La nueva vida de Yas Nizetich, tras su retiro del vóleibol, a punto de ser mamá: “Mirando para atrás, digo ‘qué locura realmente la carrera que hice!'”

Yas Nizetich le bajó el telón a su enorme carrera a su manera. La cordobesa, que fue un emblema de Las Panteras y dejó su marca en las ligas de varios países de Europa, cerró su etapa como jugadora hace varios meses, a los 36 años y tras conquistar la Triple Corona -la Supercopa, la Copa y la Liga de Grecia- con el Olympiacos. Se fue en paz, feliz y vacía tras darle todo a un deporte que fue el centro de su vida durante más de dos décadas. Y aunque su relación con el vóleibol será eterna, ya comenzó a transitar una nueva etapa, para la que el destino le tenía guardado un hermoso primer gran desafío.

“Yo quiero ser mamá”, le contaba a Clarín a la distancia en una charla distendida, cuando ese sueño no era más que un deseo. Y hoy, está lista para darle la bienvenida a Maia, su primera hija con su esposo Pablo Griboff.

Nizetich comenzó a jugar al vóleibol a los 12 años en el Club Banco Nación de Córdoba. A los 15 ya era profesional y a los 17, armó las valijas y se fue a Europa a perseguir sus sueños. Jugó en España, Francia, Alemania, Turquía, Italia y Grecia. Levantó muchos trofeos, la mayoría en competencias nacionales y un par en torneos internacionales. El más recordado, sin duda, el de la Champions League que ganó con el Novara italiano en 2019, un logro que ninguna otra jugadora argentina había conseguido antes ni consiguió después.

Se puso por primera vez la celeste y blanca en 2004, en el Sudamericano de Menores de Ecuador. Dos años más tarde, ya jugaba en el seleccionado mayor. Fue capitana del equipo que consiguió por primera vez la clasificación a unos Juegos Olímpicos y tuvo su debut en Río de Janeiro 2016. Y pieza clave del que volvió a jugar en la cita más importante del deporte en Tokio 2020. Ganó el bronce en los Panamericanos de Lima 2019, el oro en el Campeonato Panamericano de Ponce 2023 y la plata en el Sudamericano de Recife, ese mismo año. Y se transformó en símbolo de esas Panteras que cambiaron la historia del vóleibol femenino argentino.

“Mirando para atrás, digo ‘Qué camino alucinante. Qué locura realmente la carrera que hice’. Nunca había soñado conseguir tantas cosas”, afirmó Nizetich.

Tras tantos años con el foco puesto en los entrenamientos y la competencia, la cordobesa dio vuelta la página y quiere disfrutar de una vida diferente. Y aunque su sueño más grande para esta nueva etapa -ser mamá- se hará realidad muy pronto, para el resto no tenía apuro.

“Estoy super tranquila. Ahora que me retiré, tengo tiempo para mí y creo que cosas lindas están por llegar. De a poquito se va a ir dando todo naturalmente. No me genera miedo ni ansiedad. Confío que lo que viene va a ser algo muy lindo, capaz que no tan fuerte como lo que viví con el vóley, pero eso lo tengo claro y lo acepto. Estoy tan feliz y tan en paz con la decisión, que estoy lista. Pero voy despacito, con calma”, afirmó la ex receptora punta antes de compartir la noticia de su futura maternidad con el mundo.

-Pasaste de la apretada y exigente rutina de una jugadora profesional a la libertad del retiro. ¿Cómo fue esa transición?

-Pasé primero por un impasse durante el que me fui retirando, seguí haciendo notas, me seguían llamando gente para hablar, continué con los campus de voleibol en Argentina y en Orlando y me puse a disposición de la selección por si podía ayudar de alguna manera. Pero esto es lo que quería. Hoy estoy disfrutando y descansando, con mis tiempos para hacer lo que quiera, cuando quiera y con quien quiera. Yo adopté el voleibol como una forma de vida. No me molestaba ni me pesaba tener que entrenar, acostarme temprano, comer bien, ser super estricta con todas las patas de la mesa. Y creo que voy a ser toda la vida así. Pero ahora, por ejemplo, si quiero tomar un café con una medialuna, lo hago. Estoy más relajada en ese sentido. Sigo yendo al gimnasio todas las mañanas, pero con otra mentalidad tal vez. Estoy aprendiendo que puedo darme otros gustos y disfrutar un poquito más de otras cosas.

