Javier Milei, Donald Trump, Juan Grabois, la irrupción del pastor y el insólito debate K

El funcionario sube por las escaleras de la Casa Rosada algo agitado. Viene de la calle: 33 grados en el centro porteño. El Patio de las Palmeras es un infierno. Cada vez que se abren las puertas que dan a las galerías, un aire espeso se expande en el ambiente. Los despachos lucen desiertos a fin de año. No hay bullicio ni gente que vaya y venga nerviosa, como en otras etapas de la administración libertaria. Desde su celular, el funcionario llama a un asistente para saber si está fallando el aire acondicionado y pregunta si se puede poner más fuerte. “Mirá de lo que me estoy preocupando -dice- Pensar que en el primer año nos dijeron que nos íbamos en helicóptero en Semana Santa”.

La imagen de los pochoclos en la playa, como símbolo del mal augurio que hacía un sector del peronismo, vuelve con recurrencia en las conversaciones informales con referentes de La Libertad Avanza. Es un recuerdo de lo frágil que asomaba el Gobierno apenas asumió. No tenía intendentes ni gobernadores propios. En la Cámara de Diputados ocupaba solo 37 bancas y, en el Senado, siete. Ni con aliados podían aspirar al quorum propio en ambas cámaras. Encima sus legisladores se peleaban entre sí: varios, incluso, se alejaron y le declararon la guerra al oficialismo, mientras el jefe de Estado llamaba “ratas” a los integrantes de las bancas opositoras.

Pepe Albistur y quien fuera una de las principales ministras de Alberto Fernández, Victoria Tolosa Paz. Pepe Albistur y quien fuera una de las principales ministras de Alberto Fernández, Victoria Tolosa Paz.

En el Ejecutivo, el staff de ministros y secretarios de Estados también anduvo a los saltos hasta hace muy pocas semanas, con récord de renuncias y de expulsados desde el regreso de la democracia. Entre los ministros salientes hubo dos jefes de Gabinete. Al frente de todo ese dispositivo que se armaba y desarmaba se iba construyendo el liderazgo de un outsider sin experiencia en el poder, dueño de una personalidad extravagante. Y, en la vereda de enfrente, siempre agazapado, el peronismo. ¿Podía funcionar? ¿Puede funcionar?

Si se mira aquel inicio, con el agravante de una gestión que experimentó varias crisis enlazadas -el caso $Libra, las denuncias de corrupción en la Agencia de Discapacidad, las leyes que se cayeron en el Parlamento y las corridas cambiarias-, Javier Milei cierra airoso el primer tramo de su gestión, al menos en términos políticos. El triunfo electoral, apoyado en la baja de la inflación y el orden en las calles, recompuso su liderazgo y dejó aún más en tinieblas a la oposición. El broche para el oficialismo fue la aprobación del Presupuesto 2026. No es exactamente el que quería, pero es un logro.

¿Y ahora? Milei y Luis Caputo, sostienen que se generaron las bases para el crecimiento de la economía. “Se viene un súper 2026. El superávit fiscal es nuestra bandera y van a seguir las buenas noticias”, dijo el ministro en los últimos días en conversaciones con sus colaboradores. Milei estima un despegue de entre el cinco y el siete por ciento de la actividad y anunció que el índice inflacionario de agosto empezará con el cero adelante. Claro: puede fallar.

El ministro de Economía, Luis Caputo, hace proyecciones muy optimistas para 2026. El ministro de Economía, Luis Caputo, hace proyecciones muy optimistas para 2026.

El 25 de abril de este año, en un encuentro de la Fundación Libertad, dijo que la economía crecería “como pedo de buzo”. No pasó. Esta semana, además, llegaron malas noticias: la economía se frenó en octubre. Según el estimador mensual del EMAE, hubo una retracción del 0,4% contra el mes anterior. El crecimiento acumulado de este año cerraría entre 4 y 4,5%. La comparación es con 2024, cuando la actividad cayó 1,7% y el Gobierno impulsó un ajuste brutal. La inflación también es un desafío. Aunque el descenso con el 211% que heredó del kirchnerismo es notable, en los últimos meses se encendieron algunas alarmas. El 2,5 de noviembre fue el número más alto en siete meses.

El oficialismo tiene por delante la reforma laboral y la tributaria. A ambas las debió postergar por la falta de apoyo y las considera clave para dar señales a inversores y a Estados Unidos, que monitorea los movimientos a a través del FMI y del propio Trump. “Esas leyes nos van a ayudar para bajar más el riesgo país”, confían. El riesgo país cerró el viernes en menos de 600 puntos básicos. De nuevo: comparado con la herencia K es bajo, pero podría -y debería- ser menor frente a los compromisos que tiene este año la Argentina. En enero vencen 4.300 millones de dólares de deuda. Caputo descarta emitir un bono en el mercado internacional.

