
Cuando la española Joana Marcús, escritora juvenil superventas con un currículo de 24 novelas con 24 años, y un millón de seguidores y fans de sus libros de romance y fantasía, empezó a escribir a sus 10 años, nunca imaginó que una década después sería bestseller no sólo en España, su país natal, sino en toda América Latina.
Ya lleva vendidos más de 2 millones de ejemplares y su éxito se extiende a plataformas digitales como Wattpad, donde sus novelas han acumulado millones de lecturas. Vino a Buenos Aires a presentar su última novela Sempiterno (Penguin Random House) y su expectativa es tener tiempo con sus lectoras y lectoras: “que puedan conocerme y no se lleven solo una foto de recuerdo”, dice en esta entrevista con Clarín, en la que habla sobre cómo empezó a escribir y sobre su vida juvenil en Madrid, lejos de su familia.
Amor por la literatura
–¿Cómo empezó tu amor por la literatura?
–Creo que fue un cúmulo de varias cosas. En principio no me gustaba nada leer, me acuerdo que hasta los 9 años, me costaba leer en voz alta delante de toda mi clase y es que tenía dislexia y no lo sabía. Entonces me trababa mucho, no sabía distinguir los números, me inventaba las fechas, me inventaba algunas frases y mis compañeros se pensaban que lo hacía a propósito y se reían. No lo hacían con mala intención pero yo me sentía muy acomplejada, porque me notaba muy por detrás de su nivel. Y claro, eso hizo que tuviera una relación un poco tensa con ellos hasta que vino una orientadora a mi colegio y me diagnosticó por un lado, altas capacidades y, por otro, dislexia. Lo de altas capacidades nunca me ha servido de nada, pero bueno, lo de la dislexia me sirvió porque me recomendó leer 30 minutos al día en casa y en voz alta.
–¿Cómo fue ese proceso?
–Recuerdo que mis padres, pobrecitos, intentaban comprarme libros que me gustaran, probaron con Harry Potter, que sí me gustó, pero realmente los que me engancharon muchísimo fueron todos los de Laura Gallego. O sea, cuando la descubrí a ella como autora, que es como más de fantasía, me daba cuenta de que no podía parar y de que tenía la necesidad de saber qué pasaba en el siguiente capítulo: podía quedarme hasta las 4 de la mañana leyendo y me hacía tanta ilusión que despertara eso en mí que yo también quería probar, poder despertar eso en otra persona, entonces empecé a escribir en internet.

–¿A qué edad empezaste?
–A los 10, 11 años, empezabas ahí y escribías sobre los famosos que te gustaban, eran historias cortas, pero muy divertidas.
–¿Por qué creés que te enganchaba más la literatura de Laura Gallego que Harry Potter?
–Creo que por el tipo de historia: las protagonistas estaban mucho más cercanas a mí que Harry Potter. Habían vivido cosas parecidas, hablaban de experiencias que siento que son muy universales para las mujeres y eso me hacía sentir muy arropada, como que de repente todo tenía sentido; lo disfruté mucho. Fue como la primera vez que realmente sentía que cada vez que sacara un libro, yo estaría en la puerta de la librería de mi pueblo, que tiene sólo tres estanterías, con mis 20 euros esperando el libro.
–¿Cómo armaste a los protagonistas de Sempiterno, Victoria y Caleb? La escena del comienzo cuando ella tiene que poner una sonrisa atendiendo el bar pero que en realidad quiere mandar todo al diablo, es muy real…
–Eso está basado en hechos reales: yo trabajé en un bar a mis 17 años, y tenía la misma amargura existencial de aguantar a personas que no me caían especialmente bien como clientes, pero tenía que poner una sonrisa porque todo tu dinero dependía de que esas personas te dejaran propina. Entonces entendías muy bien cómo funcionaba el mundo, desgraciadamente y creo que eso me daba una amargura que reflejo mucho en Victoria, pero luego a medida que va avanzando la historia también cambia otra cosa más existencial, de pensar qué es lo que una quiere de la vida. Victoria, al principio, está ahí como anclada en un lugar que no le gusta porque no se atreve a ir más allá. Y con toda esa base, que parece como muy extensa, pero en el fondo es algo muy básico, ya tienes a tu personaje. Y luego Caleb, también tienen muchas cosas mías, sobre todo de cuando era una niña y no entendía del todo las convenciones sociales. Me costaba un poco relacionarme con mis compañeros porque sentía que teníamos pocas cosas en común.