“Estilo mamá”, escribió Nizetich junto a una foto en la que se nota su incipiente panza de embarazada. Foto Instagram @yasnizetich

-Muchos atletas cuando cierran sus carreras se dedican a probar cosas nuevas. ¿Tenés alguna en mente?

-Sinceramente no tenía ni tiempo para pensar ‘Uh, me gustaría hacer esto’. Pero sí, ahora llega el momento de empezar a probar cosas y a ver qué me gusta y qué me motiva. Hoy veo que todo el mundo juega al pádel y podría probar con eso. Hay gente que sale a andar en bici, que empieza a correr… Me gustaría aprender a esquiar o a hacer snowboard. Aunque no son cosas de las que me privaba, simplemente no las hacía.

-El sueño de hacer grandes cosas con el vóleibol te llevó a Europa. ¿Querés volver a Argentina?

-A Argentina volvemos siempre, porque tenemos todos nuestros seres queridos acá. Después veremos adónde nos lleva el trabajo, el destino. Ahora, por ejemplo, Pablo (NdR: Fue su preparador físico toda su carrera y el último año formó parte del staff del Olympiacos) firmó para trabajar en Polonia con varones. Él sigue haciendo la vida que teníamos, yo lo acompaño desde otro lado.

-De todos los lugares en los viviste, ¿en cuál te sentiste más como en casa?

-Ningún lugar como Córdoba. Ninguno. Si tengo que elegir, voleibolísticamente, Italia toda la vida, porque es la mejor liga del mundo, la NBA del vóleibol, y era mi sueño. Todo el show y el circo que se arma alrededor de ese deporte es alucinante; y es hermoso vivirlo desde adentro. Grecia me encantó, aunque creo que ahí hubo un factor importante, el clima. En Atenas hace calor casi todo el año y yo venía de vivir de invierno en invierno. Entonces cuando pude tomar un poquito más de sol, dije ‘Acá me quedo’. (Risas). Turquía también nos gustó mucho; Estambul me voló la cabeza. Cada lugar tuvo sus cositas, pero Córdoba…

-Y siempre la llevaste cerca, porque jamás perdiste el acento cordobés…

-Sabés que todo el mundo me lo dice. Cuando hablo con la gente, me dice rápido ‘Sos cordobesa, no?’. Y me da risa. No sé por qué nunca se me fue la tonada. Y eso que aprendí a hablar varios idiomas. Cuando me fui ya hablaba inglés. Aprendí portugués, porque jugué con brasileras. Francés e italiano también. El griego no, solo lo básico. Pero cinco idiomas hablo. Y hay gente que se me ríe a veces porque tiro los idiomas con tonada cordobesa. Es una marca registrada y está bueno. (Risas)

Nizetich creció con la celeste y blanca puesta: a los 15 debutó en el seleccionado de menores y dos años más tarde ya jugaba en el mayor. Foto Instagram @yasnizetichNizetich creció con la celeste y blanca puesta: a los 15 debutó en el seleccionado de menores y dos años más tarde ya jugaba en el mayor. Foto Instagram @yasnizetich

-Más allá de los logros deportivos, ¿qué te dejó el vóleibol?

-La mujer que soy hoy. La mujer en la que me convertí se la debo exclusivamente al vóleibol, porque el deporte te va transformando como atleta y también como persona. Me dejó también valores. Estar tantos años afuera, pasar por tantos clubes y por la selección, me hace sentir super madura. También hubo momentos que no fueron lindos, derrotas, momentos duros, que te van marcando, y ahí aprendés a salir adelante. Y me dejó la cantidad de gente que conocí, personas alucinantes que me llevo hasta el fin.

Está feliz Yas. Disfrutando de su nueva vida. Pero también proyectando hacia adelante. Ya sabe la cordobesa que la vida le cambiará por completo otra vez cuando nazca su hija. Pero piensa también en sus otras facetas y, aunque no se apura, ya comenzó a hacer planes.

