismo. Un movimiento que se encontraba fragmentado especialmente en la Provincia de Buenos Aires entre sectores cercanos a Axel Kicillof y al cristinismo más duro, encontró en la figura de Cristina una causa común.
La primera estampa fue la larga mesa cuadrada en el PJ de Matheu donde se reencontraron tribus contrarias – Mayans, Parrilli, Sagasti abrazados a Grabois, Quintela, Moreno y Massa-. Esta semana habrá réplicas en la reunión que se prepara con los gobernadores (incluyendo a Axel) y la CGT.
Culminará con la caravana de autos que acompañará a Cristina a Comodoro Py. Un riesgo de imagen cuando el peronismo trata de apurar las últimas gotas del capital simbólico de Cristina.
Esa imagen de la caravana hacia el presidio la recreó el cine en el filme “Hoffa” cuando una larga fila de camiones lo acompaña a Jack Nicholson al “arrésteme sargento” del Moyano americano en la prisión federal de Lewisburg, Pensilvania. Tranqui, que el peronismo solo tiene productos para el público peronista.
Quimeras: indulto y rehabilitación
A propósito de Hoffa. Richard Nixon lo indultó de sus delitos y le redujo la inhabilitación para ejercer el sindicalismo por 10 años. Es lo que debió hacer Alberto Fernández apenas asumió. O la propia Cristina consigo misma en alguno de los 68 días que ejerció la presidencia entre 2019 y 2023 y no firmó ningún decreto.
Lo pensó para sí mismo Donald Trump cuando dijo, antes de terminar su primer mandato, que la constitución lo habilitaba para indultarse a sí mismo. Eso quizás inspiró al saliente Joe Biden a extender un indulto preventivo y a futuro para, entre otros, Anthony Fauci, el zar del Covid. Quedaron indultados por si las moscas.
Lo pidieron para Cristina Raúl Zaffaroni, Luis Delía, Eduardo Barcesat, las Madres de Plaza de Mayo. La imaginación al poder, pero es tarde. La pasta que sale del tubo ya nunca vuelve a entrar – por eso es una entidad infinita (Dolina), nunca se acaba, siempre sale un poco más.
Un Bustos Fierro para Cristina
La inhabilitación de Cristina Kirchner tras la condena penal federal es un punto crucial. La posibilidad de que la medida no rija en el ámbito provincial, argumentando que los fueros son de la Cámara y no de la persona, genera debate y podría ser una estrategia legal para explorar por el cristinismo, aunque su viabilidad es cuestionable.
En 1999 el juez federal y electoral de Córdoba Ricardo Bustos Fierro concedió un amparo presentado por el PJ de esa provincia para que Carlos Menem pudiera ser candidato a una tercera reelección presidencial. No caminó y le costó un juicio político al magistrado. Pero planteó una batalla jurídica.
Es lo que puede ocurrir si el PJ de la provincia de Buenos Aires pide una cautelar para que Cristina pueda ser candidata a diputada por la Tercera Sección.
¿Le costará a Máximo firmar el pedido de amparo? Leopoldo Moreau en su discurso en la Comisión de Constitucionales de Diputados, diferenció lo que llamó “una Corte Suprema de Justicia corrupta” de “una Corte Suprema de Justicia honorable como la que preside en la provincia de Buenos Aires la doctora Hilda Kogan”. Kogan preside además la Junta Electoral del distrito, que debería considerar esa quimera.
Un factor de alivio
La salida de Cristina desactiva un factor que históricamente ha generado divisiones internas y ha sido utilizado por la oposición para acotar el alcance del peronismo. Es el “factor Cristina”, que en ocasiones ha movilizado a la base, pero también ha generado rechazo en otros sectores del electorado, como se vio en las elecciones de 2023.
El análisis del ciclo kirchnerista, particularmente en su etapa final, arroja un deterioro del peronismo a nivel nacional. Más allá de la unificación, la condena es un “alivio” para el peronismo en su conjunto. La pérdida de la mayoría en el Senado por primera vez desde 1973 y la reducción en el número de gobernadores peronistas son indicadores de un retroceso territorial.
El peronismo tiene desde 2023 seis gobernadores, cuando Cambiemos tiene cinco. Con la pérdida de control del Senado, pierde también el patronato que ejercía sobre la justicia. Lo advierte la corporación: de los 20 jueces que han intervenido en la causa Vialidad, unos 18 han sido propuestos por el peronismo.
Todos han llevado a Cristina, y a la mayoría de imputados en la causa, hacia la condena final. La experiencia del proceso de “mani pulite” en Italia se disparó cuando fiscales y jueces se dieron cuenta de que la política había perdido la capacidad de controlar las causas.
Resucita la liga de gobernadores
Sin la figura omnipresente de Cristina Kirchner, se abre la posibilidad de que la Liga de Gobernadores peronistas retome un rol protagónico en la reconstrucción del movimiento.
Históricamente, en momentos de crisis o renovación, los gobernadores han sido los actores clave para rearticular el peronismo, como ocurrió en 1987 y en 2001. Este escenario podría dar lugar a un peronismo más federal y menos centralizado en la figura de la exmandataria.
El peronismo del interior nunca ha querido al peronismo del AMBA. Sólo se encontraron en un proyecto común y exitoso en 1989, en 2001/2 y en 2019.
Para los moderados, el fin de la guerra fría
Para el arco del no peronismo – lo que fue Cambiemos – como representación del voto moderado de centro de los grandes distritos que deciden las elecciones, también se abre una oportunidad.
La caída de Cristina, polo de contradicción del no peronismo, apalanca una nueva estrategia. Este arco hizo presidente a Milei, le administra hoy la gestión a través de funcionarios que lo fueron antes de Macri (con programas que se elaboraron para los candidatos de Cambiemos en 2023) y le da apoyo legislativo.
Desaparece la toxina cuyo contagio infamaba y del que todos huían: la foto junto al cristinismo. Equivale para el no peronismo lo que fue la caída de la URSS para el comunismo. Hasta la caída del muro, ser comunista era un riesgo de vida. Después de la caída, es gratis ser comunista.
Se termina la guerra fría. Es un arco potente que, en 2019, perdiendo las elecciones, hizo ganador en la categoría presidente a Macri-Pichetto en 5 de los 7 distritos más grandes de la Argentina. Solo perdieron en Buenos Aires y Tucumán. Hoy tiene la clave para la sobrevida del gobierno.
Del apoyo de este arco moderado depende la aprobación o no en el Senado y la capacidad del gobierno de vetar la norma si se convierte en ley. Por no tener su apoyo, Diputados aprobó aumento a jubilados y moratoria. La batalla final se librará en agosto, en la previa de las elecciones, y ninguna de las facciones contará con Cristina en acción.
Reparto de roles
Ese arco tiene cinco gobernadores y está, como el peronismo, en busca de liderazgos comprensivos. Lleva en su ADN la experiencia de la mesa del peronismo de Córdoba que entre 2017 y 2018 llegó a juntar 11 gobernadores no cristinistas para enfrentar al cristinismo.
Aquella mesa de Schiaretti, Pichetto, Massa, Urtubey y Lavagna no alcanzó a empalmar con el proyecto de Juntos por el Cambio.
Ese gobierno temió verse envuelto en una interna del peronismo. Elementos actuales de ese arco, como Schiaretti candidato a diputado nacional por Córdoba, o Macri negado ya tres veces por el apóstol Milei, pueden amalgamar una ampliación hacia Encuentro Federal y los pejotistas que no quieren jugar ni en el kicillofismo ni en el quintelismo.
—