–¿Qué te diferenciaba?
–No ha pasado tanto tiempo, yo lo sé, serán 10 0 15 años, pero entonces no era normal leer a esa edad, o sea, era un poco la rarita de la clase: me costaba encontrar temas de conversación con mis compañeros por muy bien que nos lleváramos. Y claro, tenía al un lenguaje que ellos no tenían o unos intereses que ellos no tenían y siempre sentía que estaba como dos pasos para atrás y Caleb representa, un poco, todas esas cosas. Cuando ya tienes esos dos personajes principales, que son los que van a llevar la historia, todo lo demás es muy fácil de montar. Vas viendo qué necesita cada uno dentro de la historia.
–También está muy buena la relación de ella con sus amigas.
–Ay, sí, eso también está basado en mi vida. Cuando trabajé en el bar, lo hice durante unos cuantos años, creé las amistades que más me han durado en toda mi vida, que siguen siendo mis mejores amigos, porque además vivíamos juntos, compartíamos piso. Creo que te marca mucho haber vivido las mismas cosas, cuando has pasado por lo mismo, cuando compartes una cosa que en el fondo ha sido dura, te juntas para toda la vida, o sea, o te odias o te amas y en mi caso fue que todos nos amamos y creamos una relación muy bonita como de familia encontrada en la que todos teníamos a nuestras familias un poco lejos, y entonces nos dábamos mucho soporte entre nosotros, éramos como ese paliativo que necesitábamos.
–¿Y cómo está siendo tomada la novela por la juventud y por el resto del público, porque es una novela para todas las edades?
–Pues te agradezco que lo digas, porque siento que a veces cuando hablamos de novela juvenil como que se asume que lo juvenil es el público y es verdad que la mayoría del público es juvenil, pero siento que es más bien la edad de los personajes. Les está gustando mucho, están sorprendidos también. Hay un poco opiniones diversas, pero siento que todo al final es positivo.

–Es cinematográfica.
–A mí me gusta mucho el cine, mis editoras siempre me lo dice, que se pueden imaginar la escena, pero es que yo me estoy imaginando la escena cuando la describo y siento que se nota.
–También lo son los diálogos.
–Es lo que más fácil de escribir se me hacen. Las descripciones siempre me cuestan un poco más porque no quiero perder la atención porque sé que al final me lee mucha gente joven y su atención es variada, pero los diálogos son como mi punto fuerte, me lo paso muy bien con ellos e intento que sean como muy rápidos también porque yo hablo así.
–En este mundo tan acelerado en el que vivimos, ¿ vos creés que ahora la juventud lee más?
–Sí, desde la pandemia, especialmente, que fue de hecho cuando mis lecturas empezaron a crecer, o sea, cuando las personas que me leían empezaron a aumentar, ha habido como un boom de mucha gente saliendo de internet, donde escribía, y ahora van a las librerías. Pienso que eso crea conversación, comunidad, y que las raritas de la clase ya no son las que leen, porque ya es algo normal. Es bueno que ya nadie tenga que sufrir por eso.
–¿Crees que es difícil este momento del mundo para la juventud, para desarrollarse, independizarse, conseguir trabajo?
–Siento que cada país es un poco particular; yo puedo hablar de España que es el que tengo más presente y allí eso es un tema ahora, sobre todo por la gentrificación. Hay muchísima gente con un salario mucho más alto que el medio en España que se muda allí porque es más barato pero queda todo muy caro para el resto, nuestros sueldos son mucho más bajos y en ese sentido sí es un momento difícil para la juventud, de hecho, yo tengo muy pocos amigos que pueden vivir solos. Soy la única que vive sola, entonces mi casa es un poco el punto de encuentro siempre, porque he tenido esa suerte, pero todos los demás o comparten o viven con sus padres porque no hay opción de mudarte tú solo. Es muy difícil encontrar trabajo porque o tienes demasiada experiencia, o tienes muy poca, tienes que tirarte muchos años estudiando y aún así, como te has tirado muchos años estudiando, no tienes experiencia para demostrar y que te contraten. Siento que se exige mucho y además como en todas las generaciones, porque siempre ha pasado y siempre va a pasar, se mira mucho por encima del hombro las costumbres que tienen los jóvenes: que si miran el móvil, que si no lo hacen. Hay mucho paternalismo también, mucho de los jóvenes de hoy en día no leen y cómo que no, si es el mercado que más lee en el mundo. Y claro, cuando tienes como todo un poco en contra y a la vez te están tratando como si tuvieras que estar agradecido, no sé, es una situación muy complicada, no creo que lo tengamos especialmente fácil, pero no creo que las generaciones anteriores lo tuvieran fácil tampoco, sinceramente.
–¿Y cómo es la relación con tus lectores y lectoras?
–Bueno, somos una generación que se ha criado ya con redes, entonces para nosotros es lo normal. Y yo me relaciono mucho con ellos, pero es verdad que siempre hay una parte de mi vida que se queda en privado. O sea, por ejemplo, jamás me vas a ver enseñando a mi familia ni a mis amigos que no estén relacionados con el mundo de la escritura. Me verás a mí contando mis cosas, pero son mis cosas. Jamás contaré lo de un amigo tampoco. Hay cosas que me guardo para mí misma porque no quiero que formen parte de mi yo escritora, no quiero que formen parte de la figura pública, quiero que sean solo mías. Así que hay confianza pero con límites. Mis lectoras (digo lectoras porque son la mayoría) han ido creciendo conmigo, entonces casi todas tienen mi edad o están en edades similares, van entre los 13 y los 20 años. A veces me sorprende que me lean a los 13 pero después pienso que yo a los 13 le{ia lo que pillara en la biblioteca: desde 50 sombras de Grey hasta Agatha Christie.

–¿Creés que para escribir hay que leer mucho?
–Sí, totalmente. Creo que no existe un buen escritor que nohaya sido antes un buen lector y creo hay que leer de todo, porque siento que cuando te encajas en un solo género, no te estás expandiendo. Yo leo muy poco juvenil porque siento que estoy como trabajando si leo lo mismo que escribo. Prefiero leer otras cosas para también nutrirme de otras ideas y otros conceptos.
Sempiterno, de Joana Marcús (Penguin Random House).
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