
Este viernes el Presidente Javier Milei hará un anuncio de una inversión millonaria que involucra a una de las empresas más grandes del mundo en uno de los sectores más dinámicos de la economía global. Y ayer el Tesoro de Estados Unidos brindó un apoyo inédito comprando pesos argentinos para evitar que el dólar en nuestro país llegara al techo de la banda. Desde 1996 Estados Unidos solo intervino tres veces en los mercados cambiarios de otros lugares (compró yenes en 1998, euros en septiembre de 2000 y vendió yenes en marzo de 2011). La de ayer fue la cuarta vez.
Tanto el anuncio de inversión que hará hoy Milei como la compra de pesos por parte del Tesoro de EE.UU., tienen una sola explicación: la afinidad política entre Donald Trump y Javier Milei. Ambos volverán a verse la semana próxima en Washington.
La potencia de esta acción política no pasa desapercibida ni entre los economistas.
Este jueves, en un acto de celebración del think tank Cedes por sus 50 años y que reunió a economistas de vastísima trayectoria con miradas diferentes -Miguel Angel Broda, Roberto Lavagna, Martín Lousteau, Bernardo Kosacoff, Enrique Szewach, José María Fanelli, Gustavo Cañonero, Pablo Gerchunoff, Andrés López, Federico Poli, entre otros, además de los anfitriones Roberto Frenkel y Martín Rapetti-, la mayoría de los presentes no salía de su asombro por la noticia que había dado Scott Bessent. Coincidían en que puede traer la calma que le ha sido esquiva al Gobierno desde la salida del cepo en abril.
El apoyo del Tesoro fue tan contundente que muchos de los economistas allí se permitían dudar de que incluso, después de las elecciones, el régimen cambiario sea de flotación, es decir, que el dólar cotice por la oferta y demanda. “Eso no va a pasar”, decía un economista ortodoxo que hacía de visitante en la catedral de la heterodoxia macroeconómica argentina. “Cambiarán las bandas, pero no habrá flotación”.
Bessent escribió este jueves que el actual sistema cambiario “sigue siendo adecuado para su propósito”. Esto quizá no exime que haya modificaciones en el dólar más temprano que tarde pero está claro que Estados Unidos apoya a que no haya cambios abruptos o traumáticos que pudieran jugar en contra de la experiencia Milei y que la solución no implica un movimiento brusco. “En este contexto las bandas son un tema de segundo orden”, tuiteó Pablo Guidotti. “Esto es un game changer”.
Los economistas se quedan sin argumentos en contextos así. Tanto en las palabras de Bessent como en las decisiones de inversión, lo que se ve es más un apoyo de Estados Unidos como recompensa a las políticas existentes de Milei que una línea de emergencia que le dé tiempo al Gobierno para corregir de inmediato los errores que llevó a que la economía se enfriara como lo hizo en el segundo trimestre. Quizás en todo caso, la calibración del atraso cambiario o la política monetaria quede en el ámbito de la discusión con el FMI.
Hoy pesan más las afinidades políticas a la hora de comerciar y prestar asistencia que la cercanía geográfica entre países. La Argentina de Milei ofrece a Estados Unidos un ecosistema con cuatro sectores clave en un mismo territorio: alimentos, energía, minería y servicios basados en conocimiento. Pero como no tiene ni los recursos ni la estabilidad macroeconómica para explotarlos y desarrollar su economía alrededor de ellos, China y Estados Unidos estén interesados en desembarcar y ofrecer todo lo que la Argentina no puede conseguir por sí misma.
La globalización sigue en marcha, solamente que en medio de una guerra fría entre Estados Unidos y China y de la que Argentina ahora parecería ser parte porque ayer Bessent dijo en la cadena Fox que Milei “está decidido a sacar a China de la Argentina”.
En todo caso, como dice el ex ministro de Producción Dante Sica, “hay desacoples a nivel mundial, pero la integración y el comercio siguen. Ahora lo que pesa es la identificación política”.
La demanda no es por el comercio sino por los recursos estratégicos y evitar que esos mismos no queden en manos del adversario.
Lo peor de estos momentos de inestabilidad macroeconómica como el que atraviesa la Argentina es que suelen adoptarse decisiones que a mediano plazo implican pagar un costo que en lo inmediato resulta difícil de vislumbrar porque se confunden muchas veces con beneficios a corto plazo. Por ejemplo la convertibilidad de Carlos Menem. ¿Con qué estabilizará Milei? ¿Un nuevo Plan Brady?
Las consecuencias de todo esto son aún difíciles de ver. El único objetivo de Milei sigue siendo controlar la inflación y está dispuesto a que EE.UU. lo ayude con eso.
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