“A la par de mi carrera deportiva, estudié Licenciatura en Turismo en la Siglo 21. Y ya tuve un par de reuniones con mi tutora de la universidad para ver si puedo hacer algo en ese rubro, aprovechando que yo recorrí el mundo con el voley, conozco mucho y hablo varios idiomas. Estaría buenísimo. Me gusta la idea de trabajar en algo de eso, pero tampoco estoy super decidida a hacerlo ya. Hoy no cierro ninguna puerta. Vamos a ir viendo acorde a la vida que seguimos llevando con Pablo”, contó.

No cierra ninguna puerta, excepto una. Porque aunque sabe que al vóleibol seguirá liga de alguna manera, hay algo que no está dispuesta a hacer.

“¿Entrenadora? No, no, no, no, no”, afirmó entre risas.

“Todos me dicen tenés que ser entrenadora por el tipo de carácter que tengo y por el liderazgo que tenía en los equipos. Pero no hay chances porque seguiría haciendo la vida que quiero dejar”, explicó. “Por eso hago los campus, porque son dos o tres días y chau. Sigo en contacto con el vóley, con las nenas, puedo pasar enseñar y compartir mi experiencia, que creo es una responsabilidad. Siento que con los campus puedo devolverle al vóley un poquito del amor que me dio”.

“Retirarme como me retiré es lo mejor que le puede pasar a un deportista

No quiere ser entrenadora Nizetich porque quiere dejar atrás la vida ajetreada y acelerada del deportista profesional. El desgaste que le generaron 20 años en el alto rendimiento fue una de las razones por las que decidió retirarse, aún cuando desde afuera parecía que podía seguir un tiempo más.

Nizetich con la camiseta del Olympiacos de Grecia, su último equipo. Foto Instagram @yasnizetichNizetich con la camiseta del Olympiacos de Grecia, su último equipo. Foto Instagram @yasnizetich

“Fue un proceso. Dos añitos en los que fui masticando la decisión. Decía ‘Sé que cuando me retire voy a ser joven para una mujer y grande -vamos a decir grande, no vieja- para el deporte’. Además el cuerpo y la cabeza te empiezan a dar señales. Yo empezaba a cansarme de viajar, de hacer valijas, de la vida de hotel. Aparecían dolores que ya no recuperaba de un día para el otro. Uno tiene que ser lo suficientemente humilde para aceptar que está llegando el final. Y siempre dije que yo quería dejar el voleibol y no que el voley me retirara. Quería retirarme bien, si podía ganando, ayudando al equipo, siendo protagonista. Y pude lograrlo. Es lo mejor que le puede pasar a un deportista después de tantos años de estar en el alto rendimiento. Por estoy tan contenta”, recordó la cordobesa.

Pese a estar completamente segura de su decisión, Nizetich reconoció que los meses previos a la final de la Liga de Grecia, con la que cerró su carrera, no fueron fáciles de sobrellevar.

“Fueron una mezcla de emociones muy fuertes, porque el voley era toda mi vida. Alegría, tristeza y aceptar que eran mis últimas veces. Último viaje como jugadora profesional, última comida con un equipo, último partido de visitante, de local, última vez que me ponía las zapatillas y las rodilleras… Estaba super emocionada todo el tiempo. Estaba tan feliz, tan orgullosa y satisfecha con lo que estaba viviendo y con la decisión, que cada momento que pasaba sentía más que era la correcta”, recordó.

Nizetich con sus padres y su esposo Pablo y los tres trofeos que ganó en su última temporada como jugadora. Foto Instagram @yasnizetichNizetich con sus padres y su esposo Pablo y los tres trofeos que ganó en su última temporada como jugadora. Foto Instagram @yasnizetich

Y agregó: “En ningún momento me pesó. Nunca dije ‘Che, puedo seguir’. Claramente podía, porque el nivel físico y mental lo tenía, pese a los dolores. Pero quería retirarme bien. En mi último año de carrera ganamos tres de las cuatro copas que disputamos. No me puedo quejar. Y tener a Pablo al lado todo el año como parte del equipo, cuando él fue parte tan importante de mi carrera, fue el combo perfecto”.

-¿Sacrificaste mucho por el vóleibol?

