La hora de las preguntas | Perfil

OpenAI, la creadora de ChatGPT, construirá en Argentina el centro de datos más grande de América Latina”.

“La Argentina se convertirá en una potencia mundial en inteligencia artificial”.

Los títulos parecen parte de la narrativa a la que nos acostumbró el Gobierno de Javier Milei, el mejor presidente de la historia, que tiene al mejor ministro de Economía de la historia, que hizo el ajuste más grande en la historia de la humanidad.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

De todas maneras, observando que hay terceros de magnitud global involucrados en el anuncio, vale la pena profundizar en la mirada y tratar de entender qué viabilidad tiene el proyecto, cuáles son los antecedentes, cuáles son los beneficios potenciales para el país y cuáles son los riesgos económicos, energéticos y en términos de soberanía.

OpenAI y Sur Energy anuncian inversión de hasta u$s 25.000 millones en inteligencia artificial

El comunicado: “Sur Energy y OpenAI se unen para anunciar sus planes para el desarrollo de Stargate Argentina, un proyecto pionero de infraestructura de IA que situaría a Argentina a la vanguardia del ecosistema global de inteligencia artificial”. Más adelante agrega: “Estructurado en el marco de RIGI, el proyecto supondrá una inversión de hasta 25.000 millones de dólares a plena escala, lo que lo posiciona como una de las mayores iniciativas tecnológicas y de infraestructura energética de la historia de Argentina”. Además, hubo un video de Sam Altman, CEO de OpenAI, resaltando el potencial del talento argentino, elogiando a Milei y prometiendo que el país tendrá acceso generalizado a la inteligencia artificial.

Frente a un anuncio tan escueto como autocelebratorio, surgen muchas preguntas. Algunas tienen respuesta y para otras habrá que esperar que se acomode la euforia y que el tiempo, los negocios y la política hagan su trabajo.

Lo que sabemos

El Proyecto Stargate (puerta estelar) es un plan en el que vienen trabajando OpenAI, Oracle y SoftBank desde 2022. En enero de este año, un día después de la asunción de Donald Trump, la Casa Blanca fue sede de un anuncio impactante: Stargate invertiría 500 mil millones de dólares en el desarrollo de la mayor infraestructura mundial para inteligencia artificial, con varios centros de datos en Estados Unidos. Más tarde se sumarían planes similares para Emiratos Árabes Unidos y Noruega. Stargate Argentina sería el primer proyecto de la empresa en América Latina.

Una semana después de aquel anuncio en Washington, China presentó Deep Seek, un sistema de IA de código abierto, más barato y más eficiente desde el punto de vista energético. Las acciones de las tecnológicas de Silicon Valley se desplomaron. En particular, las de Nvidia, la empresa que fabrica los “fierros” que hacen funcionar a los centros de datos. Nvidia ya había firmado con OpenAI un acuerdo para proveer equipos por 100 mil millones de dólares.

También sabemos que el socio argentino de Stargate es Sur Energy, una empresa enfocada en infraestructura digital, fundada por el recientemente fallecido Matías Travizano junto con Emiliano Kargieman, acompañados por Stan Chudnovsky. La compañía no tiene página web ni empleados, pero dice de sí misma que se especializa en implementar proyectos de data center sostenibles que combinan tecnología avanzada y energías renovables para apoyar el crecimiento global de la inteligencia artificial.

Inteligencia Artificial: Regular lo que casi es irregulable

Una década atrás, Kargieman se reveló como un joven talento tecnológico argentino, al fundar la empresa Satellogic, una start up de garage famosa por el desarrollo de nano satélites de órbita baja. El “garage” de Kargieman creció considerablemente. Ahora Satellogic tiene dueños estadounidenses y contratos con el Departamento de Defensa de ese país. Emiliano sigue siendo su CEO.

Sabemos también que en este proceso tuvo un rol protagónico Demián Reidel, un físico argentino graduado en el Instituto Balseiro, que luego se dedicó a las finanzas en Estados Unidos. Reidel es el nexo entre Silicon Valley y Milei. El presidente lo convirtió en su asesor y más tarde lo nombró al frente de Nucleoeléctrica Argentina (NASA), la empresa pública que gestiona las tres centrales nucleares de nuestro país. Hace algunas semanas el Gobierno anunció la privatización parcial de NASA.

El vínculo entre la energía atómica y la inteligencia artificial es estratégico. Los centros de datos consumen una cantidad desmesurada de energía, una demanda que pueden satisfacer los pequeños reactores modulares. En la última década Argentina desarrolló su propio modelo de reactor modular, el CAREM. Ni bien asumió, Milei frenó el proyecto cuando este mostraba cerca de un 70 por ciento de su avance y se llevaban invertidos más de 600 millones de dólares. Reidel anunció que el país construiría otro modelo de reactor modular, uno desarrollado por la empresa pública rionegrina INVAP, que ya cuenta con patente internacional. Ese proyecto insumiría no menos de cinco años para concretarse. Desde que Reidel lo anunció en diciembre de 2024, el plan no mostró ningún avance. ¿Por qué abandonar un reactor que está a punto de terminarse por otro al que le falta un lustro para ver la luz? Esa es la pregunta que ni Milei ni Reidel pueden contestar. Quizás la respuesta esté en la reciente adhesión de Argentina al Programa FIRST de Donald Trump. Ese programa establece una curiosa colaboración. Los países adherentes le entregan a la Casa Blanca información sensible sobre sus planes nucleares. A cambio, la Casa Blanca les vende reactores modulares. Un trato justo ¿No?

