Inteligencia artificial: Quién es el dueño de una obra de arte inspirada en miles de creaciones?

El gol favorito de Lionel Messi durante la final de la Champions League, se convirtió en el último suceso que sacudió al universo del arte contemporáneo, gracias a la ayuda de la IA. De la mano del artista turco Refik Anadol –y la curaduría de la argentina Ximena Caminos– el legendario recuerdo del astro del fútbol se convirtió en una obra de arte inmersiva, que salió a la venta online, a mediados de julio, a través de la casa de subastas Christie’s.

“Living Memory: Messi – A Goal in Life” se titula la obra: una experiencia sensorial que incluye su voz, latidos, datos biométricos e imágenes emotivas.

La obra digital de Messi y Refik Anadol se subasta en Christie’s por 1,87 millones de dólares. Foto: gentileza.La obra digital de Messi y Refik Anadol se subasta en Christie’s por 1,87 millones de dólares. Foto: gentileza.

Anadol (Estambul, 1985), artista estrella del arte digital, está convencido de que la IA es ni más ni menos que una herramienta que expande la creatividad. “Monet pintaba todos los días con pinceles, yo lo hago a diario con algoritmos”, dijo. Y aclaró que esta obra –“un templo de la memoria”– es ejemplo de un uso “ético” de la IA, “porque cada dato para realizarla fue recabado con el consentimiento expreso del jugador y su entorno”. La aclaración no es menor teniendo en cuenta el contexto actual: si la IA ha llegado para cambiar, quizás para siempre, el modo en que producimos, distribuimos y consumimos arte –o no–, uno de los primeros interrogantes que surge es a quién pertenece la autoría de una obra generada por un sistema que, para aprender, se ha abastecido de miles de creaciones anteriores.

Este acertijo podría encontrar una respuesta parcial en el caso del artista estadounidense Jason Allen, quien ganó en 2022 un concurso de arte en la Feria Estatal de Colorado con Théâtre d’Opéra Spatial, una imagen realizada con Midjourney tras más de 600 intentos de ajuste, y retocada en Photoshop. Alguien tuiteó por entonces: “El arte ha muerto”. Sin embargo, cuando Allen la quiso registrar, la Oficina de Derechos de Autor de EE.UU. se lo negó ya que carecía de la mínima y necesaria “autoría humana”, según el fallo de la justicia en 2024.

Lo cierto es que hoy, cualquier persona, sin saber dibujar o pintar, puede crear imágenes sofisticadas con apenas describirlas, mediante un prompt. Plataformas como Midjourney o Dall·E convirtieron un simple texto en un pasaporte a nuevos universos visuales. Basta escribir: “Titanic filmado con la estética de David Lynch” o “el Papa Francisco vestido por Balenciaga” para apreciar el resultado. Pero estos ejemplos –y este dato no es menor– solo implica replicar estilos ajenos por lo que su valor está dado por su similitud: una “ficción” que ya planteaba el matemático británico Alan Turing en 1950 con su famoso “juego de la imitación”.

Boris Eldagsen junto a la foto de la polémica.Boris Eldagsen junto a la foto de la polémica.

En 2023, el artista alemán Boris Eldagsen resultó ganador del prestigioso Sony World Photography Awards luego de postularse con una imagen generada por IA, por lo que rechazó el premio de 5.000 dólares de manera pública. Dijo que se presentó solamente para comprobar si el jurado podía distinguir entre una fotografía generada mediante IA y una que no, y así poder instalar “un debate urgente”.

Algo de ese mismo dilema recorre la película Mountainhead (2025) que plantea un futuro en el que el avance de la IA torna indistinguibles la realidad de la ficción, lo que desata prácticamente una guerra civil en el mundo.

¿Cómo vamos a vivir si no podemos confiar ni en lo que vemos? “Tenemos tantas imágenes falsas de aspecto auténtico que vamos a tener que distinguir lo que realmente sucedió de lo que no”, anticipaba Eldagsen en 2023. “En Alemania, por ejemplo, la asociación de fotoperiodistas freelance sugiere que para los medios de comunicación deberíamos tener un sistema que indique en cada imagen A de Auténtico, M de Manipulado y G de Generado”.

Refik Anadol y su Arquitectura viva: Gehry, una innovadora instalación audiovisual que reimagina el legado arquitectónico de Frank Gehry a través de la inteligencia artificial (IA) y el arte generativo. Foto: Museo Guggenheim Bilbao.Refik Anadol y su Arquitectura viva: Gehry, una innovadora instalación audiovisual que reimagina el legado arquitectónico de Frank Gehry a través de la inteligencia artificial (IA) y el arte generativo. Foto: Museo Guggenheim Bilbao.

La IA es en definitiva, una herramienta más, como la gubia, el pincel o la cámara fotográfica, que permite expandir los límites de la creatividad pero también –con todo su potencial poético– pone en jaque el contrato de veracidad.

En su libro Artificial. La nueva inteligencia y el contorno de lo humano, Santiago Bilinkis y Mariano Sigman lo resume bien: “La IA ha aprendido a hablar con un estilo increíblemente humano y a decir cosas interesantes y de gran trascendencia, sin tener la menor idea de lo que está diciendo”. Para los autores, esta tecnología puede ser entonces “una lámpara de Aladino o una caja de Pandora”.

El estudio de creativos Cinefai, con sede en Mumbai, se viralizó con sus videos creados con IA. El prompt, tal como contaron luego en un video, era el siguiente: “Un hombre con guantes negros coloca un minisol brillante sobre una mesa de madera, como si fuera una naranja madura. Lo corta con una gruesa cuchilla de acero. La sección transversal revela un núcleo cegador al rojo vivo, rodeado de capas concéntricas de plasma brillante, como gelatina fundida. Un resplandor dorado brillante se filtra sobre la mesa”. El resultado es tan fascinante como visualmente impactante y ya llevan más de 37 millones de reproducciones solo en Instagram. Nadie podría poner en duda que estos videos son falsos.

El Centro de Arte Amatller de Barcelona llevó la obra de Goya al siglo XXI animada por Inteligencia Artificial (IA) en la exposición inmersiva 'Universo Goya'. EFE/Toni Albir.El Centro de Arte Amatller de Barcelona llevó la obra de Goya al siglo XXI animada por Inteligencia Artificial (IA) en la exposición inmersiva ‘Universo Goya’. EFE/Toni Albir.

Si bien esta tecnología puede ampliar las posibilidades de expresión, el mensaje y la intención del artista siguen siendo fundamentales, independientemente de la herramienta utilizada.

Lo que la IA pone en jaque –al igual que las anteriores revoluciones industriales– es la clase de sociedad en la que queremos vivir y cómo moldearla. En esta trama incierta, quizá el arte siga siendo el mejor lugar para imaginar el futuro. O tal vez, haya que cifrar una última fe en el lenguaje, como reclamaba Eldagsen al rechazar el premio de fotografía. El problema, en definitiva, no es ver al Papa vestido de Balenciaga, sino que no hayamos establecido categorías de antemano que nos permitan nominar lo que corresponde al campo de la realidad y lo que no.

Mercedes Ezquiaga es periodista, crítica de arte y autora del libro Será del arte el futuro. Cuando la creación expande sus fronteras (IndieLibros), entre otros.

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