Hubo sacrificios, pero valieron la pena. Yo sabía que si quería ser jugadora profesional me tenía que ir de Argentina, porque lamentablemente acá no se puede hacer una carrera profesional como en Europa. Cuando era chica y decía que quería jugar en en Italia, sabía que el camino iba a ser duro. Pero era mi sueño y no me arrepiento. Lo disfruté un montón. Fue una carrera rica desde donde la mires.

-¿Hay una receta o un secreto para hacer una carrera como la tuya?

Vos podés poner lo mejor que tenés, pero hay un montón de factores a lo largo del camino que no dependen de uno y que te pueden cambiar el rumbo. En mi caso, fue un poquito de todo. Siempre fui bastante exigente con lo que me proponía. Muy consistente, muy perseverante y muy constante. Bastante cabeza dura y con un carácter muy fuerte. No me gustaba perder a nada, para mí todo era competencia. Y siempre tuve una cabeza bastante estricta. En su momento me jugó en contra, porque a veces sufría un montón cuando las cosas no iban como quería. Pero con el tiempo y la experiencia, aprendí a aceptarlo y a encontrar un equilibrio. Y siempre estuve rodeada por mucha gente que me hizo mejor, como Pablo, que es mi pilar, mi familia y mi psicólogo. Porque la carrera que hice, nadie la hace sola.

Nizetich con la camiseta 3, marca registrada de Las Panteras. Foto Instagram @yasnizetichNizetich con la camiseta 3, marca registrada de Las Panteras. Foto Instagram @yasnizetich

-¿Sos consciente de la marca que dejaste en el vóleibol?

Mientras suceden las cosas no tomás dimensión. Recién ahora me doy cuenta de todo lo que logré. Me pasó en los Juegos Olímpicos de París. Le tocó ir a Pablo y yo miré de afuera. Pero fui a la Villa invitada por el COA. Y ahí pensé ‘Yo estuve acá dos veces’. Fue muy fuerte. Ese tipo de cosas me llenan de satisfacción y orgullo, más allá de que nunca hice lo que hice por el récord o por la historia. Siempre lo hice porque quería ganar.

A la hora de elegir el mejor momento de sus 20 años con la camiseta argentina, Nizetich no lo dudó: “La clasificación a Río, en Bariloche, con mi familia en la tribuna. Fue alucinante”.

“Es el recuerdo más lindo que tengo con el seleccionado porque fue histórico lo que logramos. Ese fue el momento en el que el equipo y el voley argentino hicieron un click. Y yo también porque hacía muchos años que estaba en el seleccionado y que perseguíamos ese sueño olímpico. Fue un pasito que tenía mucho laburo por atrás y muchos años de sacrificio que solo conocemos los que estamos puertas para adentro. Conseguir un resultado como ese marcó mi historia con las Panteras”, aseguró.

“Por eso necesitaba una despedida como la que tuve”, siguió, recordando su último partido con el equipo nacional, un amistoso ante Alemania el 28 de junio en el Parque Olímpico de Villa Soldati.

“Era un momento de disfrutar, de poder estar con las chicas. Tener mi última vez en el vestuario con las Panteras y vestir por última vez la camiseta ‘3’ de las Panteras, con el público argentino, era algo que quería hacer. Lo que lloré el día antes, ese día y el día después… Fue una locura y hermoso. Es una de las cosas más fuertes que me tocó vivir”, contó.

-¿Hubo algo que querías conseguir y no se dio?

Sinceramente, no. Jugué en todos los lugares en los que quería jugar. Con la selección hice todo lo que quería hacer. Como soy super competitiva, por ahí me hubiera gustado ganar un poquito más de lo que gané, pero no, no me quedó ningún sueño. Quizás jugar un añito en Argentina antes de retirarme, como hizo Facu (Conte), hubiera sido alucinante.

-¿No te tentó la idea de hacerlo cuando volviste de Grecia?

No, ya estaba. Ya había cerrado esa puerta. Estaba cerrada, sellada, bajo candado… (Risas) No quise saber nada. Había llegado el momento de hacer otras cosas y eso estaba bien.

fuente: CLARIN

Artículos Relacionados

Volver al botón superior

Adblock Detectado

Considere apoyarnos deshabilitando su bloqueador de anuncios