Este anuncio se produce en el marco de un inédito rescate financiero del Gobierno de Donald Trump al plan económico de Javier Milei y Luis Caputo, del cual se desconocen las condiciones, pero se pueden deducir. Argentina es una pieza significativa en el tablero estratégico de Washington, que busca revertir el avance firme de China en el sur global. En esa carrera comercial, industrial y digital, Estados Unidos ya da por perdida a África, donde Beijing juega fuerte y domina. América Latina, con sus enormes recursos naturales, es un territorio en disputa.

Lo que no sabemos

El comunicado de Stargate no señala en qué lugar de la Patagonia se desarrollará el centro de datos, ni cuál es su proyecto de ingeniería. Si el lugar es Neuquén, en Vaca Muerta, tendremos una pista de cuál va a ser la fuente de energía que se va a usar.

Aunque el anuncio habla de energía renovables, no aclara cuáles se van a utilizar. Este no es un dato menor. El consumo energético de estas instalaciones es motivo de controversia en el mundo entero. Las compañías no lo informan con claridad. En los contratos que firman con las empresas proveedoras de electricidad suele haber cláusulas de confidencialidad que protegen esos datos. En las declaraciones públicas, las tecnológicas se pintan de verde y anuncian planes para reducir el impacto ambiental, pero en la realidad esas intenciones no se verifican.

El consumo de agua es otro aspecto clave para evaluar las consecuencias de instalar un centro de datos de esta magnitud. Los racks con placas que constituyen el cerebro de la inteligencia artificial levantan mucha temperatura. El rango para mantener un funcionamiento adecuado debe ir entre los 18 y los 27 grados, y para lograrlo se usan torres de enfriamiento que funcionan gracias a la constante circulación de agua. Aunque las empresas tecnológicas aseguran que se trata de sistemas de ciclo cerrado, el desperdicio de agua es muy significativo. Ahí aparece otra vez la opacidad en la información. Con el poder económico que ostentan, estos monstruos digitales tienen la capacidad de influir en las regulaciones de los territorios en los que desembarcan. En otras palabras, escriben las leyes que luego los van a controlar.

Quién es Sam Altman: el cerebro detrás de OpenAI que apuesta por Argentina con un mega proyecto de inteligencia artificial

Un ejemplo: el estado mexicano de Querétaro aprobó una legislación que lo convirtió en un paraíso para la construcción de centros de datos. Poco tiempo después de la puesta en funcionamiento de las primeras instalaciones se multiplicaron los conflictos por la escasez de agua. En el municipio de Colón los pobladores sufren el racionamiento, mientras empresas y autoridades miran para otro lado.

Stargate Argentina promete crear miles de empleos directos e indirectos. La realidad es que los centros de datos insumen mano de obra intensiva durante su construcción. Una vez que están en marcha, son galpones en los que trabajan apenas decenas de empleados. En el mejor de los casos, cientos.

Según el comunicado que se conoció el viernes pasado, la inversión prevista se realizará en el marco del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Recordemos que el RIGI, sancionado por el Congreso en 2024, otorga estabilidad normativa por 30 años en materia tributaria, aduanera y cambiaria: el Estado queda atado a esas reglas aún si cambian las condiciones económicas o energéticas. En nombre de la “seguridad jurídica”, se cede capacidad regulatoria por tres décadas.

Advierten que la inteligencia artificial cambiará lo humano antes de 2035

La Argentina no produce los equipos que requiere un centro de datos, por lo que hay que importar casi toda la tecnología: servidores, sistemas de enfriamiento, transformadores y equipamiento eléctrico.

El RIGI establece que las empresas acceden a exención de derechos de importación para bienes de capital y de informática y telecomunicaciones vinculados al plan aprobado, y puede cancelar IVA con certificados de crédito fiscal.

Además, tienen beneficios cambiarios. Es decir, acceden directamente al mercado de cambios para pagar utilidades, dividendos e intereses al exterior sin autorizaciones previas. Para la economía argentina esto implica salida de divisas y menor recaudación, sin desarrollo de proveedores nacionales de alto valor. El RIGI asegura por 30 años que esos beneficios no puedan ser restringidos por normas futuras más gravosas.

La era del “soft power” de la inteligencia artificial

La ecuación parece inmejorable: se invierte con beneficios públicos, se opera con energía nacional y se transfiere la ganancia al exterior.

No es una cuestión menor conocer cómo se conformará Stargate Argentina para entender si la promesa de inversión no terminará agudizando la restricción de dólares que asfixia a la economía argentina.

No es lo mismo una empresa nacional que procesa datos en el país y los exporta al mundo, que un enclave extranjero que hace extractivismo de datos y consume divisas. ¿Qué compromisos establecerá Stargate con el sector público argentino? ¿Será un mega centro de datos para respaldar la digitalización de la gestión? ¿O usará los datos de los argentinos para alimentar la maquinaria de manipulación global en la que se convirtió el espacio digital? ¿Será Stargate Argentina una solución para los desarrolladores locales de IA que hoy tienen que pagar el procesamiento de sus aplicaciones en dólares en el exterior? ¿Será este proyecto el camino hacia la soberanía digital y cognitiva que merece la Argentina?

Esta claro que el país no tiene los recursos financieros para desarrollar por si mismo un emprendimiento de esta magnitud. Bienvenidas las inversiones, pero hace falta discutir las condiciones, con acuerdos razonables, con beneficios reales y riesgos controlados. Se trata de que los que vienen a invertir integren al país en la producción del conocimiento que generan.

La contracara de la estabilidad, las exenciones y la energía barata debe ser el contenido local, la formación de trabajadores y la transferencia tecnológica. Si no, no estaremos hablando de desarrollo, sino de dependencia.

fuente: GOOGLE NEWS

Artículos Relacionados

Volver al botón superior

Adblock Detectado

Considere apoyarnos deshabilitando su bloqueador de anuncios