A dos semanas del hallazgo de restos humanos enterrados en una medianera del barrio porteño de Coghlan, la investigación avanza en medio de más preguntas que respuestas. El cuerpo apareció en el terreno lindero a la propiedad donde alguna vez vivió Gustavo Cerati, y entre los restos se encontró un objeto que podría ser la clave para resolver el enigma: un reloj Casio CA-90.
Este modelo, lanzado en 1981, fue un símbolo de su tiempo: tenía calculadora y una función de juego integrada, lo que lo convirtió en un ícono entre los adolescentes de la década del ’80. Justamente, ese detalle temporal es lo que llamó la atención de los investigadores. Según estiman, la data de muerte se ubicaría entre 1980 y 1990.
El fiscal Martín López Perrando, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional 61, encabeza la causa. Un informe preliminar del Gabinete Científico de la Policía de la Ciudad indicó que los restos pertenecen a un varón joven, de entre 20 y 22 años y contextura desarrollada. El cuerpo fue hallado en una fosa de 1,20 metro por 60 centímetros, a solo 40 de profundidad, durante una demolición en Congreso 3742.
De quién podría ser el cuerpo encontrado
Si bien el hallazgo ocurrió en un terreno contiguo a la casa que ocupó el músico de Soda Stereo, los investigadores aclararon que no corresponde al mismo predio. La propiedad donde apareció el cuerpo fue comprada hace más de 30 años por la artista plástica Marina Olmi, hermana del actor Boy Olmi, quien reveló que en ese lugar funcionó previamente un geriátrico y, mucho antes, una capilla. “Eso fue hace más de 150 años”, aclaró, desconcertada ante el descubrimiento.
Actualmente, en esa casa solo vive una mujer mayor. Sus hijos no han podido aportar información relevante hasta el momento. Dada la antigüedad de los restos y la posible conexión con años en los que se registraron numerosas desapariciones en el país, la Justicia solicitó la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), reconocido por su labor en la identificación de víctimas del terrorismo de Estado.
El caso, cargado de misterio y de una inquietante coincidencia con el pasado de uno de los músicos más importantes del rock argentino, sigue abierto. El Casio CA-90, silenciado bajo tierra por décadas, podría ser el elemento que finalmente le ponga nombre al joven enterrado y revele una historia olvidada por el tiempo.
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