
La empatía, ese rasgo que nos permite ponernos en el lugar del otro, entender su emoción y actuar con compasión, siempre se pensó como una capacidad exclusiva de los humanos. Sin embargo, los sistemas de IA aprenden a imitar este comportamiento a través de complejos algoritmos. No sienten, pero sus respuestas suenan tan comprensivas que muchos usuarios las perciben como genuinas. Ante este panorama, la psicóloga Bárbara Zapico publicó un artículo en Psicología y Mente sobre el dilema.
Diversas investigaciones arrojaron resultados que alimentan el debate. Un estudio reciente, publicado en la revista Communications Psychology, descubrió que en ciertas situaciones, las respuestas de una IA se calificaban como más comprensivas y solidarias que las de expertos en apoyo emocional. La consistencia de la máquina, su capacidad para reformular lo que “escucha” y su “interés” incansable logran un efecto que en ocasiones supera el trato humano.
Sin embargo, el panorama tiene sus matices. Zapico hizo referencia a un trabajo de la Universidad del Sur de California que encontró una paradoja. Cuando una persona supo que el mensaje provenía de una IA, la sensación de “me escucharon” disminuyó. Aunque el contenido fuera idéntico al de una respuesta humana, la falta de una conexión real se hizo evidente. Esto sugiere que el origen del mensaje tiene un peso crucial en nuestra percepción.

El riesgo de humanizar a la inteligencia artificial
Según Zapico, el fenómeno podría tener un efecto colateral aún más preocupante. Hizo hincapié en que una investigación de Hye-young Kim y Ann McGill planteó que, al darle cualidades humanas a las máquinas, la percepción de humanidad en las personas puede disminuir. En otras palabras, cuanto más humanizamos a una IA, corremos el riesgo de desvalorizar a quienes realmente sienten.
Por otro lado, la filósofa Catrin Misselhorn sostiene que lo que hace la IA es una mera imitación. Para que la empatía sea genuina, se necesita sentir lo que siente el otro, reconocer que es una experiencia ajena y actuar desde esa conciencia. Como la IA carece de emociones, su capacidad no es más que un juego de patrones. Ella compara esta habilidad con la de una persona con psicopatía, que puede reconocer emociones sin sentirlas, un rasgo que abre la puerta a usos éticamente cuestionables.

Humanos vs. máquinas
Según explicó la psicóloga Zapico, el punto no es enfrentar a humanos y máquinas, sino entender que cumplen papeles distintos. La empatía humana nace de la experiencia compartida, del dolor y la alegría vividos en carne propia, una singularidad que ningún algoritmo puede replicar. Mientras tanto, la tecnología puede ser un apoyo, una herramienta útil para cubrir la gran demanda de contención en ámbitos como la salud o la atención al cliente.
El riesgo es confundir un complemento con un reemplazo según los expertos. Advirtieron que si nos acostumbramos a interactuar más con máquinas, podemos perder la sensibilidad hacia los demás. Además, si normalizamos ser rudos con una IA porque “no siente”, esa costumbre se puede filtrar en nuestra relación con quienes sí lo hacen.
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fuente: inteligencia artificial está reemplazando la empatía en los humanos? Qué dice la psicología”> GOOGLE NEWS