Son cuestiones que se debaten en la cima del poder y que generan tensión. En estos dos años, Milei hizo un poco lo que quiso y otro poco lo que pudo frente a desafíos constantes que le fueron templando el carácter e, incluso, haciendo tomar decisiones que no quería. Desde el sistema de bandas cambiarias hasta el circuito de alianzas con gobernadores y legisladores.

“La estrategia de Milei corrió por dos andariveles: el retórico y el práctico. En el retórico predominaron el dogma y la confrontación; en el práctico, el pragmatismo y la negociación. En público, insulta y acelera; en privado, abraza y baja un cambio. Los dos andariveles están coordinados: solo necesita frenar en las curvas el que acelera en las rectas. Esta combinación de locura con método le viene dando mejores resultados que a los líderes ‘normales’ que lo antecedieron, pero recién estamos en el entretiempo”, dice el politólogo Andrés Malamud.

—¿Y después del entretiempo, Andrés?

—El segundo tiempo, como siempre, depende del mundo. Con precios de las commodities en alza y tasas de interés en baja, Milei reelige; si ocurre lo contrario, choca. En el medio hay un enorme rango de grises en que su destreza definirá su futuro… y el nuestro.

El pastor y conductor de TV Dante Gebel.El pastor y conductor de TV Dante Gebel.

El historiador y analista político Rosendo Fraga sostiene que Milei dio un paso clave en las elecciones. “Buscaba el tercio de una de las Cámaras y lo obtuvo en Diputados. Con eso se asegura el poder de veto. Milei dice: ‘ustedes aprueben lo que quieran, yo tengo el tercio y puedo vetar y sostener el veto. En términos de poder, está; en lo institucional, no es bueno. Va a gobernar de esa manera. Para los que tenemos una visión tradicional la negociación es innata a la política. Pero el referente de Milei es Trump, que acaba de renombrar al Kennedy Center como Trump-Kennedy Center”.

—¿Y, en oposición al mileísmo, ve algo nuevo, Rosendo?

—El PJ se está deshaciendo. Lo único nuevo es el pastor, que es apoyado por un sector del peronismo, especialmente sindical, y por los descreídos del mileísmo. Se puede diluir todo mañana. Son cosas que antes no valía la pena ni mirar, pero, como funciona la política hoy, hay que seguirlas.

Fraga se refiere al pastor y conductor de TV Dante Gebel, quien en una entrevista dijo que no descartaba presentarse como candidtao presidencial. El mileísmo reaccionó contra él en las redes sociales y a través de militantes que cuentan con el guiño de la Casa Rosada. Lo ven como un globo de ensayo frente al desconcierto opositor. Desde luego, suponen que nada sería más atractivo de cara a 2027 que mantener vivo al peronismo-kirchnerismo, que -más allá de alguna victoria transitoria en el Congreso, como la de la semana pasada con la elección de los auditores de la AGN- no deja de ofrecer a menudo espectáculos dantescos.

El kirchnerismo sigue atrapado en su interna, aunque la novedad es que las diferencias ya no se dan entre peronistas tradicionales y los ex jóvenes de La cámpora, como en otras épocas, sino entre los mismos dirigentes que se reivindican como cristinistas. Es el caso de Mayra Mendoza y Juan Grabois. Algún desprevenido podría pensar que se trata de personajes marginales, pero es conveniente recordar que son dos de las personas que más visitan a Cristina Kirchner en San José 111, si no es que actúan directamente como sus voceros. Cristina, que se sepa, sigue siendo la presidenta del PJ y, su hijo Máximo, el conductor del partido en la provincia de Buenos Aires.

A veintidós años de la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, en el kirchnerismo comenzó a debatirse si es correcto que en un manifestación se pueda destrozar el espacio público, partirle la cabeza con una piedra a un policía o si se permite, como ocurrió el lunes en Quilmes, que un grupo de cuidacoches pueda entrar violentamente al Concejo Deliberante para impedir el tratamiento de una norma que regula el estacionamiento.

Máximo Kirchner y Mayra Mendoza, alfiles de La Cámpora. Foto Guillermo Rodriguez Adami. Máximo Kirchner y Mayra Mendoza, alfiles de La Cámpora. Foto Guillermo Rodriguez Adami.

La discusión entre Mendoza, que defendió el accionar policial, y Grabois, que habló de represión, se trasladó el martes a Lanús, donde la gestión de otro intendente camporista, Julián Álvarez, fue intimidadada por piqueteros que prendieron fuego un árbol de Navidad y provocaron incidentes como parte de una protesta por reclamos salariales y exigencias de mejoras en los barrios.

Axel Kicillof, otro cristinista histórico -flamante ex cristinista- pudo aprovechar los episodios en el Conurbano para dejar clara su postura, ahora que habla de construir un futuro que trascienda su provincia con vistas a su propio armado presidencial. Alguien se lo sugirió. Tenía la oportunidad, pero no lo hizo. No quiso o no pudo. O, quizá, simplemente, pensó en hacerlo y al final no se animó.

fuente: CLARIN

Artículos Relacionados

Volver al botón superior

Adblock Detectado

Considere apoyarnos deshabilitando su bloqueador de anuncios