
A veces las series son la mejor carta de presentación de un destino turístico. Esto ocurrió con Sicilia, Italia, que renovó el interés de los visitantes por conocerla luego de ser el escenario perfecto de la segunda temporada de White Lotus (HBO). Es más, sus creadores admitieron primero fue el lugar y luego la historia.
En una acción poco habitual en la creación de películas o series, el lugar condicionó la idea. “Una vez tuvimos seguro parte del reparto, empezamos a mirar hoteles en el sur de Italia y Francia por cuestiones de producción y por el clima, porque íbamos a grabar en invierno”, explica el productor Dave Bernad. Pensaron en España, pero lo que buscaban, un hotel grande y espectacular, estaba en Sicilia.
Así llegaron al Palacio San Domenico, un convento del siglo XIV, situado en un acantilado con vistas al mar, que pertenece a la cadena Four Seasons. Un hotel con aura de cine (por allí pasaron Audrey Hepburn, Greta Garbo y Liz Taylor) y destino de personas tan ricas como los personajes de la serie.
De esta manera, gracias a la popularidad de la serie, aumentaron las reservas para viajar a Sicilia. Sin embargo, al norte de la gran isla hay un archipiélago que, todavía, parece a salvo de los turistas a pesar de sus enormes encantos y de que una de sus islas apareció en una película.
Las islas Eolias, conocidas como las “siete perlas del Mediterráneo”, forman uno de los tres archipiélagos sicilianos, junto con las Egadi y las Pelagie. Al sur del mar Tirreno y al norte de Sicilia, las siete “perlas” son Lipari, Salina, Vulcano, Stromboli, Filicudi, Alicudi y Panarea.
Estas islas eran volcanes submarinos que emergieron hace unos 700.000 años. Las sucesivas erupciones a lo largo de los milenios han producido fenómenos como la formación de la piedra pómez y la obsidiana, fuentes de riqueza del archipiélago durante muchos años.

El sitio de turismo de Italia cuenta su historia. “La leyenda cuenta que las islas recibieron su nombre de Eolo, un príncipe griego que gobernaba una colonia allí y que era capaz de predecir el tiempo observando la forma de las nubes de vapor sobre uno de los volcanes”, informa. “A principios de la Edad Media, Lipari era un destino de peregrinación y en torno a las islas florecieron tradiciones y acontecimientos milagrosos. La apertura de diócesis y monasterios fue la estrategia para repoblar aquellas zonas deshabitadas y reactivar el cultivo de la tierra”.
Entre los eventos que marcaron la historia de las islas figura la llegada del pirata turco Ariadeno Barbarossa, que saqueó y destruyó Lipari, y deportó 9.000 habitantes. Las Eolias entraron en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 2000 porque representan un importante modelo para el estudio de la vulcanología.

El primer destino es Lipari, aconseja Turismo de Italia, por ser la isla más grande y la “capital” de las Eolias. “Rebalsada en belleza cultural y paisajística, se mantiene viva y bulliciosa. Via Vittorio Emanuele, con callejuelas, restaurantes y pequeñas tiendas, es el foco de la ciudad además de la plaza de Marina Corta. Por supuesto, hay que visitar el Museo Arqueológico del Castillo de Lípari”.
Panarea todavía tiene un encanto salvaje entre la naturaleza virgen y el mar, aunque la diversión es algo que nunca falta. Caracterizada por sus intrincadas calles y casas encaladas, está rodeada por una serie de islotes y formaciones rocosas.

Vulcano es una isla de “naturaleza salvaje, áspera, conocida desde la antigüedad por sus aguas termales terapéuticas y sus baños de barro. Un destino ideal para unas vacaciones relajantes. Además del mar calentado por las fumarolas y las playas de arena negra, el Gran Cratere es, sin dudas, una atracción ineludible”.
La isla de Salina, la “isla verde”, gracias a su rica y exuberante naturaleza, produce deliciosas alcaparras y tiene extensos viñedos donde se produce la malvasía de mejor calidad desde hace siglos. Su nombre proviene del lago de agua salobre de la aldea de Lingua. El mar azul sirve de telón de fondo a playas pintorescas como Pollara, convertida en un icono por su aparición en la película Il Postino, protagonizada por Massimo Troisi.

Alicudi y Filicudi son las más occidentales del archipiélago, caracterizadas por los cráteres de volcanes extinguidos, fabulosos espacios naturales y exuberantes entornos submarinos.
La última parada debe ser la isla de Stromboli para ver la Sciara del Fuoco, una pendiente que desde el cráter del volcán desciende hasta el mar, formado por lava y escorias incandescentes. Desde aquí se puede disfrutar de la maravillosa vista de las explosiones del Stromboli.
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